Agustín Martínez (Lorca, Murcia, 1975), el más joven de los Mola, publica en solitario ‘El Esplendor’ (Planeta), un thriller psicológico que rescata uno de los episodios menos conocido de la Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración de las islas británicas del Canal de la Mancha. Aunque no es una novela histórica, el autor da rienda a una de sus pasiones: rescatar del olvido esas pequeñas notas al margen de la historia. “A diferencia de Auschwitz o Mauthausen, no hay hornos crematorios ni cámaras de gas, pero tenían el mar. La isla está rodeada de cadáveres”, nos cuenta en una entrevista a ElPlural, sobre el infierno en que se convirtió este territorio durante la ocupación nazi. No se sabe exactamente cuántos presos murieron allí, al menos 1.000, pero hay quien habla de 10.000, entre ellos algunos españoles. Lo que sí se sabe es que los alemanes desplegaron toda la crueldad posible contra las personas a las que encarceló en este paraíso natural -judíos y presos de los territorios ocupados-. para construir un cinturón de fortificaciones defensivas, el llamado Muro Atlántico de Hitler.
Ubicadas en un punto estratégico a oste de la costa de Normandía, tanto Napoleón como Hitler quisieron convertirlas sin éxito en su catapulta hacia el Reino Unido. Aunque dependen de la Corona británica, cuentan con un sistema jurídico propio, cuyas raíces se remontan a la Edad Media, que ha permitido que estas islas convirtieran en un paraíso fiscal.
Hasta allí viaja Rebeca en busca de los herederos de una pareja de jubilados fallecidos en una masía en Oristà, en el interior de la provincia de Barcelona, para llevarse una 30% de una herencia millonaria. Al regresar a España entra en shock y, cuando recupera la consciencia, finge no recordar nada. Su pareja, César, un joven buscavidas que proporciona drogas y diversión a los clientes VIP de un hotel de lujo, recorre sus pasos en busca de respuestas, pero a medida que avanza la trama, ve cómo se van desmoronando todas las certezas que creía hasta ese momento.
Los seres humanos, cuando están por encima de cualquier ley, se pueden convertir en monstruos
La novela se inicia con una cita del poema ‘Los comedores de Loto’, de Alfred Tennyson, el poeta inglés del romanticismo, que es uno de los referentes de Agustín Martínez. “Soy un poco gótico”, reconoce. Inspirado en 'La Odisea' de Homero, el poema recoge las aventuras de un grupo de marineros que, al comer el fruto del loto, olvidan quiénes son y por qué emprendieron su viaje. “Me parecía que representaba muy bien lo que se cuenta en la novela: personajes que intentan huir de su pasado, reinventarse, pero acaban atrapados en una espiral que los devora”, señala el autor. ’El Esplendor’, añade, es una trama sobre la identidad y la ambición. “Quería contar la historia de una especie de Ícaros modernos, personajes que intentan ascender socialmente y acaban quemándose las alas, atrapados en un mundo perverso que les viene grande”, explica. “Los seres humanos, cuando están por encima de cualquier ley, se pueden convertir en monstruos, unos monstruos que pueden acabar devorando a César u Rebeca”, advierte.
Entrevista con Agustín Martínez: "La isla está rodeada de cadáveres"
PREGUNTA.- ¿Cómo te sientes con este hijo en solitario?
RESPUESTA.- Muy contento, la verdad. Es una novela que ha ido gestándose poquito a poco, con tranquilidad, porque he estado muy liado con muchas cosas, pero muy contento de cómo ha terminado, de cómo es la novela y de bueno y de las sensaciones que estoy teniendo de la gente que la va leyendo.
P.- ¿Llevas mucho tiempo con ella?
R.- Es una novela escrita sin prisas. Esta es la gran diferencia con todo lo que hago, ya sea una serie o una novela, que siempre tiene fechas de entrega y te obliga a tomar decisiones, a veces, demasiado rápido. Como no tenía la presión de la publicación, he dejado que fuera fluyendo un poco, con todas las piezas que necesitaba para construirla. Creo que todo encaja muy bien y tiene sentido,
P.- ¿Cuál es el germen de esta novela?
R.- Leí un artículo de prensa sobre despachos que se dedican a buscar los herederos de personas que han fallecido sin testar. Me gustó la parte detectivesca de ese perfil de alguien tiene que reconstruir la vida de una persona que ha fallecido y encontrar a posibles familiares, algo no muy alejado de los protagonistas de los thrillers o las historias de suspense: policías, fiscales, jueces, etc. Me pareció un punto de vista diferente y también me interesó por lo amoral de ese trabajo: buscar a familiares para, en realidad, rapiñar un trozo del dinero que les corresponde.
No me gusta hacer héroes de una pieza, gente súper buena o súper mala
P.- Los dos personajes principales se meten en la boca del lobo, sin saberlo y, a medida que avanza la novela, cada vez es peor. Pero ellos también tienen un trasfondo canalla y amoral o inmoral, según como quieras verlo, ¿no?
R.- No me gusta hacer héroes de una pieza, gente súper buena o súper mala, es demasiado ficticio. En la realidad, la gente es mucho más compleja. Tanto Rebeca como César son personajes que están bordeando la moralidad, tienen algo de estafadores e intentan colarse en el mundo de la alta sociedad. Mis personajes tienen múltiples capas y su verdadera identidad se revela progresivamente a lo largo de la novela. La primera imagen que tienes de César no es la que queda al final y con ella pasa lo mismo. Para mí es tan importante el giro de trama, como el descubrimiento de algo que no sabías de los protagonistas.
P.- Todos los personajes ocultan cosas y también les gusta fingir que son otra persona. En tu trabajo como guionista o novelista ¿te conviertes también en otra persona al meterte en la piel de tus personajes?
R.- Te podría decir que hay una parte de farsante también en el escritor, pero no sé, a veces veo el mundo de la escritura muy conectado con el mundo de la interpretación. Cuando escribes, te sumerges en la mente de cada personaje, construyes su psicología y su universo. Vas saltando de uno a otro, y hay algo camaleónico en ese proceso. Es inevitable hacerlo si te dedicas a escribir, tener esa capacidad o ese interés. Yo lo tengo y lo disfruto. Siento que una novela está yendo bien cuando estoy a gusto dentro del personaje, una novela o un guion.
Por otro lado, me gustan ese tipo de figuras, de personas que han creado una identidad nueva, me parecen fascinantes. ¿De qué huyen? ¿Por qué lo han hecho? Pienso por un lado en 'El adversario', del escritor francés Emmanuel Carrère, o pienso en Demara [en referencia a Ferdinand Waldo Demara (1921-1982), que inspiró la película 'El Gran Impostor'], que es un personaje real del que se habla en la novela, que cambió un montón de veces de vida: profesor de instituto, cirujano, carcelero, siempre con nombres nuevos e historias nuevas. Me parece un personaje muy atractivo para la ficción
P.- Tú también te inventaste una nueva vida, la de Carmen Mola, en este caso, compartida. ¿Disfrutaste del engaño?
R.- No lo disfruté a priori porque no sabíamos que engañar a todo el mundo. En el punto de partida nos dábamos por satisfechos con publicar una novela, lo que pasa que el fenómeno empieza a funcionar, a partir de la segunda novela, es cuando la gente empieza a preguntarse quién es. Me lo pasé muy bien con esa suplantación, era muy divertido ver desde la barrera qué pasaba alrededor de Carmen Mola, incluso opinar sobre ella. Me parecía guay, una sensación muy chula, como una dislocación. Como no teníamos claro que esto iba a pasar, no hicimos un diseño bien hecho del personaje, era más una sensación de tú como escritor -he tenido la súper fortuna de poder trabajar siempre en esto-. de ver un éxito que has creado tú, pero que nadie sabe que eres tú. Siempre digo que me gustaría repetir la experiencia.
P.- Al final, sin pretenderlo habéis diseñado una gran campaña de marketing, alimentando el suspense.
R.- Todo lo que ha sucedido alrededor de Carmen Mola, sin ser una campaña de marketing, ha ayudado, sería absurdo negarlo. Es muy difícil que una novela funcione y encontrar tus lectores. Nosotros hemos conseguido algo que es casi imposible con Carmen Mola, que es que a todo el mundo le suene, al menos el nombre.
