Carmen Berasategui navega entre su faceta creativa y su rol como gestora cultural. Poeta y artista visual, dirige desde hace ocho años el Festival de Poesía Nudo, una tarea que compatibiliza con su labor de editora en Trampa; desde ambos espacios amplifica las voces poéticas de otros y enriquece el tejido literario de Barcelona. En estos días, y hasta el próximo 14 de abril se celebra la octava edición de este espacio vibrante que celebra la poesía y la creatividad en todas sus formas por distintos rincones de la ciudad condal.

En esta dualidad, que a veces implica el desdoblarse, invita a explorar las múltiples capas de la expresión artística y la dinámica cultural, revelando cómo cada faceta se nutre y enriquece mutuamente en un ciclo de creación y colaboración. Un ritmo de vida que la sumerge en una estimulación intelectual perpetua.

La idea del Festival de Poesía Nudo, la razón principal de esta conversación, nace a raíz de su primer embarazo, momento en el que vivió “una explosión creativa sin precedentes”. En aquella época ya escribía, hacía collage, desarrollaba una actividad artística, pero no se dedicaba a ello como su oficio principal, entonces era editora médica.

“La maternidad fue un antes y un después; empecé a hacerme preguntas y decidí que quería más poesía y más arte en mi vida. Así que comencé a coquetear con formatos nuevos, con vídeo, con fotografía, con collage, mezclándolos con la palabra poética y a buscar sitios donde mostrar lo que hacía. Me di cuenta de que no había en Barcelona ―además de la Semana de la Poesía, que es un festival institucional― un espacio común para gente inquieta, desconocida, que pudiera compartir y mostrar sus creaciones. Y pensé, ¿por qué no lo creamos?”.

Su interés esencial era convocar a “gente sin nombre, sin trayectoria” que pudiera encontrar ese lugar idóneo para compartir no solo lo que creaba, sino compartir inquietudes, hablar de descubrimientos. Después de un tiempo pensando en el nombre adecuado, un nombre clave, determinó Nudo.

“La verdad es que cada vez me ratifico en lo acertado del nombre porque reúne el deseo de fusión de disciplinas. Yo quería la poesía mostrada en todas sus formas. Poesía visual, poesía con danza, poesía con cine, o sea, con otros lenguajes. Tiene todo el sentido porque la poesía viene coqueteando con otras disciplinas desde hace siglos. Realmente su origen es oral. Pienso en los trovadores, los juglares, la mezcla de la palabra con performance, con danza, desde tiempos inmemoriales. Era algo en lo que yo quería hacer hincapié: en esa fusión de disciplinas y luego en la unión de gente desconocida con gente de trayectoria más más dilatada. Eso es lo que me apetecía”.

Cartel de Nudo

Yo veo el festival siempre un poco como una hermandad

PREGUNTA.- ¿Qué ha resultado de esa unión tanto de la poesía en sus distintas formas como del encuentro entre poetas con trayectoria y nombres menos conocidos?

RESPUESTA.- La consecuencia ha sido que hemos generado una comunidad. Porque siempre me ha gustado ver el festival como una fiesta de almas inquietas, de criaturas poéticas, tanto gente joven que acaba de iniciarse, que acaba de descubrir sus primeros poetas, que empieza a pergeñar sus primeros versos, como gente que ha decidido dedicar su vida a la poesía. Me encanta que haya ese espacio de efervescencia entre todas esas gentes. Yo veo el festival siempre un poco como una hermandad.

P.- ¿Qué cosas pasan en esa comunidad?

R.- Llevamos a cabo diversas actividades que fomentan la interacción y el intercambio. Por ejemplo, durante la feria poética, aprovechamos el tiempo para conversar y luego nos organizamos para ir juntos a comer. Este momento no solo es de esparcimiento, sino de conocer las obras y proyectos de los demás, ya que la curiosidad por lo que hacen los otros es fundamental. Además, se realizan numerosos talleres y cursos, como escritura colectiva e iniciación a la poesía, que permiten nutrirse de las ideas y perspectivas de los demás. Si bien en mi escritura busco mucho la soledad, es un proceso introspectivo porque al final si algo hace la poesía es narrarte, escribiendo te descubres, esa soledad de la que brota luego se enriquece en los espacios de creación colectiva. Está muy bien porque al final te nutres de las inquietudes ajenas, compartes el resultado y entonces se aviva esa curiosidad por saber lo que hacen los demás. Creo que es muy importante abrir ventanas.

