La historia de Anna Sorokin, que estafó cientos de millones de dólares a la élite más adinerada de Nueva York haciéndose pasar por una millonaria alemana de origen ruso, ya era suficientemente potente por sí sola, sin necesidad de todo lo que le ha añadido Shonda Rhimes. A ‘Inventing Anna” (‘¿Quién es Anna?”), menos Julia Garner,  le sobra de todo: duración, episodios, saltos temporales y “tramas b” que absolutamente nada  aportan a la serie, que acaba de estrenar Netflix.

Inspirada en un artículo del New York Magazine publicado por Jessica Pressler, que también ejerce como productora ejecutiva, la serie se centra en la investigación que llevó a cabo la periodista a quien da vida Anna Chlumsky tras la detención de la joven estafadora en 2017 que dejó a su paso cerca de 300.000 dólares en pufos. A través de entrevistas, tanto a ella como a los estafados, la periodista trata de elaborar un perfil real de la mujer de la que todo el mundo habla, y responder al fin a la gran pregunta: ¿quién es Anna? Por desgracia, no lo consigue.

Querer pero no poder

Nunca he sido muy fan de Shonda Rhimes. Salvo Los Bridgerton, he ido abandonando cada uno de sus grandes éxitos sin perdón… desde Anatomía de Grey, pasando por Scandal o Cómo defender a un asesino. Y con Inventing Anna a punto ha estado de pasarme lo mismo. La productora en esta ocasión se ha pasado de frenada.

Con tanto rico, tanto banco, tanto lujo, Instagram y tanta tontería, no me he bajado de la historia de milagro. Por si fuera poco, poco ayudan sus continuas idas y venidas en el tiempo, que confunden todavía más la historia. Adolece de un fracturado guion que abusa del misterio desde un principio, con tal de enganchar al espectador. 

Además de no responder a la pregunta que da título a la serie, Inventing Anna sufre otro gran problema. Todo en ella, y a pesar de estar basada en hechos reales, suena a demasiado ficticio e impostado… Hasta su protagonista Julia Garner, a la que idolatro, resulta a ratos demasiado histriónica. Anna Chlumsky, que interpreta a la periodista que lleva a cabo la investigación, me carga todavía más.

Inventing Anna se queda en un querer pero no poder. Eso sí, los amantes del lujo, el poderío, la frivolidad y  el éxito a cualquier precio, van a disfrutar a lo grande.