P.- La mayoría de los escritores hablan de que su labor es muy solitaria. En tu caso, no tanto, ¿bajo qué personalidad te sientes más cómodo, como Carmen Mola o como Agustín Martínez?
R.- Me siento igual de cómodo en las dos. El escritor es el mismo, el que está en Carmen Mola, el de 'El esplendor' o el que está con un equipo de guionistas haciendo una temporada de una serie. Mis gustos están ahí y lo que varía son las herramientas, cómo cuento la historia.
Esto es lo más sorprendente o poco habitual en el mundo de la literatura, un escritor suele escribir durante toda su carrera el mismo tipo de novela. Te explotaría la cabeza si de repente Posteguillo se pone a hacer comedia romántica contemporánea. En cambio, nosotros que venimos del mundo de la tele, ya hemos hecho muchas veces eso, la gente no lo asocia tanto a nuestros nombres, pero yo he escrito comedia musical, drama, histórico, thriller contemporáneo, un montón de géneros muy diferentes. El escritor siempre es el mismo, pero la historia te lleva a usar herramientas diferentes. Escribir en equipo te da unas posibilidades para un determinado tipo de cosas de cómo se trabaja y de cómo es el proceso creativo y escribir en solitario te permite hacerte dueño del universo que que estás creando y apostar por otras cosas que son quizá más personales.
P.- Con Carmen Mola habéis ideado un estilo propio del que los tres formáis parte, 'El Esplandor', sin embargo, es diferente.
R.- No queríamos hacer minimolas, ni un sucedaneo de Carmen Mola. Para hacer algo distinto tenemos que hacer algo individual y eso es bueno para nosotros y para el lector. Lo que vas a encontrar aquí es algo diferente. Yo también lo comparo mucho con la música, que creo que es el el ejemplo más más evidente. Los Beatles no es la música de Paul McCartney, encuentras conexiones, pero la identidad de ellos es una y la de Paul o la de John Lennon es otra.
Nunca he tenido celos de Carmen Mola
P.- ¿Alguna vez has sentido celos de Carmen Mola?
R.- No, nunca. Porque Carmen Mola soy yo y sería como estar enfadado con una parte de mí mismo.
Los postes que marcaban la entrada del campo de concentración de Lager Sylt, en Alderney (Foto: Javier Ocaña)
P.- Sin ser una novela histórica, recoge un episodio terrible de la barbarie nazi y bastante desconocido en el Canal de la Mancha, la ocupación de las islas de Jersey, Guernsey, Alderney y Sark, y su utilización como campo de concentración. ¿Cómo llegas a esta historia?
R.- Supe de esta historia por un reportaje de esclavos de Hitler, que contaba la presencia de presos españoles en en las islas del Canal de la Mancha y en concreto en Alderney, que es donde se desarrolla la mayor parte de la acción. Empecé a investigar sobre el tema y encuentro muy poca documentación. Cuando termina la guerra mundial se vende como una ocupación modélica sin víctimas, en la que el trato había sido muy bueno con con los pocos habitantes que había de las islas, y esa mentira se sostiene desde el 45 hasta prácticamente los años 80.
Encontré un estudio muy reciente, un libro que se llama 'Adolf's island', que es el primero que se hace poniendo nombres y apellidos a las víctimas. Habla como mínimo de 1.100 muertos. Encontré otros dos libros poco conocidos con testimonios de supervivientes del campo de concentración: uno sobre un prisionero ruso y otro sobre Juan Dalmau, un español que decidió quedarse a vivir allí con su familia. Ni siquiera es un libro, es un opúsculo contando su experiencia. Reuniendo todo esto, empiezo a hacerme una idea de qué pasó allí, pero fue muy complicado. Hablé con la Asociación Española de Víctimas del Nazismo para pedirles documentación sobre el tema y no tenían nada, aparte de lo que ya había encontrado.