P.- Esta es la octava edición de Nudo: ocho años, ocho días, ocho lugares. Cuéntanos acerca de esta fiesta en torno al número ocho.

R.- Es una celebración que lleva consigo una simbología profunda, el número ocho representa el infinito. A lo largo de estos años, hemos enfrentado diversos desafíos, incluyendo la pandemia que irrumpió en nuestro camino. Digamos que si tuviera que dividir la trayectoria de Nudo, sí que estaría marcada por esa hondonada justo en el medio. Los tres primeros años fueron de abonar la tierra, plantar la semilla y seguir cultivando la tierra poco a poco, de explorar si existía un lugar en la ciudad para este tipo de evento, si había interés por parte del público. Descubrimos que sí. Los dos primeros años ofrecimos actividades durante todo un fin de semana, de manera gratuita. En el tercer año, en 2019, introdujimos la entrada, otorgando así un valor a la experiencia para aquellos que nos acompañaban. Marcó un hito significativo para nosotros, con la creación de la feria poética y el establecimiento de un equipo con el que nos sentimos profundamente conectados.

Es esencial abrazar el desastre, ya que las pequeñas desgracias cotidianas son parte intrínseca de nuestra existencia

P.- Luego vino la pandemia…

R.- Fue una bofetada y un bajón importante, sobre todo anímico ya que nuestro proyecto, basado en un idealismo profundo y en el amor por el arte, se vio gravemente afectado. Todo el esfuerzo de meses se vino abajo de repente, y fue una experiencia devastadora. Sin embargo, decidimos celebrar durante unos días lo que aún nos era posible. En 2021, tomamos la decisión de conmemorar incluso la catástrofe, reconociendo que los momentos difíciles son parte inevitable de la vida y que debemos aprender a convivir con ellos. No podemos permanecer en un estado constante de desesperación. Es esencial abrazar el desastre, ya que las pequeñas desgracias cotidianas son parte intrínseca de nuestra existencia. Decidimos darle un espacio para celebrar, con un espíritu de celebración y resiliencia. Reconocimos que el desastre también puede generar fuerza, ya que después de caer, uno puede levantarse con más determinación. Por lo tanto, considero que es crucial enfrentarse a los momentos difíciles, mirar hacia abajo al pozo, y levantar la mirada, dándonos cuenta de que la esperanza siempre está presente, aunque parezca estar lejos.

P.- Un verso de la poeta venezolana María Auxiliadora Álvarez reza: “El derrumbe nos ha dado una nueva montaña”

R.- Efectivamente, y después de ese revés hemos estado avanzando con fuerza. Desde entonces, hemos estado sembrando nuevamente la semilla. La planta ya estaba medio crecida, y ahora estamos trabajando para hacerla crecer y convertirla en un árbol sólido. Cada vez somos más, formando una verdadera familia en torno a este proyecto idealista. Es importante mencionar que nadie cobra por su participación, es un esfuerzo conjunto donde, si hay excedentes, se reparten entre todos. Sin embargo, exigir el tiempo, el esfuerzo y el talento de los demás se está volviendo cada vez más difícil, tanto para mí como para el equipo que trabaja casi todo el año en esto.

P.- El festival es autogestionado, ¿qué pasa con las ayudas públicas para este tipo de iniciativas?

