Durante el verano, muchas personas esperan con ansias las vacaciones para desconectar del trabajo y descansar. Sin embargo, cuando apenas han comenzado a desconectar, caen de forma inesperada enfermos.
Y esto, según explica Aleix Hildebrandt, psicólogo y profesor de Psicología de la Salud en la Universidad Carlemany, no es fruto de la casualidad sino que detrás hay una razón, tal y como ha explicado en el programa Poniendo las Calles de la Cadena COPE.
Aleix Hildebrandt, psicólogo, explica por qué enfermamos en vacaciones
Así, para el experto no es otra cosa que el resultado de una acumulación de estrés mal gestionado. “Esto se debe a la acumulación o a la mala gestión del estrés. El cortisol, la hormona del estrés, deprime el sistema inmunológico. Cuando paramos de golpe tras meses de alta exigencia, las defensas están bajas y surgen los síntomas físicos”, ha explicado.
Este fenómeno se conoce como síndrome del ocio y no solo implica molestias físicas como resfriados o dolores musculares. También puede manifestarse en forma de fatiga mental, irritabilidad o bajones de ánimo.

La importancia desconectar totalmente durante las vacaciones
Hildebrandt señala, por otro lado, que, aunque la mayoría logra desconectarse en verano, “a veces no lo hacen del todo, que es algo que nos preocupa a algunos psicólogos”. Muchos trabajadores siguen “pendientes del móvil, del portátil, de correos o tareas laborales, aunque su contrato no les obligue a ello”.
El experto insiste en que no solo se trata de dejar físicamente el lugar de trabajo, sino también de “darse el permiso para desconectar, para no ser productivos durante un tiempo y no sentirse mal por ello”. En sus palabras, “nadie puede sostener un buen rendimiento sin descanso”.

El descanso no se puede aplazar todo el año
Para el psicólogo, uno de los errores más comunes es confiar en que las vacaciones solucionarán el agotamiento acumulado durante el resto del año. “Si ponemos todas las expectativas de descanso en las vacaciones, es que estamos teniendo un año mal regulado”, afirma.
La solución no pasa solo por desconectar en agosto. Hildebrandt propone introducir espacios de descanso durante todo el año, aunque sean breves. Una idea que también defiende la doctora Josefa Ros en su libro La enfermedad del aburrimiento. Según ella, “no hay que tener miedo al aburrimiento. A veces es justo lo que nuestro cerebro necesita para recuperarse”.

Cómo desconectar de verdad
Para lograr un descanso más real y efectivo, Hildebrandt ofrece algunas recomendaciones sencillas: evitar llevarse el ordenador por si surge algo, no revisar el correo si no es estrictamente necesario, y preguntarse con honestidad: “¿Estoy realmente obligado a mantenerme conectado? Si no lo estoy, entonces desconecto”.
Además, sugiere no plantearse las vacaciones como un periodo que también deba ser productivo. “Con el mero hecho de relajarse, disfrutar y conectar con lo que a uno le gusta, ya estamos generando beneficios mentales y físicos”.
Otro punto importante es no forzar una desconexión brusca. Pasar del estrés al relax sin transición también puede dificultar luego la vuelta al trabajo. Por eso recomienda no apurar los últimos días de vacaciones. “No se trata de no hacer nada siempre, pero sí de permitirse momentos de tranquilidad total. Y eso es sano”, apunta.
En definitiva, Hildebrandt lanza una idea clave: el bienestar no debería limitarse a periodos concretos. “El cuidado no puede ser una excepción. Debemos cuidarnos también entre semana, no solo en vacaciones. Así llegaremos más enteros al descanso y, sobre todo, podremos disfrutarlo”.