Cuando uno menciona "Ibiza", es inevitable que la cabeza se vaya a discotecas míticas, noches interminables y fiestas legendarias. Y aunque es verdad que esa cara de la isla existe, y tiene un brillo inigualable y difícil de ignorar, las personas que han ido más de una vez o los habitantes que han crecido en ella saben de primera mano que Ibiza esconde mucho más que la mítica fiesta de película. Y es que, en distintos rincones de esta insólita tierra, aunque cueste creerlo, se respira una calma donde la historia, el arte, la naturaleza, el sabor y la libertad son los verdaderos protagonistas.
Dalt Vila: historia viva frente al mar
Pocos comienzos de viaje son tan auténticos como subir a Dalt Vila, el casco antiguo de Eivissa. Caminar por sus empinadas calles empedradas es como retroceder en el tiempo. Sus murallas renacentistas —declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco— rodean casas blancas, pequeñas plazas y balcones que se asoman al mar.
Dalt Vila en Ibiza, con murallas renacentistas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
En lo más alto se alza la Catedral de Santa María, donde la vista se abre a todo el puerto, con los impresionantes barcos flotando en aguas turquesas, y detrás, un horizonte que parece no tener fin. Y cuando parece que nada puede impresionar más, al llegar el atardecer, las murallas se tiñen de dorado, donde la magia hace su papel.
Pero es que no solo se trata de un lugar bonito. Dalt Vila tiene auténtica vida en sus calles, con artistas callejeros que tocan guitarras, los locales que charlan en las terrazas y los niños que juegan sin parar. Es un lugar con alma, donde lo antiguo y lo actual se dan la mano.
Es Vedrà: el silencio que impacta
Continuando por este impactante recorrido, a solo un par de kilómetros de la costa, un islote se levanta del mar como si lo hubiera dibujado un dios distraído. Es Vedrà, y para los ibicencos no es cualquier roca, sino símbolo, leyenda y espiritualidad. Hay quienes dicen que tiene una energía especial y otros que a sus alrededores han visto luces inexplicables. Lo cierto es que contemplarlo al atardecer es una experiencia que no se olvida.
El mejor lugar para hacerlo es desde la Torre des Savinar, una antigua torre de vigilancia sobre un acantilado. Llegar hasta allí implica una caminata sencilla entre pinares, pero la recompensa vale la pena sin lugar a duda. Eso sí, no se puede olvidar llevar una manta, algo para picar y, por supuesto, una copa de vino para que acompañe a este momento inexplicable. Porque ver cómo el sol se esconde detrás de Es Vedrà es algo que conecta con uno mismo, donde el silencio basta para vivirlo.
El legendario atardecer en Es Vedrà (Ibiza)
Calas escondidas que solo aparecen en sueños
Ibiza tiene más de 50 calas, y aunque todas parecen sacadas de una postal, son muy diferentes entre ellas. Hay calas animadas y otras escondidas, algunas con chiringuitos donde suena chill-out al atardecer, y otras a las que solo se accede tras caminar entre rocas y árboles, pero eso sí, absolutamente cada una de ellas deja sin aliento a cada uno de sus visitantes.
Cala Comte es un clásico: aguas transparentes, rocas planas para tumbarse y vistas de película. Pero para quienes busquen algo más íntimo, Cala Gracioneta es perfecta, en donde disfrutar de una pequeña bahía rodeada de pinos, ideal para pasar la tarde leyendo o simplemente flotando.
Otra cala muy especial en la isla es Sa Caleta, con sus acantilados rojizos y su ambiente casi marciano. Además, muy cerca se encuentra un antiguo poblado fenicio, perfecto para combinar baño y cultura en un solo día. Y, por supuesto, no puede faltar en esta incomparable ruta a la cala Benirrás, donde te costará distinguir el azul del mar del azul del cielo.
Cala Benirrás, donde se encuentra el océano con el azul más intenso de Ibiza
Finalmente, el Parque Natural de Ses Salines, al sur, es una joya natural con playas espectaculares, marismas que reflejan el cielo y una biodiversidad sorprendente. Aquí, el color del agua te deja sin palabras.
