El rey Felipe VI ha dedicado la razón de ser de su anual discurso navideño, en esta ocasión, dedicado a la memoria democrática por los 50 años de la Transición en España. Un mensaje dirigido a toda la nación con una connotación histórica aún más fuerte que en ediciones previas, sin dejar a un lado las preocupaciones actuales de la población: hastío público, desinformación, extremismo y un futuro incierto para las generaciones jóvenes también han sido cuestiones que ha abordado en profundidad el monarca.
El jefe del Estado ha hecho repaso de la perspectiva histórica de la última mitad de siglo con los consiguientes cambios de modernización que ha traído para España y, traído a los tiempos que corren, ha señalado que la sociedad actual “está forjada por generaciones que recuerdan la Transición y por otras que no la vivieron y que han nacido y crecido en democracia y libertad”.
En este punto, ha situado, por un lado, a las generaciones mayores que “han visto cambiar España como nunca antes”, adultos que, ahora y desde hace años, “concilian, con gran esfuerzo, responsabilidades laborales, familiares y personales”, mientras que los jóvenes de hoy en día “afrontan ahora nuevas dificultades con iniciativa y compromiso”. Al conjunto de todas ellas las ha tildado de “necesarias para avanzar de forma justa y cohesionada”.
Vivienda, hastío público y extremismos, claves a afrontar
En el ecuador del discurso, Felipe VI ha reconocido que los tiempos actuales son “exigentes” y, sin ir más lejos, ha hecho alusión al “aumento del coste de la vida”, ejemplificando con que “el acceso a la vivienda es un obstáculo para los proyectos de tantos jóvenes, que la velocidad de los avances tecnológicos genera incertidumbre laboral; o que los fenómenos climáticos son un condicionante cada vez mayor y en ocasiones trágico”.
De la misma manera, ha compartido el “hastío, desencanto y desafección” que puede provocar en la ciudadanía con “la tensión en el debate público”: “Realidades, todas ellas, que no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo”, ha enfatizado.
A lo largo de estos 50 años, el rey ha señalado que España ha sabido responder a “desafíos internos y externos con voluntad y perseverancia”, como bien sucedió con crisis económicas, emergencias sanitarias como la pandemia o catástrofes naturales como fueron el volcán de La Palma en 2021 o la DANA de Valencia en 2024. “España ha progresado cuando hemos sabido encontrar objetivos que compartir. Y la raíz de todo proyecto compartido es necesariamente la convivencia”, ha subrayado al respecto.
Sobre la convivencia, razón de ser de la democracia, ha señalado que es “una construcción frágil” y, “en un mundo convulso donde el multilateralismo y el orden mundial están en crisis, las sociedades democráticas atraviesan una inquietante crisis de confianza”, un obstáculo que afecta directamente al ánimo de la gente.
A renglón seguido, el monarca ha hecho alusión a los riesgos y perjuicios que provocan “los extremismos, los radicalismos y populismos”, los cuales “se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y las dudas sobre cómo abordar el futuro”: “No basta con recordar que nosotros ya hemos estado ahí, que ese capítulo de la historia ya lo conocemos y que tuvo consecuencias funestas. ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para fortalecer esa convivencia? ¿Qué líneas rojas no debemos cruzar?”, ha planteado ante la ciudadanía.
Para hacer frente a estos escenarios en el debate público, el jefe del Estado ha abogado por ampararse en “el diálogo”: “Las soluciones a nuestros problemas requieren del concurso, la responsabilidad y el compromiso de todos; de respeto en el lenguaje y de escucha de las opiniones ajenas; de especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos; también de empatía y de la necesidad de situar la dignidad del ser humano, sobre todo de los más vulnerables, en el centro de todo discurso y de toda política”.
Ha proseguido señalando que las ideas en la discusión pública y democrática “nunca pueden ser dogmas, ni las ajenas, amenazas” y que avanzar siempre debe encaminarse “en una misma dirección, no correr a costa de la caída del otro”, por lo que ha apostado por aunar fuerzas por el “proyecto compartido” que representa España: “Un modo de reunir y de realizar los intereses y aspiraciones individuales en torno a misma noción del bien común”, ha referido al respecto, yendo de la mano con la memoria de estos 50 años porque “el miedo sólo construye barreras y genera ruido, y las barreras y el ruido impiden comprender la realidad”.