Un sol radiante baña una casa de la sierra de Madrid. Son los estertores del verano pero hay mucha luz. Una roca con forma tortuguesca indica el camino a la entrada. A su izquierda, un columpio de madera se contonea débilmente porque casi no corre el aire. Una piscina sirve de estanque. Al cruzar el umbral de la puerta, la casa de la sierra de Madrid se convierte en un nido creativo. Es la sede de La Royale, colectivo musical formado por Roy Borland, Yero G, y Azuleja, donde un grupo de periodistas son recibidos por el propio Roy Borland, Teo PlanellCarlos Clerencia: "Es un sitio maravilloso en el que olvidar estrategias comerciales y dedicarnos a lo que más nos apetece y hacer la música que queremos", resume Borland. En este lugar se ha forjado, entre otros, el último EP de Teo Planell, Aún no existía Beatrice.

 

La sierra de Madrid es un lugar que esconde mística. A menos de una hora de la gran ciudad, la sensación es la estar en otro planeta. Moscas limpias giran a tu alrededor sin ser molestia y se escucha el crugir de la hojas. Ni un solo bocinazo. Solo paz, tranquilidad. Pueblo. Ni rastro de la ansiedad que provoca el engranaje de una capital. Que el único ruido sea el que generes tú y la naturaleza que te rodea. Que nadie te moleste ni tú molestes. Ni una queja vecinal más ni más visitas de la policía por culpa de un ruido sin insonorizar. Un refugio dedicado a la creación. Aunque suene irónico en una casa que hace funciones de estudio de grabación y sea habitada por músicos, que el silencio sea tan importante. Una de las razones para emprender esta nueva etapa ha sido tratar de hallar el silencio. Así define Planell este concepto: "Es clave para la convivencia y la música. Cuando estás en silencio, inevitablemente, la canción que hagas después va a ser mucho mejor. Ese espacio se va a ocupar por algo más legitimado espiritualmente".

Para Borland, el silencio también es un elemento trascendental: "Cuando compartes un hogar con alguien llegas a temas de conversación muy profundos o banales. Pero llega un momento en el que lo más valioso es no hablar. A lo largo de este proceso, hemos ido dándonos cuenta de que esta casa representa el silencio". Fuera móviles. Adiós redes sociales e impulsos vacuos. Asómate a la ventana y mira la montaña en vez de ver vídeos de montañas en Tik Tok. Un proceso de desintoxicación necesario. Sin pantallas, uno permite al cerebro moverse por el océano creativo. Partiendo desde este lugar vital se ha forjado Aún No Existía Beatrice.

¿Quién es Beatrice? Para conocerla, hemos de sumergirnos en la obra del alemán Hermann Hesse. Beatrice es un personaje clave que representa el despertar del amor idealizado y el deseo de autocomprensión de Emil Sinclair, el protagonista. Aunque Beatrice no es un personaje real con el que Sinclair interactúe directamente, es una figura simbólica de belleza y perfección. Para quitarle solemnidad, o no, Teo y Roy abrieron en libro al azar y pusieron el dedo en una frase. "Aún no existía Beatrice", decía la página. Teo, obsesionado con la obra, ha llevado su esencia a un trabajo musical. "Este libro es profundamente canónico y me ha cambiado la forma en la que vivir", relata entusiasmado. Y añade: "Me activó una forma de pensamiento que me llevó a ese momento perfecto en el que todo cae por su propio peso. Me pude agarrar a él y emprendí un nuevo camino espiritual. Creces, rompes con comportamientos, te das cuenta de que tienes capacidad para hacer daño pero tambien para perdonar y perdonarte", resume.

A raíz de este proceso introspectivo,Teo Planell retoma su creación musical, que decidió pausar durante dos años para valorar el verdadero significado detrás de su música: "He tenido tiempo de sobra para pensar, para escuchar mi música antigua y juzgarla, pero también para hacer las paces con ella; he valorado qué es lo que hace artístico un proyecto en este momento concreto de la industria musical, y si siquiera tiene sentido dejar hueco a la introspección creativa en pos de un artistry que quizás ni siquiera procede en términos comerciales o estratégicos. He confiado en el proceso y he conseguido inclinarme por un ritmo mucho más lento pero cuidado, dinámica que me ha permitido hacer Aún No Existia Beatrice desde un punto mucho más conectado a mí resultado siento vibrante y consecuente con el momento pseudo-catártico espiritual del que hablo y cuyo resultado siento vibrante y consecuente con el momento pseudo-catártico espiritual del que hablo".

Terminada la retórica, la casa de la Sierra entra en un silencio roto por los acordes de una guitarra, un ukelele y un violoncello. Roy Borland, Cleren y Teo Planell interpretan una serie de canciones en una atmósfera pura y ante la intrigada mirada de un grupo de forasteros. La música invade el silencio. Hay belleza. Maldita ciudad y bendita tierra.

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