Sentirse irritable no siempre tiene que ver con un mal día o con una reacción exagerada sin motivo. En muchos casos, según explica el psicólogo Lorenzo Lorenzo, este tipo de respuestas se relacionan con una acumulación de pequeñas molestias que no se han sabido gestionar a tiempo.

No es un botón que se activa de repente, advierte el psicologo
Lorenzo describe lo que muchas personas experimentan: “Paso de 0 a 100 en un segundo, es como si me pulsaran un botón”. Sin embargo, aclara que esa percepción no es del todo real. “Spóiler: no es un botón. Las conductas de irritabilidad no se dan así porque sí, de golpe”, señala.
Lo que suele ocurrir, según el psicólogo, es que no se identifican los estímulos desagradables que se van sumando a lo largo del día. “Situaciones pequeñas que nos molestan, tensiones que no sabemos cómo expresar, cositas que nos callamos... Y claro, pues al final, explotas”, explica. Es decir, no se trata de una reacción repentina, sino del resultado de un malestar que se ha ido acumulando.

La irritación como forma de alivio
La explosión emocional, según Lorenzo, tiene una función: “No explotamos porque sí, explotamos con la finalidad de intentar aliviar un poco todo ese malestar que se ha ido acumulando”. Para ilustrarlo, propone imaginar un vaso que se va llenando o un termómetro que sube su temperatura: hay una progresión.
Este proceso suele pasar desapercibido porque muchas veces no se reconocen los primeros indicios del malestar. “Básicamente, como si ese malestar se diese en escalada”, resume.

Antes de poner límites, hay que saber qué nos molesta
Sobre cómo gestionar mejor estas situaciones, el psicólogo plantea una idea clave: no se trata de empezar directamente por poner límites o intentar controlar la forma en la que se expresa la emoción. El paso previo es aprender a reconocer lo que nos afecta.
“¿Y que tengo que expresar lo que siento, poner límites y ser asertiva? Puede. Pero si antes no aprendemos a identificar esas señales, pocas veces vamos a llegar a tiempo de ser asertivas”, señala. Cuanto antes se detectan esas señales internas, más fácil será actuar antes de llegar al punto de estallar. “Vamos, que cuanto mejor captes esas señales, más fácil vas a poder trabajar tus límites y mejor te sentirás a la larga”.

No se trata de estar en alerta todo el tiempo sino de vivir mejor
Lorenzo aclara que tampoco es necesario vivir pendiente de todo constantemente. El objetivo no es obsesionarse, sino tener claro qué situaciones o actitudes son especialmente sensibles para cada uno. “Ojo, tampoco se trata de vivir en estado de alerta fijándonos en todo. Más bien es tener claras cuáles son aquellas 4 o 5 cosas importantes que no se estimulan desagradablemente”.
Para cambiar la forma en que se gestiona la irritabilidad, el psicólogo propone empezar por lo más básico: prestar atención. “Quizás lo primero no sea aprender a poner límites, controlar la expresión o cambiar tu forma de hablar. Quizás lo suyo sea dejar ese piloto automático y empezar a darnos cuenta de qué cosas nos afectan en según qué momentos”.