Todavía no han concluido los análisis de las pasadas elecciones autonómicas y municipales del pasado 28 de mayo, pero todas las miradas están ya puestas en las próximas elecciones generales convocadas para el 23 de julio. La semana comenzaba con el resultado de una derecha movilizada en las urnas, a los integrantes de los partidos PP y Vox les resultaba difícil disimular la euforia mientras que las fuerzas progresistas trataban de digerir la derrota electoral en feudos que tradicionalmente han sido gobernados por la izquierda.

Era entonces cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, experto en los golpes de efecto y en los anuncios por sorpresa, cambiaba de manera radical el tema de todas las conversaciones políticas del país y emplazaba a los ciudadanos a acudir de nuevo a las urnas para “clarificar” quién quieren que lleve las riendas de España. Con una presidencia europea en el horizonte y una economía considerablemente resistente en comparación con otros países vecinos, el presidente podría haber agotado la legislatura dando tiempo a que las alianzas PP-Vox se fueran materializando en las autonomías y ayuntamientos.

Sin embargo, Sánchez prefirió dar un giro al tablero y tomar la iniciativa, al tiempo que desmontaba la teoría de las derechas de que está ocupando hasta el último minuto la presidencia española. “Tomé la decisión de adelantar las elecciones con mi conciencia, pensando en mis compañeros y compañeras que se han desvivido, porque ningún líder puede mirar hacia otro lado cuando los suyos sufren un castigo tan injusto”, aseguraba el miércoles en Congreso el líder del PSOE frente a los que han sido sus diputados y senadores durante la última legislatura. También aprovechó para reconocer que los últimos comicios regionales han supuesto “un serio golpe institucional porque muchos presidentes y alcaldes socialistas se han visto desplazados”.

La pregunta del millón ahora es si al presidente le volverá a salir bien la jugada del adelanto electoral o si se sumará a la lista de dirigentes que se han batido con él y han quedado fuera de escena política, desde Mariano Rajoy hasta Pablo Iglesias, pasando por Albert Rivera, Pablo Casado y la recién incluida Inés Arrimadas. La trituradora en la que ha quedado convertida la política española es el juicio más rápido y eficaz para estrategias fallidas y pasos en falso. No obstante, si algo ha demostrado Pedro Sánchez es que sabe cómo sortear ese punto final. Prueba de ello es el hecho de que no tiene por qué desaparecer del Partido Socialista, ya que no es la primera vez que resucita dentro del mismo.

Ahora, de cara a las próximas elecciones generales, desde Ferraz aseguran que el electorado progresista está viendo que las derechas – “la derecha extrema y la extrema derecha” en palabras del propio Sánchez - están muy movilizadas y creen que presentarse como el dique de contención a ese modelo populista y “reaccionario”, que está arroyando a Europa y buena parte del mundo, es su camino. Equiparar al PP con Vox parece ser la estrategia de los socialistas, tratando así de evitar que el PP capitalice el voto en torno a su mayoría absoluta como vía para evitar a Vox.

Además, fuentes cercanas al Partido Socialista señalan que estas elecciones “no irán de programas, sino de bloques”. Una idea en la que Sánchez también incidió el miércoles en el Congreso, al indicar que es el momento de que los ciudadanos decidan si quieren un presidente de España "al lado de Biden o al lado de Trump y Bolsonaro".

En Ferraz también admiten que el posible éxito de la coalición a la izquierda del PSOE será una de las claves en estos comicios. De momento, el adelanto electoral parece haber servido como revulsivo y catalizador para alcanzar un acuerdo entre las posibles fuerzas que conformen el partido ya registrado como Movimiento Sumar, liderado por Yolanda Díaz, pues si hay alguna certeza para todas las formaciones es que el tiempo apremia. Desde la óptica socialista, una de las cuestiones determinantes para inclinar la balanza hacia la victoria progresista es que el espacio conformado a la izquierda del PSOE consiga unirse y ser más competitivo que Vox.

El objetivo es evitar que se repita el resultado del 28M en Huesca, donde Podemos y Alianza Verde, la agrupación Cambiar Huesca, Equo y la Chunta Aragonesista se quedaron entre el 4,3% y el 4,7% de los votos, sin lograr representación en el ayuntamiento de la ciudad, a pesar de que la suma de votos de esos cuatro partidos de izquierdas alcanzó 4.390, cerca del doble de los 2.500 que consiguió Vox y que le dieron tres concejales para los próximos cuatro años.

El electorado ya está llamado a las urnas para la cita que decidirá el futuro nacional, ahora está por ver cómo de movilizadores son los mensajes de los socialistas y cómo de sólida es la unión de las demás fuerzas de izquierdas, para comprobar si de nuevo “pintan bastos” para la mayoría progresista o si esta consigue cambiar de cartas.