El corazón de Madrid se detuvo por unos minutos cuando Rosalía apareció en la céntrica plaza de Callao envuelta en un halo blanco. Sin aviso previo y al más puro estilo de las grandes irrupciones urbanas, la artista convirtió la Gran Vía en pasarela, escenario y templo. Así presentó Lux, su nuevo álbum, que saldrá a la venta el próximo 7 de noviembre y que promete inaugurar una nueva fase estética y musical en su carrera: una era marcada por la simbología católica, la pureza cromática y una relectura contemporánea de lo sagrado.

La estética de Rosalía siempre ha funcionado como un lenguaje paralelo a su música. Si en Motomami (2022) exploraba el cuerpo, la energía y la ruptura desde una perspectiva híbrida -entre lo flamenco, lo digital y lo urbano-, ahora apuesta por la espiritualidad, el silencio y la luz. El blanco domina esta nueva narrativa: un color que, lejos de ser neutro, se convierte en signo de redención y en lienzo para el renacimiento artístico que sugiere el título del disco.

En la portada de Lux, proyectada en los enormes paneles de Callao durante la presentación, la cantante aparece vestida con un atuendo que remite directamente a los hábitos religiosos. El tejido vaporoso, la caída del velo y la pose frontal recuerdan a los retratos de santas del Barroco, pero con la tensión contemporánea que caracteriza su obra. En lugar de un crucifijo, el centro de atención es la mirada: fija, serena y cargada de intención. El gesto es una declaración estética y conceptual.

El atuendo que llevó por las calles de Madrid replicaba esa misma simbología: una blusa blanca de corte estructurado y una falda globo con una pequeña cola trasera. El conjunto, aparentemente austero, estaba calculado al milímetro. Rosalía lo completó con unos zapatos rojos de satén -un guiño cinematográfico al calzado de El mago de Oz- que aportaban un punto de disidencia visual en medio del blanco absoluto. Un detalle que rompe la pureza sin destruirla, como una nota discordante en un canto litúrgico.

El elemento más comentado, sin embargo, fue su nuevo peinado. La cantante estrenó una decoloración parcial que genera la ilusión de una aureola sobre su cabeza. Este efecto, conseguido mediante un degradado circular en tonos dorados y platino, evoca el halo de las imágenes sacras y se integra de manera literal en el concepto de Lux. La melena se convierte en iconografía; el cabello, en símbolo. No es solo un cambio de look, sino una extensión visual de la idea central del proyecto: la iluminación como proceso creativo y vital.

La performance en Callao fue tan breve como contundente. Tras anunciar en un directo de TikTok que algo importante iba a suceder en Madrid, Rosalía apareció conduciendo un coche blanco con el volante a la derecha y un rosario colgando del espejo retrovisor. Se bajó del vehículo y recorrió corriendo la Gran Vía, seguida por centenares de fans que habían acudido tras sus pistas en redes. La escena, a medio camino entre procesión y persecución pop, culminó en el hotel que albergaba el acto principal. Allí, las pantallas gigantes encendieron la palabra LUX sobre un fondo blanco, acompañada de la fecha de lanzamiento.

La elección cromática y simbólica del nuevo álbum apunta a un proceso de depuración, tanto musical como identitario. Si Motomami era carne, Lux parece ser espíritu.

El nuevo disco estará compuesto por 18 canciones y se estructura en movimientos, una decisión que sugiere un diálogo con la música clásica y la liturgia. Los títulos de los temas -Sexo, Violencia y Llantas, Mio Cristo, Porcelana, La Rumba del Perdón, Dios es un Stalker, Memória o Magnolias- mezclan lo terrenal con lo divino, lo confesional con lo irónico. Todo indica que el álbum combinará orquestación sinfónica y voces corales femeninas con la experimentación electrónica que define el sonido de la artista.

La preventa ya está disponible en su página oficial, y los primeros formatos físicos -CD y vinilo- incluyen tres canciones exclusivas. La portada, en sus distintas ediciones, mantiene la misma coherencia visual: el blanco total, los bordes luminosos y el nombre del álbum en tipografía sobria, sin artificios.

Lux promete ser una exploración de la fe, la pureza, la identidad y la fama, temas que Rosalía aborda desde su habitual ambigüedad entre lo místico y lo pop. En su tránsito de Motomami a Lux, hay una evolución que va del cuerpo a la trascendencia. Si antes rugía, ahora reza. Pero sin perder la ironía, la teatralidad ni el pulso con su tiempo.

La Rosalía que corrió por la Gran Vía vestida de blanco no solo presentó un disco: presentó una idea. Una estética que mira al pasado religioso para hablar del presente digital, una imaginería que mezcla lo sagrado y lo carnal, y una ambición artística que vuelve a situarla en el centro de la conversación cultural global.

El 7 de noviembre se revelará si Lux es confesión, renacimiento o provocación. De momento, su resplandor ya ha iluminado Madrid.

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