Debatir o no debatir, esa es la cuestión, y a la Primera Ministra británica, como a Rajoy, parece que no le gusta demasiado. El presidente español no tuvo reparos al decir, en mayo del año pasado, que los debates preelectorales en televisión no le entusiasman: "No son algo cómodo, dijo, porque hay que prepararlos y son una gran responsabilidad". El caso es que Rajoy no participó en el debate a cuatro que se celebró entonces (envió a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría) y, aun así, su partido obtuvo mejores resultados que en la anterior convocatoria de diciembre.

Pero parece que son cosas que solo ocurren aquí. En el Reino Unido, por el contrario, la dirigente del partido Conservador, Theresa May, optó por no acudir al debate de la BBC con los dirigentes de las formaciones que concurren a las elecciones del próximo jueves, y esa ausencia puede costarle muchos votos. Lo demuestra, por un lado, la remontada del candidato laborista, Jeremy Corbyn, que según la encuesta más fiable realizada hasta el momento (YouGov para The Times) se sitúa a solo cinco puntos de May después de haber estado a cerca de veinte. Y, por otro, las críticas que ha recibido tanto de parte del resto de líderes políticos como de la calle, reflejadas en un aluvión de tuits que ridiculizan las últimas actuaciones de la Primera Ministra.

Al rechazar May la invitación a participar en el debate, Corbyn anunció que tampoco acudiría, pero a última hora cambió de opinión y eso le salvó la cara ante el mismo público que ha criticado abiertamente el rechazo de la Premier. Esta descalificó el evento argumentando que "los debates donde los políticos se pelean entre ellos no alteran el proceso electoral".

Puede que tenga razón. Según los expertos solo un pequeño porcentaje de los electores cambian su voto en función de la actuación de los líderes en televisión, pero hay comicios tan enconados que un puñado de sufragios pueden cambiar la balanza. Y más en estos últimos tiempos en los que el despiste, el cabreo y la apatía de la población están haciendo temblar primero los sondeos y después las urnas.

"WhereisTheresa?" fue trending topic

El caso es que la ausencia de May no pasó desapercibida. Primero porque los demás participantes la criticaron abiertamente por ello, y segundo, porque esa crítica se extendió como la pólvora por las redes sociales, y bien cargada de dinamita: "Si no es capaz de debatir, no es apta para gobernar", decía uno de los memes que circularon.

Incluso más chistes provocó el argumento de Theresa May de que estaba centrando su campaña en recibir preguntas del público, llamar a las puertas y escuchar a los votantes.

Aunque esa sea una parte importante de la campaña que los candidatos conservadores desarrollan en sus respectivas circunscripciones (algo muy británico) nadie duda de la importancia del impacto que sobre la población puede llegar a tener un programa con una audiencia potencial próxima a los ocho millones de personas. Toda una oportunidad que el dirigente laborista aprovechó adecuadamente. Empezó Corbyn con un contundente "yo estoy aquí" y continuó con un aluvión de argumentos sobre la nefasta situación de las clases más desfavorecidas en el Reino Unido, donde en los últimos años se ha multiplicado el número de comedores sociales y mucha gente se ha quedado sin techo.

Que ha sido una semana nefasta para Theresa May lo certifica también su aparición, el lunes pasado, en lo más parecido a un cara a cara que ha podido mantener con el líder de la oposición. Ambos dirigentes respondieron en Channel 4 y Sky News, en directo, a las preguntas de Jeremy Paxman, considerado un verdadero Rottweiler del periodismo político. Pero cada uno por su lado. Y en ese interrogatorio individual fue May la que se llevó la peor parte, como sugieren los comentarios que suscitó en las redes sociales. Se decía, por ejemplo, que la Primera Ministra había fallado al transmitir el mensaje de "dureza y estabilidad" que ha enarbolado durante la campaña, y especialmente después del atentado de Manchester de la semana pasada que costó la vida de una veintena de personas, niños y adolescentes entre ellas, y que sacudió los cimientos de la sociedad británica en un momento tan especial como es una campaña electoral.

May no lo hizo mal durante esos días, pero su actuación del lunes con Paxman fue considerada por muchos incluso dañina para el partido Conservador. La conclusión es que tanto si aparece como si no, la televisión le está dando serios disgustos a la Primera Ministra británica.