Juan Luis Cebrián e Ignacio Camacho.



Después de reconocer que da su opinión no sin antes mostrar “el sonrojo que produce incorporarse a los opinantes”, de los que abomina justo antes, Juan Luis Cebrián, presidente de PRISA, dedica página y media de su periódico no a ofrecer ideas, sino a dar soluciones. Y es que, se justifica, si toma la pluma es porque, viene a decir, piensa que su opinión es completamente necesaria en un momento crítico en el que coinciden la crisis en Cataluña, el caso Nóos y el arranque de la nueva legislatura.

Cebrián habla por encima de todos... de todos los políticos
Comienza Cebrián en su artículo, que titula “El arte de la mentira política”, poniendo en su sitio a todos los políticos. Y así, muestra su sorpresa porque Mariano Rajoy botara de alegría en el balcón de Génova “después de perder tres millones y medio de votos”; ironiza sobre Pedro Sánchez, por haber asegurado que había hecho Historia, “y en eso no mintió -escribe- pues obtuvo el peor de los resultados electorales en todo el devenir de nuestra democracia” (se entiende que se refiere a los socialistas); y pone en su sitio a los líderes de los ‘nuevos partidos’ que “ignoraron que su intento de derrotar para siempre al bipartidismo no se ha viso coronado por el éxito”.

Y después de dar cera a todos los políticos desde su púlpito, a pesar de la vergüenza con la que se sentaba a escribir, establece a lo que deben dedicarse los políticos, eso sí, si abandonan “su manías de aficionados y se dedican profesionalmente a lo suyo”. Dedicaciones que resume, a opinión de cada lector queda valorar sobre su posible originalidad, en tres puntos: 1. Respuesta al desafío catalán “con la integración de Cataluña en España de acuerdo al modelo federal”… 2. La sostenibilidad del incipiente crecimiento económico… 3. La implementación de políticas sociales concretas que acaben con los efectos perversos del llamado austericido

Lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo... y el costo para cada uno
Tareas que, desde su altura, Cebrián considera que exigen, también a criterio de cada lector, su originalidad, dos acuerdos: “Uno que acometa la reforma constitucional… Otro que permita la creación de un Gobierno estable y la existencia de una oposición fuerte que encarne una alternativa de poder”.

Reconoce Cebrián que el régimen nacido de la Transición “padece un agotamiento considerable” del que es imposible salir sin esa reforma constitucional, lo que veían todos menos “el presidente del Gobierno, dispuesto siempre a decir no ante cualquier iniciativa que no sea la suya propia”. Reforma constitucional que tendría que incluir, a criterio de nuevo de cada lector considerar la originalidad de la propuesta, “la conformación territorial de España… las leyes electorales y a determinados asepctos de nuestra sociedad del bienestar, entre los que sobresalen la educación y la sanidad públicas y una definición exigente del laicismo del Estado”.

Y aquí Cebrián pone en blanco sobre negro la que viene siendo una ‘idea’ que circula desde comienzos de año entre determinados políticos, no sólo del PP, y ‘otros poderes fácticos’. Escribe Cebrián: “Una tarea (la de la reforma constitucional) que puede consumir un par de años y que no es responsabilidad única del Gobierno de turno, aunque necesariamente deba ser encabezada por él. Para llevarla a cabo bastaría con un compromiso formal suscrito con los principales partidos para la creación inmediata de una comisión encargada de llevar a efecto dichos trabajos”. Y mientras, se formaría un “Gobierno suficientemente estable” con las fuerzas que pertenecen al centro derecha (dice que sería “una frivolidad” que Ciudadanos no se integrara en él).

¿Y la Izquierda? Pues lo que propone Cebrián, y ya decimos, esta idea refleja el deseo de políticos y fuerzas vivas, no todas del PP o cercanas, es que “la verdadera izquierda milite donde milite, no debería temer a contribuir a una solución de este género: la mantendría en la oposición son todas sus consecuencias, al tiempo que serviría para incorporar al pacto constitucional algunas de sus demandas más relevantes”. Vamos, que la izquierda controlara desde la oposición, sin mezclarse, pero permitiendo, con su abstención, ese gobierno “de centro-derecha”.

Pero, y aquí viene la novedad ‘atrevida’ de Cebrián, que deja para el final, y que resultaría necesaria para todo esto: “La retirada honrosa de Mariano Rajoy de la vida política -escribe- parece condición necesaria, aunque no suficiente, para alcanzar un acuerdo como el que comentamos”.

Casualidades... en ABC coinciden con El País
Por cierto, ‘curiosamente’, y como por casualidad, este mismo lunes, la voz ‘más oficial’ que pueda imaginarse de los opinadores del Grupo ABC-Vocento, Ignacio Camacho, en su columna se pregunta también sobre el futuro del Presidente. “El espejo catalán devuelve un reflejo antipático: Rajoy puede verse abocado a tomar una decisión crucial sobre sí mismo”, elige de sumario a su escrito, en el que también elabora sobre la necesidad de que los socialistas “enciendan las luces largas para centrar su estrategia en las prioridades de España”.

Y a cambio, copiando a los catalanes, donde todos, como dijo Mas, pagaron por los errores, “para no quedar a merced de Podemos -escribe Camacho-, los socialistas necesitan alguna victoria que ofrecer a sus votantes. De lo contrario Iglesias se convertiría en jefe de la oposición y se los merendaría en un suspiro…. Y en este punto el espejo catalán devuelve un reflejo antipático: Más se ha apartado”. Imagen que Camacho lleva a Petrarca, del que recuerda un verso, “un bel morir tutta una vita onora” (una muerte bella honra toda una vida)... antes de concluir: “En estas semanas vidriosas, el presidente (Rajoy) puede acabar en la tesitura de tener que tomar una decisión fundamental sobre sí mismo”.

Pues escrito queda. Esa es la idea que se mueve ahora como salida deseable para la situación que vivimos en medios políticos, no sólo del PP, y de otros poderes.