Un equipo rejuvenecido y más técnico será el encargado de encarar la recta final de la legislatura. Un movimiento arriesgado e inesperado en las quinielas, incapaces de advertir una remodelación de tal calibre. Pedro Sánchez se impone así a un Ejecutivo hastiado por la pandemia, quemado por la polarización suicida de la política española y las discusiones tras las cortinas de Ferraz. “Hemos efectuado una remodelación del Ejecutivo para impulsar la Recuperación. Nuestra prioridad es la Recuperación Económica, Social y Territorial, y para lograrla no podemos conformarnos con regresar al punto de partida previo al COVID, sino transformar nuestra economía haciéndola más productiva y creadora de empleo, más digital y verde, más inclusiva y feminista, con más oportunidades para nuestros jóvenes y el conjunto de territorios”, ha indicado el presidente.

La puesta de largo de los nuevos integrantes del Consejo de Ministros se ha producido este lunes sin reproches aparentes. Algunos dejaban sus cargos visiblemente emocionados, mientras otros, como José Luis Ábalos, optaban por realizar un speech sobre el trabajo conjunto y los avances realizados (eso sí, sin mencionar a Pedro Sánchez en ningún momento). Carmen Calvo también ha tirado de ingenio al tildar la entrega de su cartera ministerial como “la más amorosa de la historia” (en referencia a su amistad con Félix Bolaños, nuevo ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática).

Y ha sido precisamente Bolaños quien más picante ha puesto a su presentación. Una enigmática frase, con la que muchos señalan a Iván Redondo, ha provocado la respuesta del entorno del otrora jefe de Gabinete de Sánchez (sustituido ahora por Óscar López): “Muchas veces he pensado que tenía suerte de no ser ministro. Pero estas cosas ni se rechazan ni se piden”, ha dicho Bolaños. El equipo de Redondo contestaba desvelando que Pedro Sánchez le ofreció entrar en el Consejo de Ministros en varias ocasiones desde la moción de censura que le convirtió en presidente.

Enemistado con Ferraz, sin cartera ministerial y fuera de motu proprio (“hay que saber parar”), el jefe en la sombra abandona el barco semanas después de decir en una entrevista que se tiraría "por un barranco" si el presidente se lo pidiese. Su poder era inabarcable. Iván Redondo no era únicamente liturgia, sino que su juego de poder tenía repercusión en el mismísimo Consejo de Ministros. Ahora es Sánchez -a quien muchos han acusado de ser un títere del recién despedido- quien toma las riendas, amansa las aguas en Ferraz y acaba con aquel que obtuvo las mejores victorias pero que había encadenado más de una derrota en los últimos meses (mención especial a la campaña teledirigida desde su factoría en Madrid que acabó con Ángel Gabilondo en tercera posición y sin más solución que ser un hombre “soso, serio y formal” fuera de la política).  

El baile de los maletines

Los actos institucionales se solapaban en los distintos ministerios. Los que dejan el cargo apechugaban con su último discurso y cedían el protagonismo a los flamantes nuevos integrantes del equipo. Se salvan de la quema -además de los cinco de Podemos- Carolina Darias, Fernando Grande-Marlaska, Reyes Maroto, Margarita Robles, Luis Planas, José Luis Escrivá, María Jesús Montero (que pierde la portavocía y gana las competencias de Función Pública), Miquel Iceta (que pasa a Cultura y Deportes), Teresa Ribera (ahora vicepresidente tercera) y Nadia Calviño (apuesta personal de Sánchez como primera vicepresidenta en un claro gesto a Europa, los mercados y las empresas españolas).

Los elegidos en la reestructuración son Félix Bolaños, nuevo ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática; Isabel Rodríguez, portavoz del Gobierno y ministra de Política Territorial; Pilar Alegría, al frente de Educación; Pilar Llop, que deja la presidencia del Senado en manos de Ander Gil para encabezar la cartera de Justicia; Raquel Sánchez, que coge las riendas del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana; Diana Morant, al frente de Ciencia; y José Manuel Albares, quien tendrá la difícil misión de soliviantar las tensiones con Marruecos desde el Ministerio de Asuntos Exteriores. Sin maletín, pero con mando en plaza, se coloca también Óscar López en sustitución del omnipresente Iván Redondo.

Los defenestrados en la “escabechina” de Sánchez, tal y como bautizado el baile de carteras Pablo Casado, han sido personas de la talla y el poder de José Luis Ábalos, que abandona también la Secretaría de Organización del PSOE; Carmen Calvo, cuestionada en las últimas fechas por sus riñas con Iván Redondo y su oposición a la denominada ‘Ley Trans’; Pedro Duque, desaparecido en combate; Isabel Celaá, que deja Educación con la Lomloe instaurada y con el anteproyecto de la nueva normativa para la Formación Profesional aprobada en consejo de ministros y en trámite parlamentario; Arancha González Laya, muy criticada por la escalada de tensión con Marruecos y las quejas en materia migratoria de Canarias; José Manuel Rodríguez Uribes, en tensión hasta el último minuto por la vacunación de los jugadores de la Selección; y Juan Carlos Campo, quien abandona el puesto de notario mayor del Reino tras hacer historia concediendo los indultos a los líderes del procés.

En Podemos, por el momento, no se contemplan cambios en las cinco carteras en su poder. Los morados recuerdan que vienen de una gran remodelación consecuencia de la marcha de Pablo Iglesias en las postrimerías del plazo para presentarse a las elecciones del 4 de mayo, cuando decidió abandonar la vicepresidencia segunda del Gobierno para rivalizar frente a frente con Isabel Díaz Ayuso. No se descartan en el futuro.