Cerradas las urnas en Castilla y León, estamos metidos de lleno en el momento de los relatos. El PP, que decidió adelantar los comicios, ha salido en parte trasquilado por el lastre de tener que depender de Vox para gobernar. Pero, mirando para otro lado, alega la imperiosa necesidad de haber adelantado la consulta ya que el taimado representante de Ciudadanos, Francisco Igea, estaba en conversaciones con el PSOE para presentar una moción de censura. La construcción de este relato ha sido machaconamente repetido en las últimas semanas.

Especialmente ridícula fue la intervención en la Cadena Ser del portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, quien al entrar en antena en el programa de Ángels Barceló espetó sin venir a cuento que tenía razón la presentadora sobre lo que había dicho sobre la moción de censura. “Usted ha escuchado otro programa de radio, porque yo no he dicho nada de eso”, le respondió la periodista. Imperturbable, Maroto continuó con el mensaje que tenía previsto transmitir y que había tuiteado hasta la saciedad: “Objetivo cumplido. La izquierda no podrá ya montar otra moción de censura en Castilla y León, como ya hicieron en la Región de Murcia y la Comunidad de Madrid. Sánchez ha vuelto a perder”.

Como los calamares, los miembros del PP sueltan su tinta para camuflar el sofocón de la desgracia de verse ahora en manos de la ultraderecha para gobernar. Cómo debían ver los de Pablo Casado las encuestas días atrás, que tanto Díaz Ayuso como María Dolores de Cospedal soltaron en plena campaña afirmaciones del tipo que si era necesario acordar con VOX, no pasaba nada. “Mejor con el partido de Ortega Lara que no con los que secuestraron a Ortega Lara”, dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid, en alusión a los socios del Gobierno de Pedro Sánchez. Y Cospedal, rotunda: “Si hay que gobernar con Vox, se gobierna con Vox”. Alfonso Fernández Mañueco, el presidente in pectore, por su parte se abría este lunes a negociar con quien haga falta. Pero los números cantan: O pacta con Vox o con el PSOE, alternativa esta última que está descartada.

En suma, el PP ha perdido un socio de derecha moderada para caer en manos de una ideología de la peor calaña. Los radicales de extrema derecha ya han dicho que quieren gobernar y que desean la vicepresidencia. Esto es lo que parece aguardar a Fernández Mañueco y a sus jefes de Génova, 13. En el asalto a la democracia, que paso a paso van protagonizando Santiago Abascal y sus huestes, no encontramos en la segunda fase.

Que se tiente la ropa el presidente andaluz Juan Manuel Moreno cuando convoque las elecciones adelantadas o no en Andalucía. La época de colaborar en la gobernabilidad se ha terminado, Vox quiere ahora su parcela de poder. Así lo había previsto sigilosamente el equipo de Santiago Abascal.

Caretas fuera.