Rauw Alejandro ha traído a Madrid su show La Cosa Nuestra, todo un espectáculo con luces y sombras que encapsula la esencia de su último álbum y rinde una suerte de homenaje a su Puerto Rico natal. Este pasdo domingo 6 de julio, el reggeatonero abría su segundo concierto consecutivo en Madrid, y lo hacía bajo una muy poco habitual propuesta que eleva su espectáculo a un nivel poco explorado en el género. El cantante ya es conocido por no cumplir el estereotipo de cantante masculino que no ofrece mayor espectáculo que su presencia en el escenario, pero La Cosa Nuestra va más allá

Y es que el equipo del puertorriqueño ha apostado por un storytelling teatral que funciona y con el que el público responde. Una obra dividida en cuatro actos destinada a enganchar a los asistentes a lo largo de casi tres horas. Para ello, todos los ingredientes que tendría un taquillazo norteamericano: persecuciones, tiroteos, romance, sexo, mafia, traición. Un cóctel que cumple con su propósito gracias a una escenografía envidiable y una original propuesta que rompe con lo que cabe esperar de un concierto tan 'tiktokeable' como el de Alejandro, lleno de estribillos pegadizos que cruzan el oceáno en forma de trend en las redes sociales.

De esta manera, el artista abría el primer tramo de su propio musical -Trust no one, love anyway- después de protagonizar una persecución en coche grabada y proyectada para las 15.000 personas asistentes en el Movistar Arena. Ataviado con una gabardina negra y un sombrero, el popular cantante interpretaba su papel como mafioso de medio pelo en la Nueva York de los años 50 y desataba la locura con Punto 40, el primer tema de la noche que abría la veda a una pequeña obra teatral que pasaría por la trayectoria del artista.

Rauw Alejandro trae su propio musical

Era durante este acto en el que se presentaba al espectacular cuerpo de baile que acompañaría al reggeatonero y la orquesta que ponía la música en directo, dos piedras angulares de un espectáculo sólido y bien formulado. Como entrante, Déjame pasar, Panties y Brasieres y Santa, que apuntaban al despliegue de medios y narrativa del show. En el escenario, Rauw Alejandro conocía y se enamoraba de María, una misteriosa mujer que le llevaría a un turbulento camino de lujuria y desamor. El artista acompañaba esta historia a dos voces con un remix de los estribillos de Tattoo, Fantasías y El efecto que el público acogía con hambre. Este acto quedaba cerrado por otro súper ventas, Desesperados, que al hilo de la narración paralela al concierto, confirmaba el romance que acababa de nacer en la ficción. 

Tras un lapso protagonizado por un maestro de ceremonias que narraba lo ocurrido, la obra se reanudaba con Leap of faith, el segundo acto marcado por La oldskul, No me sueltes y Todo de ti, mientras el escenario se tornaba como una de las calles del Bronx donde la bandera de Puerto Rico ondeaba en un balcón, como homenaje a la familia inmigrante del artista. Eran quizás los monólogos del cantante, esparcidos a lo largo del show, los momentos que más opacaban la gran puesta en escena rompiendo con el ritmo del espectaculo. Estos discursos, que intentaban buscar el aplauso fácil y sonrisas indiscretas a golpe de tópicos sobre la 'lucha de sexos', no encajaban con la tónica general del concierto en el Movistar Arena.

Una historia de desamor

Los dos últimos actos, When the lights go down Between love and war han conformado el giro argumental en el que el desamor y la traición del personaje de María hacia nuestro protagonista, marcaba un agrio final. Y es que si algo tiene la discografía del puertorriqueño son composiciones sobre despecho y corazones rotos. El cúlmen de la sensualidad de la pareja que abría el tercer acto con 2/CatorceSexo virtual y Diluvio -con esta última el público enloquecía- se traducía en una ruptura que dejaba a Rauw Alejandro solo sobre el escenario cantando Ni me conozco.

La vorágine de desamor se hacía más tangible en el cuarto acto, cuando el artista interpretando su papel de despechado entonaba las salsas La Cosa Nuestra y Tú con él, que pretendían que el público cambiara el móvil por los bailes en directo. Más tarde, Qué Pasaría, Lokera, 2:12 AM y la famosísima Baby Hello hacían de banda sonora para la traca final: una persecución en un coche y finalmente la traición de la bailarina. Desenfocao, en cuya letra el artista ya explica que Le dije María y se llama Sofía, cerraba la original función antes del bis que el público ha pedido a gritos. Ese era el turno de SexxMachine, el cúlmen de La Cosa Nuestra que ha formulado a Rauw Alejandro como un artista consolidado que ya se permite pulir y perfeccionar nuevos formas de desplegar su múscia y plantar los pies en medio mundo.

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