Quién no se ha sorprendido tarareando canciones que no le gustan. O llevándolas todo el (santo) día en la cabeza. Un estudio dirigido por Kelly Jakubowski, investigadora en el Departamento de Música de la británica Universidad de Durham, ha ofrecido claves de qué canciones provocan esta inercia pegadiza: suelen ser más rápidas, con una melodía fácil de recordar. Suelen tener intervalos de repeticiones inusuales, que las diferencian de las canciones pop. de lo que se esperaría oír, o giros inesperados como caídas bruscas como el riff de apertura de Moves Like Jagger de Maroon 5, una de las melodías pegadizas nombradas en el estudio, o el de My Sharona de The Knack es un ejemplo. También tienen más probabilidades de metérsenos en la cabeza sin remedio las canciones con estructuras melódicas más comunes, típicas. Un ejemplo de ello en la música occidental es la canción infantil Twinkle Twinkle Little Star (Estrellita, dónde estás), donde la primera frase se eleva y la segunda cae. Numerosas otras canciones de cuna siguen el mismo patrón, por lo que es fácil para los niños pequeños recordarlas. Además, suelen sonar más en la radio o en Spotify, lo que hace que se nos metan primero en el oído y luego en la cabeza. El estudio incluye como otros ejemplos Bad Romance, de Lady Gaga; Do not Stop Believing, de Journey; y Can't get you out of my head, de Kylie Minogue. “Nuestros resultados muestran que se puede, en cierta medida, predecir qué canciones van a quedar atrapadas en cabeza de la gente”, señala Jakubowski.