“¡Corre, corre, que no llegamos ni al discurso de Pablo Iglesias!" Eso iba diciendo yo mientras recorría a grandes zancadas las callejuelas de Carabanchel camino de Vistalegre. Habíamos sacado las entradas hace tiempo y el horario de Vistalegre II establecía que a las 14:00 horas se harían públicos en directo los resultados de las votaciones y a continuación el secretario general o General Secretario nos deleitaría con su discurso de triunfo o de despedida. Pero eran las 13:00 y los resultados ya se habían filtrado hace más de una hora, así que todo se había acelerado y el programa había saltado por los aires. Es así como mi crónica de Vistalegre II se convirtió en esto que estáis leyendo.

Cuando llegamos al pabellón nos cruzamos con riadas de personas que abandonaban el recinto. Era como llegar a un concierto justo cuando ha terminado. El discurso de la victoria de Pablo había finalizado justo dos minutos antes.

Preguntamos a unos chicos con pinta de fans de la cosa: “- ¿Ahora qué hay? - Pues creo que se han acabado la misa y las hostias", nos contestó uno de ellos. Aún así decidimos entrar y nos encontramos con un Vistalegre con bastantes sillas vacías y con un ir y venir contínuo de gente mientras alguien se esforzaba en dar un discurso.

Era la gente de Coca Cola en Lucha, uno de los conflictos laborales que más han sonado en los últimos tiempos. Imagino que si no se hubiesen filtrado los resultados y se hubiese respetado el horario original su intervención habría tenido lugar con un auditorio repleto y bien atento. Pero ahora los teloneros actúaban después del grupo principal. Aún así de vez en cuando tímidos pero calurosos aplausos desde las gradas les hacían ver que aunque hubiesen perdido protagonismo en la escaleta no estaban solos.

Después de ellos subieron al estrado los trabajadores despedidos de Telemadrid, los teleoperadores, un pensionista dispuesto a seguir dando la batalla, los del campo, los traductores de lenguaje de signos... Todo ello con el mismo ambiente mezcla de fin de fiesta y atención y apoyo por parte de los más incondicionales.

Así nos llamó Pablo Echenique, que fue el único actor principal que apareció en el escenario, para agradecer el apoyo a una de sus iniciativas, “#AtarseLosCordones”.

 “Todavía seguís aquí los incondicionales”, dijo, “todavía”,  y yo no pude menos que pensar que por culpa de la filtración de los resultados, los horarios o lo que fuera, una vez más los verdaderos protagonistas, los que sufren, los que luchan, los trabajadores despedidos, los pensionistas que no llegan a final de mes, los currantes explotados... parecían no interesarle a nadie o casi nadie, incluso allí, en Vistalegre.

Los periodistas preparaban las conexiones en directo con los telediarios que estaban a punto de comenzar, y los fans hacían sus fotos. Imagino que unos minutos antes Vistalegre habría sido una olla a presión y ahora todo el mundo estaba más relajado.

De vez en cuando se oía un rumor de voces por aquí o por allá, con la aparición de alguna estrella cerca. Carolina y su bebé, muy crecidito, fueron muy aclamados.

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Un exultante Monedero atendía el móvil a la vez que saludaba. Años intentando cargarse a Iñigo Errejón y por fin había llegado el día.

Fue una experiencia interesante. Lo mejor como siempre tuvo lugar en el bar, donde tuve el placer de multiplicar unas cañas en muy buena compañía.

Eso sí, nada como la sorpresa de que me presentaran a la mismísma madre del artista,  ¡la madre de Pablo! “Yo le doy muchísima caña a tu hijo en Twitter”, fue lo primero que le dije. Nos echamos unas risas y me contó que fue el abuelo de Pablo quien “le enseñó con 7 años lo que era el fascismo”, y que eso fue lo que le marcó. Me resultó una mujer tan encantadora que casi me hago de Podemos. Casi. Ya sabéis que yo tengo mi propia religión.