Desde el pasado 11 de julio, Puerto Rico vive una experiencia sin precedentes con la residencia de Bad Bunny, No Me Quiero Ir De Aquí. Más allá de lo musical, se trata de una declaración de amor a su tierra, un acto de resistencia cultural y un grito de soberanía ante el colonialismo y la turistificación.

Un espectáculo con sabor a patria

La residencia, que se extiende hasta septiembre con 30 fechas en el Coliseo José Miguel Agrelot, ha sido concebida como una experiencia profundamente puertorriqueña. El espectáculo arranca con una explosión de bomba, plena y visuales que homenajean al campo, al jíbaro y a la vida cotidiana de la isla. La escenografía incluye una casa de madera, flamboyanes y una tarima que simula el corazón del barrio.

Desde el primer momento, se deja claro que esta no es una gira convencional, sino un acto profundamente enraizado en la identidad cultural del artista. Los instrumentos tradicionales —el cuatro, la plena— y referencias al pitorro de coco hicieron sentir que se respiraba lo más puro de Puerto Rico

Una residencia para los de casa

Las primeras nueve funciones fueron reservadas exclusivamente a residentes de la isla, priorizando a su público local en un gesto que ha sido celebrado como un acto de justicia cultural. La preventa de entradas batió récords, superando las 400.000 vendidas en apenas unas horas. Las 30 fechas están completamente agotadas, lo que confirma no solo el impacto de Bad Bunny como artista, sino su relevancia como símbolo colectivo.

Este gesto se complementa con una fuerte carga política. Durante el espectáculo, se proyectan mensajes sobre la situación colonial de Puerto Rico, la imposibilidad de votar en elecciones presidenciales y el estatus de territorio no incorporado. La puesta en escena denuncia de manera explícita los efectos de la gentrificación, la desigualdad y la invisibilidad institucional que padece la isla.

Identidad frente al desarraigo

El espectáculo se apoya en el repertorio de su álbum Debí Tirar Más Fotos, cuyas letras abordan con crudeza y sensibilidad temas como el desplazamiento forzado, la pérdida del territorio, la nostalgia por el hogar y la resistencia cultural. Canciones como Lo Que Le Pasó a Hawaii se convierten en himnos contra la turistificación, expresando la angustia de quienes ven desaparecer sus barrios a manos del mercado inmobiliario.

En paralelo, se rinde homenaje a la diáspora puertorriqueña, con temas como Nuevayol, que exaltan las raíces que los boricuas mantienen firmes incluso lejos de su tierra. El público responde con emoción a cada palabra, conscientes de que estas canciones cuentan historias compartidas.

Impacto económico y cultural

Más allá del simbolismo, la residencia tiene un enorme impacto económico. Se estima que dejará más de 377 millones de dólares en ingresos para la isla, con una asistencia total superior a las 600.000 personas. Hoteles, restaurantes, comercios y servicios turísticos están viviendo un auge inédito, aunque también ha habido voces que advierten sobre los riesgos de la sobreexplotación turística.

El propio Bad Bunny ha abordado esta preocupación en su canción Turista, donde cuestiona el turismo invasivo que desplaza a los residentes y encarece el costo de vida. Esta dualidad entre atraer al mundo y proteger la esencia local atraviesa toda la narrativa de la residencia.

Un mensaje al mundo

La residencia No Me Quiero Ir De Aquí es también el preludio de una gira mundial que recorrerá decenas de ciudades, comenzando en República Dominicana y pasando por Europa y  América Latina. Sin embargo, el artista ha optado por excluir a Estados Unidos continental, una decisión que muchos interpretan como un gesto político claro: Puerto Rico no necesita la validación del imperio para brillar.

Durante el concierto, Bad Bunny pronuncia una frase que se ha viralizado entre sus seguidores: “Por los próximos 100 años, si Dios me lo permite, yo voy a estar aquí”. Más que una promesa artística, es un compromiso con su tierra y su gente. No es casual que el título de la residencia sea una declaración rotunda: No Me Quiero Ir De Aquí.

Una obra total

La experiencia incluye visuales producidos con textos del historiador Jorell Meléndez-Badillo, aportando una dimensión educativa al show. También han participado artistas locales y agrupaciones tradicionales, reforzando el carácter colectivo y comunitario del evento.

El repertorio mezcla grandes éxitos como Callaíta, Tití Me Preguntó, Safaera y Me Porto Bonito con piezas nuevas y reflexivas como La Mudanza, donde el propio Bad Bunny rememora su infancia, sus abuelos y la historia familiar que lo ha moldeado.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio