La política debe servir para provocar cambios en la sociedad, cambios que mejoren esta. Los políticos deben buscar las mejores maneras de lograr esos cambios. Es desde esta visión de la política como una acción por el bien común, desde la que se considera que la mejor manera de cumplir este objetivo es la de lograr una reflexión, un diálogo social y una voluntad de cambio. A esto le llamamos didáctica, persuadir y convencer con argumentos en fondo y forma que logren provocar cambios y movimientos sociales. No es casualidad que la cultura y la enseñanza sean claves en cualquier acción de cambio social, son los elementos que provocan que estos sean efectivos y sin imposición.

Es por ello que quisiera incorporar dos citas de dos personas que me han ayudado a hacer camino y a las que admiro. Uno ya no está con nosotros más que en la memoria, Eugenio Morales, y la otra, ni más ni menos preside el PSOE en la actualidad, Cristina Narbona.

Decía Eugenio Morales, haciendo un acertado juego de palabras: “Tenemos que vivir sencillamente, para que otros puedan sencillamente vivir”. Sabias palabras que incorporan una visión solidaria, de ejemplo y de austeridad.

Y nos recordaba igualmente Cristina Narbona lo siguiente: “La política no es el arte de lo posible, sino de hacer posible lo necesario”. Claramente la diferencia entre progresar o ser conservador. Pensar en lo mejor para las personas y trabajar para hacerlo posible.

Dos buenas reflexiones que justifican el resto de mi reflexión:

Abrimos un medio escrito, navegamos en medios digitales, leemos en redes sociales, vemos la televisión… en estos momentos de calor en lo específico del día y de preocupación por el clima del planeta en lo general y donde hemos encontrado tanta unanimidad: el cambio climático y la cumbre que se organizó en Madrid. En un principio podría ser una noticia fantástica, pero…¿provocará cambios sociales y culturales en nuestra sociedad, más allá de los imprescindibles cambios en gobiernos y empresas?

Analicemos primero las audiencias de televisión, que nos permiten conocer los intereses de las personas que ven la televisión; más allá de para ubicar la publicidad. Los tres temas que ahora mismo tienen un mayor interés en los públicos de los medios son: medioambiente, salud y alimentación. Grandes audiencias, mantenimiento de las mismas durante toda la información y un amplio abanico de edades y perfiles. Entrando más en detalle, los públicos que mayor atracción tienen por esta información son muy equilibrados en género: 55% mujeres y 45% hombre, y de un abanico de edad muy interesante: entre 40 y 70 años. Es decir, ya no solo es un tema que interesa a los jóvenes, sino que ha pasado a toda la sociedad. Bien.

Este interés de la ciudadanía hace que en muchos medios escriba, hable o divulgue cualquier persona sin el conocimiento adecuado. Dependiendo de los medios y sin ánimo de generalizar, el rigor o el conocimiento varía. Así, en medios digitales el perfil es muy abierto, siendo un número muy importante el de creadores de contenido sin capacitación técnica. En prensa y revistas escritas abunda el perfil del periodista especializado, muy similar al perfil de la radio. Es en la televisión donde se trata de buscar divulgadores más cualificados en las secciones temáticas ambientales. En todos los casos, cuando se trata de informar a través de noticias, esta labor la realiza un periodista y sus fuentes de información suelen ser las notas y comunicaciones técnicas que le llegan, algún acontecimiento que sirve de “percha” para tratar el tema y  suele ser la fuente de información más usada la búsqueda en Internet. En muchos casos se aprecia que la información facilitada es una traducción literal del inglés o el idioma en el que se a creado, no siendo siempre una información deslocalizada igual para cada país.

Pero, ¿cambia este aumento de la concienciación climática en la sociedad los hábitos cotidianos? En parte si. Analizando diversos estudios y datos que nos ofrece el INE, empresas del sector y entidades, podemos ver lo siguiente: la preocupación por la emergencia climática aumentó en gran manera desde hacer casi dos años en el conjunto de la población, colocándose en los primeros puestos de los problemas que nos preocupan. Por otra parte, y más en relación con las acciones cotidianas vemos que el reciclaje, como primer paso cotidiano aumenta y mucho. Los mejores usuarios, nos dicen  ECOEMBES y ECOVIDRIO, son para el contenedor de envases (amarillo) las mujeres mayores de 45 años, y para el contenedor de vidrio (verde) son los jubilados. Reciclamos mucho, es verdad, pero consumimos muchísimo en objetos plásticos y, especialmente, de usar y tirar.

Podríamos seguir viendo datos de este tipo, pero son similares. Hemos mejorado muchísimo en reciclar, conciencia y preocupación pero, al tiempo, nuestro consumo crece y crece de forma desaforada. Este es el problema.

Para que la concienciación sea efectiva en temas ambientales, o cualquier otro de cambio cultural, debe lograr que entendamos el tema, que lo “interioricemos”, que nos empoderemos como ciudadanos y que actuemos en tres frentes: como individuos en nuestro día a día, como consumidores condicionando el mercado y como ciudadanos en la acción política y el voto. Entonces los cambios no tienen freno. Dice Al Gore, premio Nobel, exvicepresidente de USA y gran activista contra el cambio climático a través de su entidad ClimateReality Project algo muy interesante: “Debemos usar el recurso más escaso en el planeta, y especialmente en los gobiernos, la voluntad. Querer cambiar las cosas”.

¿Dónde entra la comunicación efectiva en este sentido? Entiendo que debe actuar siguiendo ejemplos exitosos en otros cambios sociales que parecían misiones imposibles en nuestra sociedad: campañas contra el consumo de tabaco, reducción de los accidentes de tráfico o contra el consumo de drogas. Todas tuvieron en común algo para ser exitosas: un enfoque psicosocial para actuar, además de una visión técnica. Ya, por ejemplo,  sabíamos que fumar era perjudicial contra la salud, pero tuvimos que aceptar grandes cambios y llevarlos a cabo para que fuese efectivo. Ahora deberemos profundizar en trasladar al ciudadano cotidiano, todos nosotros, nuestro papel y eso se logra entendiendo lo que nos preocupa, lo que podemos hacer y además de poner en valor las buenas acciones, señalar a los “cuñados ambientales” (aquellos que tienen pretexto para todo porque saben más que los demás). Lo bueno es que el porcentaje de este cuñadismo es bajo, un 20%. Se trata de optimizar recursos, coordinar y cooperar.