“España no tiene tiempo que perder y necesita un Gobierno cuanto antes”. Así lo ha dejado claro Pedro Sánchez, al anunciar que se reunirá en breve con Meritxell Batet, presidenta del Congreso, para acordar la fecha para la investidura, que podría ser hacia el 9 de julio.

Sánchez lo tiene claro: los españoles han depositado en él, de forma mayoritaria su confianza, para formar un Gobierno que se apoye en pactos con fuerzas progresistas, o al menos no conservadoras, administrar este país y hacer política en el camino ya iniciado, buscando el bienestar social, persistir en la mejora de la economía y situarnos en una posición de influencia en Europa y en el mundo.

De fondo, se escuchan los balbuceos machacones de “quiero un puesto, quiero un puesto” de Pablo Iglesias, que no mira más allá de la bancada azul donde se sientan los ministros. Por otra parte, la negativa sin sentido de Ciudadanos, cuyo líder Albert Rivera se ha obcecado en no llegar a acuerdos con Sánchez, a pesar de las voces cada vez más críticas con su actitud y las dimisiones de primeros espadas de su formación. Le reprochan hacer el juego a Vox y omitir la vocación de centro con que se fundó el partido.

Compleja papeleta la del líder naranja que se encuentra ahora entre la espada y la pared, porque –ante el regocijo callado del PP- Vox le fuerza a pactar con luz y taquígrafos, si quiere que la derecha gobierne en la Comunidad madrileña. Entre las exigencias de los ultraderechistas figura la derogación de diez artículos de las leyes aprobadas por el ente autonómico que protegen la igualdad y los derechos LGTBI. Y de paso, repatriar a los menores migrantes no acompañados que recalen en Madrid, entre otras perlas desgranadas por los de Abascal.

Sánchez, con visión de Estado, ha dado el puñetazo sobre la mesa lanzando un aviso a unos y otros navegantes. Se va a someter a la investidura y si las cosas salen mal, si persisten los caprichos y las inseguridades, puede ocurrir que en otoño haya que repetir elecciones. Tal posibilidad supondría un varapalo para algunos partidos, siendo Podemos y Ciudadanos los que con más probabilidad sufrieran un descalabro mayor. Los de Iglesias, porque vuelven a desacreditarse con esta actitud de poner palos en las ruedas del gobierno, en base al afán de convertirse definitivamente en casta, que parece les embarga. Los de Rivera porque no han dicho la verdad, al afirmar que no tienen nada con Vox.

Los de Santiago Abascal no mejorarían su situación, ahora que han mostrado sus intenciones. ¿Y el PP? Bueno, no olvidemos los juicios por corrupción que les afectan y que según pasa el tiempo arrojan cada vez más lodo.

Tampoco se duerma usted, señor presidente. Los pasos dados van en la buena dirección, pero no alcanzan para llegar a buen puerto. Se necesita una marcha más.

Están de verdad dejando que España pierda el tiempo y eso no se puede perdonar.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com