España ya no se escribe únicamente con ñ, letra no contemplada en el diccionario catalán. Congreso puede ser Kongresua y diputado puede ser deputado. Las lenguas cooficiales han superado este jueves su segundo trámite parlamentario, después del estreno de los pinganillos y los intérpretes hace apenas 48 horas, viniendo para quedarse y convertirse en opción real en la nueva normalidad de la Cámara Baja. 

Además, con este segundo gran triunfo de los partidos progresistas y nacionalistas con representación parlamentaria, Pedro Sánchez empieza a perfilar su próximo bloque de la investidura. El presidente del Gobierno, que aguarda con cautela a que Feijóo fracase la semana que viene tras ser designado por el rey sin tener los apoyos necesarios, profesa optimismo en cada una de sus intervenciones. Las exigencias de Junts, con Carles Puigdemont al frente, no son óbice para el entorno cercano del líder del Ejecutivo, que confía en repetir mandato y caminar durante cuatro años más por los jardines de La Moncloa.

El pleno de este jueves, donde se debatían las enmiendas en lectura única, ha arrancado con el mismo tono bronco al que los diputados de la derecha abonaron la sesión del pasado martes, primera prueba de las lenguas cooficiales en el hemiciclo. La intervención más dura ha sido la protagonizada por Pepa Millán, portavoz de Vox, quien ha llegado a frivolizar sobre la persecución a las lenguas cooficiales culpando al Gobierno de ser quienes promueven el ‘apartheid lingüístico’ al castellano.

La diputada, además, ha arremetido con dureza contra algunos de los máximos defensores del uso de las lenguas cooficiales, como es el caso de Jorge Pueyo, diputado de la Chunta Aragonesista. Pueyo, en la rueda de prensa posterior a la Junta de Portavoces que tuvo lugar la semana pasada, reflejó la persecución de las lenguas cooficiales con un caso práctico y personal, asegurando que profesoras, durante su etapa escolar, lo llamaban paleto por utilizar su idioma materno. Millán, ni corta ni perezosa, ha asegurado que el Congreso no es el lugar de denunciar si un profesor te tiene manía: “Si quieres, te damos un abrazo”.

Este dardo no ha sido el único que se ha podido escuchar en la sesión plenaria. El diputado Marc Lamuà, del PSC, ha bromeado con la marcha del hemiciclo que Vox protagonizó el pasado martes: “Les advierto, voy a estar un rato hablando en catalán y son las 9.30 horas, por lo que ya pueden irse a su lugar favorito del Congreso: el bar”. El dirigente socialista ha recriminado también el cambio de actitud de Borja Sémper, que ha pasado de utilizar el euskera autotraducido a criticar con vehemencia al gobierno de Sánchez defendiendo, a su vez, la enmienda presentada por el PP para hacer imposible el uso de su idioma materno en la cámara.

El resultado: apoyo al cambio del reglamento con 180 'síes'. Las enmiendas de PP y Vox, tumbadas; la del PNV, que pedía que todas las publicaciones aprobadas por la Cámara se traduzcan con la mayor brevedad posible al euskera, catalán y galego, aprobada. Un paralelismo que refleja a la perfección el estado de la aritmética resultante de las elecciones del pasado 23 de julio, donde, pese a la insistencia de Feijóo en reivindicar que el PP fue la lista más votada, la pragmática se impone al deseo de la derecha.

Sánchez, más cerca de la investidura

Estos números poco tienen que ver con lo que suceda en la investidura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Habrá que esperar a que fracase Feijóo, el rey reúna a los grupos parlamentarios en una nueva sesión de audiencias y, posteriormente, comunique a la presidenta de la Mesa, Francina Armengol, que Sánchez tiene, esta vez sí, la oportunidad de buscar alianzas. No obstante, el camino se despeja y los votos en verde marcan el camino a seguir en unas negociaciones que no serán sencillas, pero sí posibles.

Desde Nueva York, con motivo de la Asamblea General de la ONU, el líder del Ejecutivo compareció este miércoles a última hora para asegurar que llegado el momento sería “transparente” en los acuerdos con el resto de fuerzas que conformen los apoyos a su investidura. Sin negar que la amnistía sea una de ellas, como indicó el propio Oriol Junqueras, Sánchez se limitó a pedir cautela y asegurar que sus próximos pasos serían “coherentes” con la agenda integradora desplegada durante la anterior legislatura para rebajar la crispación en Cataluña.

Una declaración de intenciones que le acerca a la gobernabilidad, aleja los fantasmas de la repetición electoral y hace plausible la ratificación de su victoria en los próximos meses. La lengua, una ciencia en constante movimiento -que se lo digan al solo, desprendido de la tilde-, marca el camino. Pedro Sánchez, más cerca de convertirse en presidente, president, presidentea.