Todos la estábamos esperando. Porque el 7 de julio ya no es solo el día de San Fermín o el inicio simbólico de las vacaciones: es, desde hace cuatro años, el momento en el que Quevedo convierte el calendario en cancines y el verano en melodía. Y esta vez lo ha hecho con Tuchat, un título que juega con el lenguaje digital para envolvernos en un relato de nostalgia, deseo y reencuentro.
El estreno ha llegado sin anuncios ni campañas previas, fiel a la costumbre que el artista ha convertido en un ritual personal. Desde aquel 7 de julio de 2022, cuando el mundo vibró con su sesión junto a Bizarrap, cada año hemos aprendido a mirar esa fecha con la ilusión de descubrir un nuevo tema que no solo define el verano, sino que deja huella en la memoria colectiva. Y este 2025 no ha sido la excepción: Quevedo ha vuelto a cumplir.
El sonido del anhelo
Tuchat es, en esencia, una conversación que nunca se termina de tener. Es ese mensaje no enviado, ese “estoy aquí por si me necesitas” disfrazado de ritmo pegadizo y melodía suave. El tema se desliza entre el pop urbano y el reguetón más contemplativo, con versos que dibujan la historia de quien espera, en silencio, una señal de la otra persona.
El móvil que vibra de madrugada, los estados vistos a escondidas, el eco de una relación que ya no es pero que sigue ocupando espacio en la mente y el corazón. Y, como suele hacer el canario, ese universo emocional se viste con un ritmo que invita al baile.
Un videoclip lleno de luz mediterránea
El vídeo de Tuchat se rodó a lo largo de la costa de Cartagena, generando un paisaje visual que acompaña la narrativa del tema. Las playas salvajes de Calblanque sirven de escenario para escenas relajadas, en las que Quevedo aparece compartiendo risas y miradas junto a un grupo de amigos. En Playa Honda, los célebres “pisos de colores” al atardecer reflejan una estética nostálgica, casi onírica, donde la figura del artista se recorta con la brisa marina. Y en Los Belones, una secuencia en el restaurante Casa Rufino añade calidez al relato: mesas, luces suaves y ese ambiente cercano que humaniza al protagonista.

El videoclip ha sido grabado en la costa de Cartagena. Youtube.
El móvil vuelve a tener su momento clave en varias escenas, un recordatorio visual del hilo que conecta y separa a dos personas, testigo de lo que pudo ser y no fue, confidente de los deseos ocultos, y al mismo tiempo jaula de la que el protagonista no logra escapar. En conjunto, el clip construye una atmósfera de belleza natural, emoción compartida y el misterio de un mensaje aún por recibir.
El 7 de julio: una promesa cumplida
Este lanzamiento no es casual: es el cuarto 7 de julio consecutivo en que Quevedo se alinea con su propio calendario. Desde aquel icónico 7/7 de 2022, cuando estalló su sesión con Bizarrap, cada año trae una nueva cara de su música veraniega. En medio de un entorno saturado de lanzamientos con publicidades y teasers, Quevedo apuesta por la fuerza de la sorpresa. Sin advertencias, sin carteles; solo él y su música brotando justo cuando lo esperas menos, pero lo necesitas más.
Ese número 7 es más que una cifra: es su brújula personal. Lo eligió cuando era niño, lo ligó a su trayectoria y lo ha convertido en símbolo de conexión auténtica con su gente. Y así, año tras año, el 7 de julio suena a ritual, a promesa cumplida.
El camino recorrido y el que queda por andar
Con apenas 23 años, Quevedo se ha consolidado como uno de los nombres imprescindibles del pop urbano en español. Su ascenso ha sido meteórico, pero no por ello exento de momentos de reflexión y pausa. En sus canciones hay un pulso que combina la ambición de quien quiere comerse el mundo con la melancolía de quien sabe que el éxito no siempre llena los vacíos.
Este 7 de julio, una vez más, Quevedo nos ha recordado que la tradición, cuando nace del corazón, puede ser el motor de la creación más auténtica. Y ahora que el hechizo se ha renovado, solo queda esperar a que el verano siga su curso... con Tuchat sonando de fondo en cada rincón.