Casi 24 horas después del intento de golpe de Estado que los seguidores de Jair Bolsonaro intentaron dar este domingo en Brasil, Vox ha condenado el asalto violento, aunque a su manera, aprovechando lo sucedido para cargar contra Pedro Sánchez y la “doble moral” de la izquierda, relacionando este oscuro episodio con los indultos a los presos del procés y la reciente derogación del delito de sedición. “Eso es lo que nos tiene que preocupar”, ha advertido el portavoz político de la formación ultra, Jorge Buxadé.

Una condena a medias de Vox -similar a la fórmula que usaba Cuca Gamarra para aprovechar el suceso para atacar al Gobierno-, que también sucedió después de que seguidores de Donald Trump asaltaran el Capitolio de Estados Unidos.

Sin embargo, y pese a que el Partido Popular (ahora bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo) sigue insistiendo en meter tierra de por medio entre la extrema derecha de otros países y Vox, para justificar de esta manera sus pactos con éstos, lo cierto es que a nadie le ha sorprendido esta ambigüedad de Abascal y compañía para condenar los intentos de golpes de Estado de sus homólogos.

Y a nadie le ha sorprendido porque Vox tampoco nunca ha intentado ocultar sus simpatías (y semejanzas) con Trump, Bolsonaro y otros pesos pesados de la extrema derecha global. Prueba de ello es que la formación ultraderchista española no tuvo ningún reparo en participar los pasados días 18 y 19 de noviembre -menos de dos meses antes del intento de golpe de Estado en Brasil- en un cónclave en México que reunió a gran parte de la extrema derecha de América. En concreto, la Conferencia Política de Acción Conservador (CPAC) contó durante dos días con pesos pesados ultras como el estadounidense Steve Bannon, el chileno José Antonio Kast, el argentino Javier Milei, el propio Abascal, o el hijo de Bolsonaro, Eduardo, entre otros.

Un cónclave en el que fue especialmente significativa la intervención de Bannon, quien, como manda el manual de la extrema derecha, denunció un supuesto pucherazo electoral en “Brasil y México” para “robar la soberanía”. No obstante, el gran ideólogo de la ultraderecha no se quedaba ahí, sino que alentaba directamente un golpe de Estado en Brasil para derrocar a Lula, a quien tildaba de “delincuente transnacional”. Una idea sobre la que incidía minutos después Eduardo Verástegui, presidente de la CPAC: “No nos quedaremos de brazos cruzados”.

De todos modos, casi un año antes de esta cumbre de la ultraderecha, Abascal se reunió en Brasil con el propio Bolsonaro. En concreto, a mediados de diciembre de 2021, Abascal pasó tres días con su homólogo brasileño -también estuvieron en la reunión el hijo de Bolsonaro y el diputado de Vox Hermann Tertsch-, en un encuentro que la formación ultra no dudó en propagar a través de todas sus redes sociales.

“A lo largo de tres días de trabajo y conversaciones informales, sendos líderes han mostrado alta afinidad personal y política y han coincidido en la necesidad de vertebrar una alianza en defensa de la democracia, la libertad y la estabilidad económica y en rechazo de la amenaza globalista y comunista que se cierne sobre la región”, destacaba Vox tras la reunión en un comunicado que este lunes todavía se puede ver en su página web. “Interesante encuentro con el líder que ha luchado de manera más frontal y eficaz contra el comunismo y la extrema izquierda en toda la Iberosfera”, celebraba, por su parte, Abascal, a través de Twitter.

La ultraderecha europea se desmarca del asalto

Por otra parte, líderes políticos de la ultraderecha en Europa se han desmarcado de las manifestaciones violentas perpetradas en Brasil. En este sentido, especialmente contundente se ha mostrado la primera ministra italiana, Giorgia Meloni: "Lo que está pasando en Brasil no puede dejarnos indiferentes", ha dicho la dirigente italiana, en un mensaje de Twitter en el que ha tachado de "inaceptable" el asalto coordinado a las principales instituciones de los tres poderes en Brasil.

A su juicio, este tipo de incidentes "son inaceptables e incompatibles con cualquier forma de disenso democrático". "Es urgente que haya un retorno a la normalidad y expresamos solidaridad con las instituciones brasileñas", ha dicho.

Por su parte, el líder de la Agrupación Nacional francesa, Jordan Bardella, ha condenado "por supuesto" los incidentes, advirtiendo de que, en democracia, hay que "aceptar los resultados". No obstante, ha descartado que movilizaciones de este calibre puedan tener lugar en Francia, pese a las discrepancias que pueda haber con el presidente galo, Emmanuel Macron.

El portugués André Ventura, líder del partido Chega!, ha dicho sin embargo "comprender" el "dolor" de quienes "de repente" se ven gobernados "por un bandido expresidario", en alusión a Luiz Inácio Lula da Silva, que pasó un tiempo en prisión por una condena que fue anulada posteriormente. “La democracia tiene sus propias reglas y es en la arena democrática donde se debe pelear, ¡no con violencia!", ha proclamado.