No hay hornos crematorios ni cámaras de gas, pero tenían el mar
Hoy en día, cuando una la recorre, da malas vibraciones. La isla es muy bonita, con sus acantilados y sus fortalezas victorianas, pero todo está lleno de hormigón nazi: búnkers, torres de vigilancia, trincheras, puestos de ametralladoras... Allí, a diferencia de Auschwitz o Mauthausen no hay hornos crematorios ni cámaras de gas, pero tenían el mar. La isla está rodeada de cadáveres. Por aquí pudieron llegar a pasar 10.000 personas y no sabemos sus historias, no sabemos sus nombres, no sabemos sus apellidos, no sabemos qué pasó con ellos.
P.- Tras escribir un primer manuscrito, viajaste a las islas. ¿Cambió algo para ti?
R.- Ese primer manuscrito ya tenía bastante de lo que yo quería contar de la isla y no hubo una gran transformación, solo algunos detalles. De esos campos de concentración ahora sólo quedan los postes de entrada, dando paso, por ejemplo, a una vivienda adosada. Es extraña esa sensación de la vida continúa y ese poste testimonio del infierno.
¿Se puede borrar el pasado? Por eso me funcionaba tan bien la isla, ha intentado eliminar su pasado, pero no pueden hacerlo porque está delante
P.- ¿Cómo se vive allí todo esto? Da la impresión de que han querido barrer el pasado.
R.- Es imposible. Con esto juego mucho en la novela: ¿se puede borrar el pasado? Por eso me funcionaba tan bien la isla, ha intentado eliminar su pasado, pero no pueden hacerlo porque está delante. Hay un muro antitanques en la playa, con los agujeros de los sitios donde fusilaban a los a los presos.
Hay un pequeño museo de la ocupación nazi, todo el mundo sabe historias de aquella ocupación, pero no quieren hablar mucho sobre el tema y hay cierta incomodidad con que vayas a visitar los espacios. Han puesto muchas trabas a gente que ha ido a investigar y a intentar hacer excavaciones. Tengo la sensación de que no han olvidado, pero quieren mirar hacia delante. Temen que la isla se convierta en un destino turístico tipo Auschwitz y que la gente vaya allí a hacerse selfies.
Disfruto con la historia en los márgenes, estas pequeñas notas a pie de página
P.- ¿Disfrutas metiendo episodios históricos en tus novelas?
R.- Disfruto con la historia en los márgenes, estas pequeñas notas a pie de página. Me gusta la documentación y sumergirme en este mundo. unque la novela es 100% contemporánea y sus dilemas —la identidad, la ambición— también lo son, se apoya en un hecho histórico real.
P.- Inicias la la novela con una cita del poema de 'Los comedores de loto' de Alfred Tennyson. ¿Qué significa para ti este autor? ¿Por qué lo has incluido?
R.- Hace referencia a 'La Odisea' y a la gente que olvida quién es. Ulises iba con con sus amigotes cuando se encontraron con los comedores de loto y casi se queda ahí, a mitad de camino, porque olvidaros quiénes eran y por qué habían salido de viaje. Me parecía que representaba muy bien lo que se cuenta en la novela.
Por otro lado, Tennyson y la poesía del siglo XIX inglesa me gusta. Aunque no es 'El resplandor', que es una película de terror, sí he querido darle un ambiente de espíritus, la novela fantástica de terror de esa época, con una mujer encerrada sola en una fortaleza, los acantilados, un universo tan decimonónico.
P.- Eres un poco gótico, ¿no?
R.- Sí, es verdad que tengo esta vertiente a nivel de de gustos musicales y en la ficción. Me gusta el terror, me gusta el fantástico, el fantástico romántico del XIX y he querido meter esa atmósfera en la novela. Cuadraba muy bien.
Mi gran ambición es conseguir una novela que funcione muy bien como entretenimiento, pero que te deje un poso
P.- ¿Qué persigues con esta novela?
R.- Que enganche. Mi gran ambición es conseguir una novela que funcione muy bien como entretenimiento, pero que te deje un poso, algo que perviva un poquito en tu cabeza durante un tiempo. Encontrar eso, que la novela tenga diferentes capas es lo que uno va buscando.
P.- Todo esto te llega en un momento dulce, con la novela de Carmen Mola funcionando muy bien, con nueva temporada de 'La Caza',,,
R.- Me siento un privilegiado absoluto. He llegado al lugar con el que soñaba de pequeñito, cuando quería contar historias.