Elijas la que elijas, hay una regla no escrita: deja el reloj en el coche. En las calas de Ibiza, el tiempo no cuenta.
El corazón tranquilo de Ibiza
Aunque las calas son lo primero que todos los visitantes buscan, no es el lado más auténtico de Ibiza. Aléjate de la costa y entra en sus pueblos del interior. Ahí, el ritmo baja, las sonrisas son más largas y las historias más personales.
Descubre el interior de la Ibiza más auténtica
Santa Gertrudis de Fruitera es uno de esos lugares que enamoran sin hacer ruido. Tiene una plaza con una iglesia blanca, tiendas de artesanía, pequeños cafés y librerías con encanto. Sentarte allí un rato, sin más, es casi terapéutico.
San Carlos, al norte, mantiene viva la esencia hippie que un día hizo de Ibiza un refugio para artistas y soñadores. Todavía puedes encontrar bares de madera donde los locales mezclan café con historias de los años 70.
Y si buscas un sitio con alma de pueblo pero con mar, Santa Eulalia es tu lugar. Más tranquila que otros puntos turísticos, combina playa, gastronomía y un barrio antiguo precioso alrededor del Puig de Missa, una iglesia alzada en una colina.
Cuando la noche apenas comienza
Aunque ha quedado claro que en Ibiza hay muchos secretos por descubrir, no podemos olvidar mencionar la vida nocturna y los mejores sitios para disfrutarla durante esos días vacacionales. Mientras las grandes discotecas aún duermen, los bares y terrazas se convierten en el punto de partida perfecto para calentar motores. Desde el glamuroso puerto de Ibiza hasta las calles animadas de San Antonio o Playa d’en Bossa, cada rincón ofrece su propia versión del “pre-party”.
En el puerto, las copas fluyen al ritmo del house suave y las luces se reflejan en los yates. Los bares ofrecen cócteles en formato 2x1 y las terrazas se llenan de miradas, risas y música. En Playa d’en Bossa, el ambiente es más relajado y playero, con Bora Bora marcando el compás entre la arena y los beats. Y San Antonio sigue siendo uno de los lugares más económicos para comenzar la noche.
Marina Port Ibiza, el punto perfecto para comenzar esas únicas noches en la isla
Y cuando por fin cae la madrugada, llega el momento de lanzarse a lo grande. En Ibiza, las discotecas no son solo lugares de fiesta, son auténticos templos del ocio nocturno. Pacha, con su historia y elegancia; Amnesia, donde los ritmos no descansan; o Ushuaïa, que ha reinventado el concepto de club a plena luz del día, son solo algunas de las paradas obligadas para quienes buscan noches inolvidables. Aquí, la pista no duerme… y tú tampoco querrás hacerlo.
Mercadillos hippies: la Ibiza más creativa
Y aunque la vida nocturna de esta isla continúa destacando entre todos los turistas, la Ibiza más bohemia no se queda atrás. Para quienes quieran sentir ese espíritu libre, los mercadillos hippies son perfectos.
El más famoso es Las Dalias, en San Carlos. Más de 200 puestos de ropa, bisutería, arte, música y decoración que, más que un mercado, parece un festival. Ir un sábado por la mañana y pasear sin prisa es un plan ideal para dejarse llevar.
Otro punto irreemplazable es el mercadillo de Punta Arabí, en Es Canar. Más grande y más caótico, pero igual de encantador. Aquí, entre artesanos y viajeros de todo el mundo, te sientes parte de algo especial, aunque solo sea por un rato.
Una Ibiza que también se saborea
Para completar toda esta guía turística, no se nos puede olvidar la auténtica gastronomía ibicenca. Entre sus platos estrella se encuentra el bullit de peix, un guiso de pescado con arroz, o una flaó, un pastel de queso con hierbabuena que sorprende a todos. Y para acompañar estos manjares, no puede faltar una copita de hierbas ibicencas, que te hará sentir parte de esta popular isla.
Los platos estrella en Ibiza, donde el sabor se fusiona con la tradición