El Valle de Lozoya fue el escenario de grandes enfrentamientos durante la Guerra Civil Española. Allí, el pueblo madrileño de Gascones, con pasado francés, cambió de manos entre los bandos sufriendo grandes daños durante los combates. Cuando las tropas nacionales tomaron definitivamente el lugar, apenas quedaba una casa en pie. Sin embargo, sus vecinos no se rindieron ante la destrucción, dándole una segunda oportunidad a este pequeño municipio situado en la Sierra Norte de la capital.

La historia de Gascones, de origen francés

La historia de Gascones se remonta a la Edad Media cuando fue fundado por colonos procedentes del otro lado de los Pirineos, específicamente de la antigua provincia francesa de Gascuña, que habrían colaborado con los castellanos en tiempos de la Reconquista.

En aquel entonces, el término "gascón" era utilizadocomo sinónimo de "francés" o de extranjero de más allá de los Pirineos. Estos primeros pobladores eligieron el lugar donde actualmente se encuentra Gascones para establecerse ya que era perfecto para la cría de ganado. Un oficio, junto a la agricultura, que sigue muy presente en el pueblo a día de hoy.

En 1368, la región de Buitrago, y con ella Gascones, fue concedida en señorío a Pedro González de Mendoza, antecesor de los duques del Infantado. Bajo su tutela, el lugar permaneció hasta la abolición de los señoríos municipales en España a mediados del siglo XIX.

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Arrasado casi por completo durante la Guerra Civil

Un capítulo oscuro en la historia de Gascones fue su casi total destrucción durante la Guerra Civil Española. Ubicado estratégicamente en el Valle de Lozoya, cerca del puerto de Somosierra, que era uno de los accesos hacia Madrid, y los embalses del Villar y Puente Viejas, que proveían agua a la capital, el pueblo fue escenario de la Batalla de Somosierra durante julio de 1936. Los enfrentamientos en la zona fueron tan intensos que se destruyó el campanario y el tejado de la iglesia local, y al final del conflicto solo un pajar quedó en pie.

Fortín utilizado en Gascones durante la Guerra Civil Española. Ayuntamiento de Gascones

Fortín utilizado en Gascones durante la Guerra Civil Española. Ayuntamiento de Gascones

Tras la devastación, los habitantes de Gascones, mostrando una gran resiliencia, decidieron reconstruir su pueblo piedra a piedra. Desafiaron las órdenes gubernamentales que pretendían declarar el lugar en ruinas y restauraron cada una de las viviendas. La comunidad se volcó en la reconstrucción incluyendo la Plaza de la Constitución donde se ubica el Ayuntamiento, reformado en 1985, y la Iglesia de Santo Tomás Apóstol, que, aunque fue reconstruida durante la guerra, fue restaurada en los años sesenta.

Durante este proceso de recuperación se perdió cualquier vestigio del pasado francés del pueblo. No existe ningún monumento o calle en Gascones que haga alusión a sus fundadores del país vecino.

Qué visitar en Gascones

La visita por este pueblo madrileño puede comenzar por la Antigua Casona Tradicional, un edificio que se encuentra ubicado en el extremo norte de la localidad, al lado de la iglesia. La realidad es que presenta un aspecto deteriorado, pero no por ello deja de ser parte de la historia de la Comunidad de Madrid. Con todo, no es el único lugar de interés que merece una visita en Gascones.

En la entrada del pueblo nos topamos con la iglesia de Santo Tomás Apóstol, cuya reconstrucción ocupó más de 50 años, hasta la década de los noventa. Con planta de cruz latina, el acceso se encuentra protegido por un tejadillo y la silueta queda marcada por una espadaña. Tampoco pasa desapercibida la Plaza Mayor, considerada el corazón del pueblo, que está rodeada por casitas de piedra y angostas calles típicas de la zona.

Destaca también la noria de sangre, una herramienta utilizada para extraer el agua de un pozo mediante tracción animal que es una auténtica rareza en la Sierra Norte de España, siendo frecuente en otros puntos de nuestro geografía. El Potro de Herrar, por otro lado, sí es típico de la zona y se utilizaba para trabajar el ganado. Por último, en Gascones se encuentra uno de los mejores miradores de esta parte de Madrid: el Pico Reliquias, a casi 2.000 metros de altitud que ofrece vistas panoráminas impresionantes.

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