¿Por qué no gobernó la izquierda? Esa es la principal pregunta que responde  Jesús Cintora en ‘Conspiraciones’ (editorial Espasa), libro que sale a la venta el próximo 11 de abril. Obra en la que el periodista desvela los mensajes lanzados entre unos y otros partidos, las conversaciones en la sombra, o los pactos y las alianzas acordados para hacerse con el gobierno de España.

ELPLURAL.COM entrevista a Jesús Cintora para conocer algunos de los aspectos más relevantes de un libro imprescindible para comprender los convulsos meses vividos en nuestro país en el último año.

 

La primera pregunta es obligada, ya que en cierto modo es el origen de su libro. ¿Por qué no ha habido Gobierno de izquierdas en España?

Porque el verdadero poder establecido en España lo impidió. Tenemos que, por una parte, ese “establishment” influyó para impedir una alianza de izquierdas y, por otra, los líderes de la considerada izquierda no vencieron esas resistencias. Porque era casi imposible imponerse a esa influencia y también por errores propios. La noche de las primeras elecciones del 20D buena parte del poder establecido entró en modo pánico, porque la suma de votos de PSOE, Podemos e Izquierda Unida superaba ampliamente la del PP con Ciudadanos. Y ya no te digo nada si sumabas a ERC y a los partidos nacionalistas que no querían saber nada de Mariano Rajoy. Pero eso se tiró por la borda… El libro va contando por qué, paso a paso.   

Existió, por tanto, una conspiración, un acuerdo explícito entre distintos sectores de poder para que Pedro Sánchez no fuese presidente del Gobierno…

No es tanto que Sánchez sea el mártir, la víctima o el héroe de esta historia. Aquí se había decidido que PSOE y Podemos no debían encabezar un Gobierno y así fue. Eso es lo fundamental, aunque también Pedro y Pablo Iglesias cometieron sus errores, en estrategia y hasta en la forma más intima de su personalidad. Se cuenta en ‘Conspiraciones’. Además, quizás demasiado jóvenes y nuevos para imponerse a gente que lleva muchos años en el poder en España. En eso también influyen, claro, las tremendas luchas por el poder en los partidos.

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Pedro Sánchez ha vuelto con todas las intenciones de liderar el Partido Socialista. ¿Cómo interpreta el paso de Pedro Sánchez del ala más conservadora del partido a la más izquierdista?

Susana Díaz quería quitar a Sánchez antes de ponerlo. Es una forma de decirlo, pero es así. Se puede contar hasta desde lo anecdótico. Por ejemplo, Susana llamó a un dirigente histórico del PSOE nada más recibir al joven Pedro en su despacho y le dijo a este “mediador” que iba a apoyar a Sánchez para que liderara el partido, pero creía que se iban a equivocar. Después pactaron, porque ella quería ganar tiempo y que Pedro fuera su hombre en Ferraz, pero Pedro Sánchez incumplió acuerdos y ella se ha ido moviendo también para desalojarlo. Efectivamente, Sánchez no viene de una posición tan izquierdista como defiende ahora, porque le han empujado a ella para diferenciarse y también porque la emplea para salvarse o reconquistar el liderazgo. Hay una intriga larga de explicar y hay muchas cosas que no se han contado y que están en el libro.

¿Pretender pactar con los nacionalistas fue el principal error que cometió Pedro Sánchez o cometió fallos más importantes?

Qué va. Es terrible decirlo, pero a las elecciones generales Pedro Sánchez llega ya moribundo. ¿Por qué? Hay mucha tela que cortar. El origen está en cómo llegó a liderar el PSOE, en cómo fue perdiendo la confianza de pesos pesados decisivos en el partido, en por qué no les llamaba, en por qué no se los iba ganando, sino que los iba perdiendo, en por qué preferían ya a Susana… A Sánchez aún le quedaban contactos fundamentales, como Felipe González, pero eso se rompió mientras Mariano esperaba que le cayera la cabeza de Pedro como fruta madura. Luego, en todo eso que se dice de los nacionalistas hay mucha patraña. Cuidado.

¿Quién actuó de forma más torpe en las negociaciones para la formación de gobierno: Pedro Sánchez o Pablo Iglesias?

