María Dueñas nunca imaginó la enorme repercusión que iba a tener su primera novela,  ‘El tiempo entre costuras’ (Planeta), que justo ahora cumple 10 años. En 2009 era una desconocida profesora de literatura inglesa en la universidad de Murcia que cumplió su sueño de ver publicada la ficción con la que quiso rescatar la “memoria sentimental” de su familia materna, obligada a abandonar Tetuán cuando en 1956 España reconoció la independencia con Marruecos. Lo hizo a través de la modista Sira Quiroga una inocente joven madrileña arrastrada por un galán de tres al cuarto que la encandiló hasta el antiguo Protectorado español pocos meses antes de estallar la Guerra Civil. 

 “Mi Tetuán es el legado que he recibido, toda una herencia de conocimiento y de corazón”, aseguró María Dueñas en la sede del Instituto Cervantes de Tetuán, el lugar donde su abuelo Manuel Vinuesa Eslavo empezó a trabajar en 1927 al instalarse en el Protectorado Español procedente de Córdoba. Era entonces el ministerio de Fomento y ahí es donde iniciamos nuestro recorrido por los escenarios de ‘El Tiempo entre costuras’, acompañados por la propia María y Ricardo Barceló, uno de los expatriados del Protectorado amigo de su familia y cuyos recuerdos le han permitido reconstruir los tiempos del Tetuán más cosmopolita.

María Dueñas en La Medina de Tetuán, declarada Patrimonio de la Humanidad Foto de Carlos Ruiz facilitada por la editorial Planeta

María Dueñas, en La Medina de Tetuán, declarada Patrimonio de la Humanidad (Foto de Carlos Ruiz facilitada por la editorial Planeta)

El actual Instituto Cervantes fue el escenario del taller de costura de Sira Quiroga en la serie de televisión que se hizo sobre el libro, emitida en Antena 3. Está situado en pleno Ensanche, que era la ampliación de la ciudad que hicieron los españoles con una estructura y unas edificaciones similares a las de las ciudades europeas. María Dueñas, en realidad, ubica la vivienda en una zona indeterminada del Ensanche. Sin embargo, está encantada con un escenario como éste que perfectamente podía haber sido y tiene tanta significación personal para su familia.

El Ensanche, la zona española

“El Ensanche se hizo continuación de la Medina, al contrario de lo que hizo el Protectorado de Francia, que sí marcaba distancias con los marroquíes”, comenta Ricardo Barceló en nuestro recorrido. En este barrio llegaron a vivir más de 40.000 españoles de los que ya no queda ninguno, salvo Ricardo, que volvió con el tiempo y sigue instalado allí.

Pese a haberse convertido en una zona 100% marroquí, conserva numerosos vestigios de aquella época: el Teatro Español, el Cine Avenida o el salón de peluquería Granada.

En aquellos tiempos Tetuán fue una ciudad cosmopolita en la que convivían españoles, marroquíes, judíos e hindúes. Una de las calles más emblemáticas de la ciudad fue la calle de La Luneta, llena de comercios.

“Eran comercios de judíos y de hindúes que tenían productos que no existían en España, aquí estaba todo el glamour: las mejores perfumerías, sederías preciosas… Recuerdo cuando yo era pequeño que venían soldados españoles a comprar a esta calle”, rememora Ricardo y María añade: “Doy fe de eso y no por parte de mi familia tetuaní, sino por mi parte paterna. Mi padre hizo la mili en Ronda y vino aquí de permiso en los años 50, mucho antes de conocer a mi madre. Se compró una cámara fotográfica maravillosa alemana que le duró toda la vida. Cayó rendido ante una ciudad en la que las tiendas estaban abiertas toda la noche. Estamos hablando de los años 40-50 cuando en España había tantas carencias”.

María Dueñas en la pensión que la inspiró para recrear la de Candelaria, la Matutera Foto de Carlos Ruiz facilitada por la editorial Planeta

La pensión de La Luneta

En la actualidad, de ese glamour ya no queda nada. La Luneta es el lugar en el que situó María Dueñas el primer domicilio tetuaní de Sira Quiroga, en la humilde pensión de Candelaria, ‘la Matutera’. Ubicarla en esta calle fue un guiño a la pensión real que le sirvió de inspiración y que sigue existiendo.

 

La pensión es el punto de partida para la noche de las pistolas en la que la vida de Sira y la Matutera, ya convertidas en aliadas inseparables, da el giro definitivo. Eso sí, pasando una madrugada terrible perdida en el laberinto de callejuelas de La Medina, Patrimonio de la Humanidad, en busca de la puerta de salida para llegar a la estación de tren.

 

La línea ferroviaria de esa estación cubría el trayecto Tetuán-Ceuta, que era el punto de entrada de los españoles al Protectorado. Actualmente es un museo.

Y así es como se vio esta huida y entrega de las pistolas en la miniserie emitida por Antena 3.

 

Otro de los escenarios clave de la novela es la entonces plaza de España, donde se ubicaba el Alto Comisariado Militar, que se convirtió en consulado tras la independencia y en la actualidad es un palacio del rey Mohamed VI.

María Dueñas en la antigua plaza de España, donde se encontraba el Alto Comisariado y actual palacio de Mohamed VI Foto de Carlos Ruiz facilitada por la editorial Planeta

Personajes reales a la sombra de Sira

Dos de los personajes reales que aparecen en el libro y que le dieron la idea para explorar esta parte de la historia de España -“tan cercana, pero una gran desconocida”, aclara Dueñas-, fueron Juan Luis Beigbeder, Alto Comisario militar en Tetuán y su amante, Rosalinda Powell Fox, primero clienta y después amiga de Sira. Ellos le dieron la excusa y se convirtieron en una sombra al lado de Sira. “Ella me pedía cada vez más carrete y queda muy por encima del plano de la historia real”, recuerda María Dueñas.

La plaza en la que se encuentra el Alto Comisariado es la visagra entre el Tetuán antiguo y el Ensanche español. Sira se mueve entre ambos mundos.

“Estaban juntos pero separados. Se respetaban pero no había una convivencia multicultural como entendemos ahora”, nos cuenta en nuestro periplo en busca de los vestigios del Protectorado.

 ‘El tiempo entre costuras’ se ha convertido en un fidedigno retrato de una época que permanece congelada en el recuerdo de los que la vivieron. María Dueñas quiso mirar a Tetuán para rescatar la memoria familiar y se convirtió en uno de los más grandes fenómenos editoriales de los últimos tiempos. Cinco millones de libros vendidos y 40 traducciones, entre ellas el árabe, dan buena cuenta de ello.