R.- A nivel institucional, estamos buscando reconocimiento, y en términos administrativos, buscamos más financiación. Después de tantos años de esfuerzo, es desalentador no recibir el apoyo necesario. Mi mayor crítica y lucha actualmente radica en la indiferencia absoluta de las instituciones hacia nuestro festival de ocho días de programación, que aporta riqueza cultural a la ciudad al traer poetas de todo el país. Por otro lado, todo lo que se percibe superficialmente es fabuloso: el amor y la dedicación que se ve en cada detalle, desde la directora del festival que busca y cocina para los poetas, hasta la energía positiva que se transmite en cada actividad y en todas nuestras comunicaciones en redes sociales. Este amor y entusiasmo es lo que nos impulsa hacia adelante.

P.- ¿A qué crees que se deba esa indiferencia de las instituciones?

R.- Puede ser por razones políticas o simplemente la falta de conexión con las personas adecuadas dentro de esas instituciones. Es sumamente frustrante, especialmente cuando hemos demostrado tener un recorrido sólido y una estructura bien definida. Recuerdo que, en una reunión, nos dijeron que nos faltaba estructura y trayectoria, a pesar de que considerábamos que ya habíamos demostrado lo contrario. La asignación de solo 1.500 euros como financiación hace dos años fue insuficiente y más bien un problema para justificar que para solucionar nuestras necesidades.

P.- Este año, el festival se centra en el cuerpo, ¿qué relevancia tiene como motor de creación poética especialmente en esta era virtual?

R.- Creo que en una época híper digitalizada como la que estamos viviendo, cada vez se siente más la necesidad de volver a lo analógico y lo real. Considero que el individuo no está psicológica ni emocionalmente preparado para ir al ritmo de la revolución digital que estamos experimentando. Personalmente, defiendo la escritura a mano, la lectura en voz alta y la realización de manualidades. De hecho, educo a mis hijos en este sentido y me gusta ofrecer talleres de este tipo también en Nudo. Creo que lo tangible es mucho más orgánico y crea un espacio de conexión entre las personas. Hay gente que dice: vamos a plantar un huerto pero digital, sin tocar la tierra. Vamos camino de eso.

P.- Construyendo granjitas virtuales…

R.- Sí… y es verdad que puedo escribir un poema en el móvil, muchas veces lo hago cuando no llevo cuaderno. Pero qué placer es desatar los versos en papel, o hacer un collage, o revelar una fotografía. Es que no hay comparación. Y eso, creo, nos conecta mucho más con nuestra propia esencia, nos hace más reales.

P.- ¿Y qué hallarán los asistentes en esta edición dedicada al cuerpo?

R.- Un programa ecléctico y diverso, de actividades tanto divertidas como profundas y originales. Hay opciones para todo tipo de personas, incluyendo actividades artísticas como la Maratón de Collage, donde durante 6 horas se pueden explorar distintas técnicas y ejercicios creativos con papel. Hemos ampliado nuestras propuestas con una sección especialmente dedicada a los niños, con el objetivo de acercarlos desde temprana edad al mundo de la poesía y la creación. Me encanta esta dimensión intergeneracional que tiene Nudo. Por otro lado, la creatividad no solo se encuentra en la Maratón, sino también en los talleres de danza y movimiento. Estos talleres están diseñados para conectar con uno mismo a través del movimiento, algo que muchas veces pasamos por alto en nuestra rutina diaria. Contamos también con la feria poética, donde artistas y editoriales independientes tienen la oportunidad de mostrar su trabajo. Es un espacio inclusivo y accesible para todos, la creatividad se encuentra en cada rincón. Tenemos la exposición “Esto es un cuerpo”, que es uno de los principales pilares de esta edición. Hemos invitado a las comisarias de la revista homónima, una publicación que aborda el cuerpo desde diversas perspectivas a través de la fotografía y la literatura. Esta colaboración surgió de mi interés por dedicar una edición entera a la exploración del cuerpo, y cuando descubrí esta revista, me fascinó su exquisitez tanto en el diseño como en los contenidos. Estoy segura de que esta colaboración será un complemento perfecto para el festival.

P.- Realmente Nudo es una fiesta imperdible del arte…

R.- Sí, va a ser un festín para los sentidos.

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