El libro no va sobre quién más o quién menos. Cuenta lo ocurrido y que cada lector saque sus conclusiones. Todo es cuestionable. Te puedo poner en duda hasta si decir negociaciones es mucho decir. Pablo siempre tuvo serias dudas de que Pedro mandara realmente en el PSOE y Sánchez le recriminó a Iglesias que tampoco ayudaba con determinadas decisiones. Que se lea, que se sepa lo que fue ocurriendo y que se vea qué pudo influir en cada momento.

Está claro que el PSOE se rompió al intentar formar Gobierno primero y después abstenerse en la investidura de Rajoy. Pero Podemos también ha sufrido divisiones internas en todo este tiempo…

El PSOE arrastra una fractura interna que arranca de la salida de Zapatero, con una crisis económica que les pilló como un terremoto, aunque antes hubiera temblores. Desde entonces hemos vivido intrigas entre los de Rubalcaba y los de Chacón, entre los de Madina y Pedro, entre los de Sánchez y Susana… Y está la llamada “vieja guardia”, los “barones”, etc. En Podemos, había recelos entre “errejonistas” y “pablistas”, pero eso estalla en este tiempo en el que Íñigo y Pablo hicieron juntos la primera campaña, pero no la segunda. ¿Qué pasaría entre medias y después? Por eso ha habido que investigar y está en el libro.

La frase pronunciada por Iglesias sobre la “cal viva” y la cara que puso Iñigo Errejón evidencian que en Podemos existen dos almas. ¿Son posturas ideológicamente irreconciliables o guardan más bien relación con meras luchas de poder?

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Ni en Podemos, ni en el PSOE, existen solo dos almas. Hay millones de militantes y simpatizantes que flipan con las intrigas de poder y que, en muchos casos, no las habrían gestionado igual. Solo hay que hablar con ellos, incluyendo en estas charlas recomendables viajes fuera de Madrid. Porque a veces se nos olvida la cantidad de gente que gestiona o tiene ilusiones y empuja fuera de la capital.

Tras analizar con profundidad todos estos meses, ¿considera que Ciudadanos y Podemos son políticamente incompatibles o es sólo ‘postureo’?

Mira, como anécdota. En la tele, al principio Pablo Iglesias me pedía debatir con Albert Rivera y este se negaba. Después, fue al revés. Albert me pedía debatir con Pablo y el que se negaba era Iglesias. Los tuve debatiendo, pero lo que ocurría era que, en un primer momento, el que estaba más arriba y tenía un partido era Rivera, por lo que poseía ese atractivo para que Pablo buscara ese duelo, pero después el que subió y ya estaba con Podemos era Iglesias, por lo que su interés para Albert se multiplicó. A menudo, los políticos hacen lo que más les conviene en cada momento, que no deja de tener muchas veces su lógica, pero en el tiempo de la formación de gobierno ambos han mantenido su palabra en esto: siempre dijeron que Podemos y Ciudadanos eran incompatibles y lo han mantenido.

Lo que está claro es que de este proceso sólo hay un claro vencedor: Mariano Rajoy.

Como diría él: “o no”. Mariano es un tipo listo que se hace el tonto. Y sabe que en España hubo 15 millones de votantes que no querían verlo ni en pintura. Todavía hay mucho progresista que se lleva las manos a la cabeza porque al PP le votaron 7,2 millones en las primeras y 7,9 en las segundas. No ven que los votantes que no querían a Rajoy fueron el doble, pero algo pasó para que esos partidos no se pusieran de acuerdo. Podían haber logrado la salida del PP o de Mariano de la Moncloa, perfectamente. ¿Qué ocurrió? Por otra parte, hay una victoria intelectual de los estrategas monclovitas que ha calado: el miedo al gobierno de izquierdas, después el mantra de que eran ellos o terceras elecciones y, por encima de todo, que tenía que gobernar Rajoy porque había ganado, cuando en España hay un sistema parlamentario y no es cierto que deba gobernar el candidato del partido más votado, sino el candidato que logre más apoyos en una investidura en el Congreso. Ahora, Rajoy sigue en el poder por sus maniobras y por la división de la izquierda, que no es nueva en este país. Y, ojo, aquí no hay un único culpable y un único vencedor…