Han pasado 10 años desde el lanzamiento de Moonglasses, el álbum de Guante Blanco que influenció a miles de jóvenes aficionados al rap que descubrían en el “sonido Madrid” la respuesta a años de retórica y anquilosamiento en la escena nacional. Joka Jr. Suárez, la mano dentro del Guante Blanco, desapareció como hacen los autores de culto. Ahora ha llegado el momento de volver con un nuevo álbum con todas las papeletas para reeditar el estatus de “clásico de barrio”. Y Burning Bridges está a la altura de lo esperado.

Joka Jr. Suárez coge la libreta y escribe con la experiencia de una década que no ha pasado en balde para uno de los artistas con mejores letras del panorama nacional.

En una entrevista con ElPlural.com el rapero reflexiona sobre música, calle, cultura y política.

Pregunta: El disco salió el mismo día que el nacimiento de tu hijo

Respuesta: Si lo quieres planear, no sale. Se ha mezclado la energía de crear un disco con la de una nueva vida. Y es muy guay toda esa emoción que se genera. Ahora mismo estoy en una vorágine de emociones y sentimientos. Promoción del disco, shows, merchandising y todo el trabajo que supone tener un hijo.

P: Y nació un 23F.

R: Un golpe de Estado a las emociones.

P: Me imagino lo que tuvo que suponer ver la cara por primera vez a su hijo.

R: No se parece a nada. Es un momento vital increíble, una ida de olla. 

P: ¿Notas un cambio personal?

R: Todavía es pronto para ello. Me ha atropellado la realidad y estoy haciendo malabares para compaginar las emociones. 

P: Tu otro hijo, Burning Bridges, es un reflejo de todo lo que has sentido en estos 12 años que llevas sin publicar un disco.

R: Son todas las sensaciones y lo que has sacado en claro en cinco años en los que has creado ese escenario donde pasa todo. 

P: Da la sensación de ser un trabajo muy cuidado. Casi artesanal.

R: Es también una posición. Quería reivindicar ese concepto de un disco que escuchas desde el principio. Y que empiezas a cogerle el gusto cuando lo escuchas varias veces. Cuando ya estás metido en el micromundo del artista. Es algo que también me ha pasado a mí como oyente. Con los discos que más he disfrutado siempre ha sido así. Era pequeño y me enfrenté a los primeros discos de gangsta, o en el mundo de Mobb Deep o Quincy.

P: ¿Qué inspiraciones has tenido para crear el disco?

R: En mi caso, la inspiración es algo etéreo. Y vas construyendo un mundo en base a reflexiones, cosas que ves en la calle en determinados momentos o experiencias que tiene gente que está a tu alrededor. 

P: Formas parte de una generación de raperos de Madrid que ha influido a toda una generación pero que quizás sufrió algo de marginación mediática.

R: Era una época en la que quería haber mucha revolución y a veces pasa que te das con la cabeza en la pared de la realidad. Quieres cambiarlo todo y te das cuenta de que la realidad es más dura. Es muy importante que gente como Elio Toffana o Dano se hayan mantenido haciendo cosas de gran nivel y hayan servido de inspiración a chavales que ahora son los que están arriba.

P: Se nota el respeto que tienen esos nuevos artistas por tu generación.

R: Para mi es una recompensa moral que flipas. Ver a chavales que han cogido tu bandera y se han partido la cara con ella, me llena de orgullo y satisfacción. 

P: A lo largo de vuestras letras también hay mucho contenido político, pero hay que saber verlo.

R: En cuanto a lo político del mensaje, siempre pongo como ejemplo nuestro primer tema, Platino y ébano. Lo publiqué con Toscano y hablábamos de las putas de la casa de campo. Y eso no es política en sí, ni estábamos diciendo 'vámonos de putas'. Era representar lo que veía desde mi ventana, lo mismo que había escuchado a Nas en Project window. He nacido en el Alto de Extremadura y mi casa daba ahí. A las filas de coches. Bajábamos con los chavales a dar una vuelta y veíamos a las chicas explotadas. Muestras una realidad que sorprende a la peña. Es lo que hay y es lo que veo desde la ventana. A mí el rollo darte la chapa a nivel político no me gusta y me sale hacerlo de otra manera. 

P: También es un disco en que hay mucha calle.

R: Sí. El rap sin calle no tiene sentido.

P: Sobre este concepto siempre me lleva a una escena de Una historia del Bronx en la que Robert de Niro le dice a su hijo que el tipo duro es él, el trabajador. Y no el mafioso con el que comienza a juntarse, Sonny.

R: Sí. Y también lo es Sonny. Y la madre soltera que está con su hijo. Y el chaval que no tiene ningún tipo de beca y tiene que levantarse todos los días para ir a la facultad sabiendo que igual no va a encontrar curro y el chaval que estaba en la obra levantándose cinco talegos y conducía un BMW. Si curras, eres honrado, buena gente, eres un héroe. También te digo que si eres un pedazo de traqueto, que te lo curras, no te pillan, olé. No desprecio lo ilegal en ese sentido. Desprecio al que pudiendo hacerlo de manera legal, decide reírse de todo el mundo. Un chaval de barrio sin oportunidades que ha sido más listo y se las ha buscado por ahí me merece el mismo respeto que Robert de Niro dándole un mensaje de puta madre a Calogero. Yo soy muy kinki y defiendo a los chavales que le echan huevos.

P: Algo que habéis cambiado también es la música que escuchan los chavales. 

R: O que haya chavales como Morad y Bobby (Ergo Pro) que vienen de África y tengan la relevancia que tienen es súper importante. Que los chavales tengan a alguien a quien mirar. También que las mujeres tengan sus referentes. Pues la generación de inmigrantes necesita espejos en los que mirarse. Igual que los necesitaba yo también. Chavales que van por la calle y notan miradas de desprecio y puedan tener un referente. 

P: Entrevisté a Nickzyy y me contaba que a veces necesitaba para ser feliz volver a su barrio y bajarse al bar a ver un partido del Athletic.

R: No les puede dar más miedo a los retrógrados que eso. Que un chaval africano esté comiéndose un bocata de calamares en la Plaza Mayor y viendo al Real Madrid. Es como tiene que ser y es como es. Y como no lo aceptes te vas a dar una buena hostia contra la pared. Me da mucha rabia. Peña que no ha pisado un barrio obrero y multicultural en su vida y lo único que tiene es miedo. Y ves a cuatro chavales con el chándal del PSG, te cagas. Y eres un cagón. Estás metiéndole el miedo a otra gente porque sois unos cagones. Siéntate con ellos y si te roban te jodes por cagón. Contra el miedo, échale huevos. 

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