Hablar del 28 de mayo como una fecha clave para todas las fuerzas políticas podría resultar una perogrullada, pero en el caso concreto de Ciudadanos lo es. En el cuartel general de los liberales fían la posible supervivencia a aguantar el chaparrón en las elecciones municipales y autonómicas. Es decir, garantizar la presencia, aunque mínima, en plenos consistoriales y en los parlamentos regionales. Madrid es una de esas plazas que tiempo atrás consideraban prácticamente asegurada, aunque la pérdida de peso se daba por sentada. Ahora, tras el conato de acercamiento de Begoña Villacís al PP y los cantos de sirena de José Luis Martínez-Almeida para atraer a sus filas a concejales naranjas, resistir en la Real Casa de Correos es toda una quimera.

Madrid era el único bastión potente que le quedaba a Ciudadanos, con una Villacís que aún aglutinaba la fuerza que su partido había perdido. Sin embargo, la vicealcaldesa picó en el anzuelo popular con una treta que ella veía como real para garantizar su futuro político ante la debacle de la que aún es su marca. El debilitamiento de los liberales engulló también a una personalidad que parecía resistir a la catástrofe, pero aquella jugarreta del PP de Madrid colocó la espada de Damocles sobre el cuello de la exdirigente naranja. “El talento que había en Cs ya se vino conmigo”, certificó la presidenta de la Comunidad de Madrid y de la sucursal conservadora en la región, a modo de epitafio de una bisoña Villacís que había caído en la trampa.

Aquel mes de enero supuso un punto de inflexión en la trayectoria de Villacís, que renunció forzosamente a su plan de ser “corriente interna del PP” y se puso manos a la obra para reconducir la situación. Para empezar, anunció que se quedaba en Ciudadanos y que se presentaría a las primarias. Sin embargo, este proceso interno también dio de qué hablar, pues tanto ella como la candidata a la Comunidad de Madrid, Aruca Gómez, no recogieron los avales suficientes para presentarse. Sin embargo, una libre interpretación del reglamento orgánico por parte de las recién renovadas altas instancias liberales las ungió como aspirantes.

El influjo del PP

Tras esta polémica, que no constataba sino que había perdido la confianza de la militancia, Villacís arrancó su precampaña. Borrón, cuenta nueva y a rehacerse como fuera. Sin embargo, no sería un camino fácil, pues el Partido Popular espera siempre agazapado entre la maleza el momento oportuno para hincar el diente a su malherida presa. Almeida no quita ojo a los ediles de su “leal” socio de Gobierno y ya piensa en nombres a quienes engatusar con el canto de sirena que imprime un proyecto sólido y resistente frente a un ticket que aguanta las inclemencias como buenamente puede.

Este es el caso del concejal de Familias, Asuntos Sociales y Bienestar Social, que, según apunta eldiario.es, sería del agrado del candidato a revalidar la Alcaldía de la Villa. José Aniorte es el único edil que aparece en los carteles recién publicados por Almeida. Un guiño cristalino al que por el momento se mantiene en la vereda liberal. La réplica de Villacís no tardó en llegar y tiró el dardito a su socio en el Gobierno, apelando a la “lealtad” que ha imperado en la coalición durante la legislatura. “No ganaría votos y quedaría como un traidor”, apuntó en un desayuno informativo donde descartaba que el regidor fuera “desleal” con ella. No obstante, deslizó que si la gente quiere quedarse, lo hará.

Tras ello, Villacís aseguró que los concejales “más importantes” repetirán en una lista que aún se desconoce en su totalidad, aunque la enriquecerá con “perfiles nuevos” que elevarán el nivel del equipo. Asimismo, percutió en la idea de que Ciudadanos, y ella en particular, se ha comportado con “lealtad” en el seno de la coalición, máxime cuando tuvo la oportunidad de sustentar una moción de censura para convertirse en alcaldesa y ella lo rechazó.

En cualquier caso, según el mentado medio, el ambiente de tensión y división no desaparece en el Grupo Municipal, complicando el futuro no solo del partido, sino también de una Villacís que camina a tientas sobre la cuerda floja. Los once ediles liberales están fracturados en dos desde hace tiempo y se da por sentado que más de la mitad de ellos no repetirán en las listas para el 28 de mayo. Algunos de ellos, a sotto voce, explican que sus pasan por regresar al sector privado y recuperar sus antiguos puestos de trabajo, sabedores de que el ticket liberal no tendrá tanta fuerza. Los tres primeros puestos se asume que irán, además de para Villacís, para sus dos fieles: Mariano Fuertes y Silvia Saavedra. No obstante, todo está en el aire, dado que la vicealcaldesa ni les ha preguntado si quieren acompañarla en la candidatura. Entre tanto, otros miran hacia el imponente navío del Partido Popular a la espera de ser rescatados y mantenerse en la vida pública, al menos, durante una legislatura más.