En los libros de Javier Puebla sus personajes sienten y padecen como pocos, respiran y desbordan humanidad por todos sus poros. Javier tiene la capacidad, el talento, el arte de insuflarles vida. Abrir 'Es extraña la amistad'  (Algaida), una novela recién salida a la luz, y cualquiera de las suyas, es entrar en las vidas de sus personajes, sentirlos a tu alrededor, porque Javier hace que se levanten del papel y se muevan, hablen y sigan adelante con sus vidas. No les vemos subidos a un escenario interpretando su papel como actores, sino que somos nosotros los lectores los que nos movemos entre ellos protegidos con el don de la invisibilidad y a veces, en las escenas más perturbadoras, más descarnadas, opresivas y violentas, y el libro desde luego no carece de ellas, sentimos angustia y miedo y lo que más tememos es perder esa protectora invisibilidad y hacernos visibles a sus ojos, lo cual sería un problema porque seguro que no se tomarían muy bien nuestra intromisión en sus las más de la veces complicadas, angustiosas, insanas y aperreadas  vidas de este thriller magistral.

Cuando se acaba de leer un libro de Javier Puebla, al guardarlo en la estantería con el resto de los libros, uno siente que dentro del libro, convertido en un caballo de Troya, se han colado en su casa unos personajes poco recomendables que puede que no los contengan ni las tapas ni las guardas, y se escapen llevados por su irrefrenable impulso de vivir, de exprimir a tope su viaje solo de ida, y entren a formar parte de nuestras hasta entonces comunes y corrientes vidas. Javier tiene la magia de lograr que no olvidemos sus personajes, unos personajes que nos hacen sentir un estremecimiento, un escalofrío con solo ver el lomo del libro colocado hombro con hombro entre otros libros del anaquel. Cuando se acaba de leer un libro de Puebla, de disfrutar de su bien armada prosa de frases cortas y precisas sin floritura alguna, sin caer en ningún momento en la autocomplacencia, uno siente que se acabó la brillante representación, el disfrute de su lectura, esa tensión que nunca decae, esa curiosidad que te lleva a pasar páginas sin descanso como en una suerte de trance, preso de  la necesidad de saber qué va a pasar, cómo van a acabar esos personajes que son cualquier cosa menos previsibles y aburridos. La primera y casi única obligación de todo escritor es no aburrir y Javier nunca aburre, jamás. Muy al contrario, al leerle vamos examinando, reconociendo, algunas sintiéndolas inquietantemente cercanas, familiares, las capas  del légamo  con el que están hechos sus personajes. Todo un  inquietante barro, rabiosa, perturbadora, dolorosa, gloriosamente humano.

Con 'Es extraña la amistad', su última novela, sus lectores hemos vuelto a disfrutar del incomparable placer de la lectura, de esos personajes únicos, algunos ya conocidos de otros de sus libros, unos personajes que habitan la jungla de asfalto de ese Mad Madrid insufrible pero insustituible, unos personajes de esos que al verlos uno, por si acaso, se cambiaría de acera. Unos personajes que uno no quisiera nunca conocer o quizás sí porque dan miedo sus abismos abiertos pero, como todo abismo, al mismo tiempo nos atrae más que cualquier otra cosa la tentación de asomarnos a ellos. De sacar un poco más la cabeza al vacío para recrearnos con un insano placer en el vértigo que nos producen.

Solo queda felicitar a Javier Puebla por este palpitante, estremecedor, punzante libro, esta vibrante y emocionante novela, pura vida sostenida magistralmente por la deslumbrante prosa  de un escritor en plena madurez creativa que domina con envidiable soltura todos los registros de la novela. Ojalá que esta extraordinaria novela tenga el reconocimiento que merece. Cualidades, desde luego, no le faltan. Enhorabuena por este excepcional ejercicio de escritura que a nadie dejará indiferente.