La respuesta de la comunidad internacional al genocidio que Israel está desarrollando sobre la población palestina está siendo insignificante. Más allá de las palabras, las instituciones internacionales y la diplomacia evidencian su inoperancia ante uno de los principales socios de Estados Unidos (EEUU), que comete crímenes diarios y ocupa territorio de forma ilegítima desde mediados del siglo XX. España ha intentado levantar la voz y reclamar a la Unión Europea (UE) una respuesta mínimamente real, pero se ha estrellado con la hipocresía alemana y renuncia a dar pasos en solitario.

“España está pidiendo acción a la comunidad internacional y lleva mucho tiempo solicitando la suspensión del acuerdo entre la UE e Israel de forma unilateral o en solitario”, ha reiterado este lunes el ministro de Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. Sin embargo, ha reconocido que entre los Veintisiete hay varios países que “desgraciadamente” prefieren ignorar todas las imágenes y pruebas que evidencian la limpieza étnica que está practicando el Gobierno de Benjamín Netanyahu. “No me explico por qué”, ha apuntado el diplomático en la radio pública (RNE).

El arrodillamiento ante Estados Unidos y la OTAN podría ser una de las explicaciones a por qué las sanciones, suspensión de acuerdos comerciales, congelación de activos, expropiación a la oligarquía, expulsión de competiciones deportivas y culturales y colaboración armamentística con el país agredido era evidente en el caso de Ucrania, pero no en el de Palestina. A esto se suma el complejo de Alemania, que con un flagelante sentimiento de culpa por el Holocausto, prefiere obviar otro genocidio a reprochar los delitos de guerra al Estado sionista.

Sin respuesta a los crímenes 

“No todos tenemos la misma historia y algunos Estados cuando toman la palabra (en reuniones europeas) recuerdan la suya, su relación con el mundo judío en otros momentos, otras percepciones”, ha deslizado Albares, apuntando al bloqueo que Alemania está encabezando en la Unión Europea. Que la principal potencia de los Veintisiete asuma esta postura imposibilita una respuesta contundente y rebaja las expectativas españolas. “Soy más modesto, me conformo en estos momentos con un embargo de armas a Israel”, ha trasladado el mandatario de exteriores en la televisión pública (TVE).

“Embargo de venta de armas”, ha matizado. Es decir, no vender armamento a Israel, pero sí poder comprárselos a las empresas-Estado que colaboran directamente del genocidio, engrosando aún más sus balances de cuentas. “Soy consciente de la relación de fuerzas dentro de la UE y de la comunidad internacional”, ha reconocido Albares, “hay países europeos que no ven o no quieren ver que lo que ocurre en Ucrania, por los mismos principios y razones, es exactamente igual que lo que está ocurriendo en Gaza”, ha comparado, pese a que Palestina no tiene ejército ni apoyo militar.

“No encontramos la misma mayoría en Bruselas”, ha certificado Albares, que hace menos de 24 horas era más ambicioso en su encuentro con mandatarios internacionales. La ruptura de las relaciones comerciales, un embargo de armas al invasor y el establecimiento de sanciones individuales, que podrían extenderse a figuras como la del primer ministro israelí, era lo que reclamaba. Es lo que España defiende en Europa, aunque el ministro ya ha reconocido que será muy complicado impulsar en el viejo continente. No obstante, ha querido poner en valor la postura de España.

Ningún Gobierno del mundo hace y ha hecho tanto por el pueblo palestino como el Gobierno de España”, ha espetado. No obstante, el Ejecutivo no parece dispuesto a suspender de forma individual las relaciones comerciales con Israel, ni siquiera a dejar de comprarle armas o material de Defensa, ni a ampliar la lista de sanciones individuales a personalidades reconocibles dentro del Gobierno de Netanyahu. “No hay palabras ya para describir algo que es absolutamente insoportable y que ha cruzado el umbral de lo inhumano”, ha lamentado Albares. Tampoco parece que vaya a haber una respuesta acorde a los crímenes.

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