Su partido le necesitaba y él regresó. Cuando Podemos perdió fuelle por la ausencia de sus líderes, que se encontraban de baja por paternidad, Pablo Iglesias se reincorporó a la actividad para insuflar un nuevo soplo de aire fresco. El secretario general de Podemos recuperó su agenda con el inicio del curso y lo ha hecho con una nueva cara. El cara a cara que mantuvo ayer con el expresidente del Gobierno, José María Aznar, con motivo de su comparecencia ante la comisión de la caja B del PP era uno de los duelos más esperados. Y a pesar de que no defraudó, se pudo percibir un cambio de tono en el discurso de Iglesias. Su intervención fue mucho más institucional, calmado y sin entrar al trapo, un cambio evidente induce a la duda: ¿Ha cambiado el líder morado?

La respuesta es “sí”. O al menos así lo señalan fuentes internas de Podemos a ElPlural.com. Según han asegurado a este periódico personas del entorno de Íñigo Errejón, han percibido un cambio para bien en su secretario general: “Me sorprendió gratamente”, dijeron en relación al duelo Iglesias-Aznar.

A juicio de las fuentes consultadas, “creo que sinceramente el tema de los niños le ha cambiado mucho su perspectiva”. Y en efecto, se percibe una permuta en el líder de Podemos que es visible incluso para los ojos menos clínicos.

Mucho ha llovido desde aquella rueda de prensa en la que Iglesias se pedía la vicepresidencia mientras Sánchez se encontraba reunido con el rey Felipe VI. Ahora, mantiene un contacto fluido con el presidente del Gobierno a fin de concretar propuestas, han establecido grupos de trabajo que trabajan conjuntamente en diferentes medidas y, a pesar de que existe la habitual y lógica rivalidad electoral, el trabajo y acercamiento de ambos está dando sus frutos.

Pablo Iglesias se reunió con Sánchez en Moncloa, un encuentro del que salieron acuerdos tales como la supresión del voto rogado, la creación de una mesa de negociación específica sobre vivienda y alquileres, la creación de un Museo estatal de la Memoria, la firma de Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, la reducción del IVA a los productos de primera necesidad y los impuestos a los autónomos, la reversión de los recortes en educación, retirar la medalla y pensión al torturador Billy el Niño, acabar con el copago farmacéutico para los pensionistas etc. Y todo ello en el marco de unos Presupuestos que Sánchez espera presentar a finales de noviembre o principios de diciembre y que prevé aprobarlos en marzo gracias a la treta de ingeniería parlamentaria utilizada para sacar adelante la reforma de la Ley de Estabilidad Presupuesta y saltarse el veto del PP en el Senado.

Buen ejemplo del viraje de Iglesias es la pregunta que le realizó a Sánchez durante el pleno del día 12 de septiembre, cuando entabló diálogo sobre propuesta en materia de vivienda, dejando a un lado la confrontación y la crispación que le suelen caracterizar. “No pasa nada porque un político se vaya un tiempo porque hay que ocuparse de lo primero que es la familia”, dijo Iglesias durante la entrevista con Pedro Piqueras a su vuelta. Lo que no dijo es que ocuparse de la familia le ha cambiado hasta la perspectiva política y, por el momento, mantiene un perfil mucho más institucional. ¿Seguirá esta línea hasta las elecciones de 2019?