Domingo electoral donde los haya. En Colombia, en Francia y en Andalucía se abrieron las urnas y los resultados han sido tan dispares como las sociedades que  las componen. En Colombia, el progresista Gustavo Petro va a conseguir finalmente que el país tenga un Gobierno de izquierdas frente a su competidor el populista Hernández, un millonario que recuerda en exceso a Donald Trump.

Lo más atractivo de esa victoria es la que será vicepresidenta, Francia Márquez, trabajadora doméstica en el pasado, primera mujer negra que gobernará en Colombia. Una mujer que ha defendido con tenacidad a las poblaciones indígenas y ha trabajado sin respiro por el medio ambiente. Con 33 años, curtida en mil batallas contra las temibles empresas mineras, es el rostro de lo que, de verdad, puede representar el cambio en ese país. En esta ocasión, Colombia ha conseguido superar el discurso antisocialista que, a la vez, acostumbra a justificar y legitimar el discurso de la ultraderecha.

En Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla ha conseguido una mayoría absoluta para el PP, mientras el PSOE ha retrocedido perdiendo tres diputados, con un candidato al frente que no fue elegido con acierto. Sus malos resultados han tenido que ver, también, con las peleas cainitas que alejaron a los socialistas de sus antiguas mayorías absolutas en Andalucía.

El resultado en Andalucía ha sido también malo para el progresismo en general porque el resto de la izquierda, desnortada y troceada por sus nefastos personalismos, también ha resultado vapuleada.

Vox ha crecido dos escaños solamente, menos de lo que los sondeos le vaticinaban, mientras la catástrofe ha sido absoluta para Ciudadanos que desaparece del mapa político institucional en la tierra de Blas Infante.

De inmediato, la derecha ha vuelto a llevar el ascua a su sardina intentando un paralelismo entre los comicios andaluces y las futuras elecciones generales, en su línea de enfrentar cualquier realidad, local o autonómica con la del conjunto del Estado. Han llegado a decir que con la victoria de Moreno Bonilla quedaba cuestionado el sanchismo, dando cada vez más pistas de la línea editorial y argumentaría que desarrollan los populares en su cuerpo a cuerpo para intentar alcanzar la Moncloa.

El buen resultado del PP en Andalucía cuenta con el elemento clave de los votos que han abandonado a Ciudadanos y la abstención que ha perjudicado en general a la izquierda. Una izquierda dormida durante demasiado tiempo en el caso del PSOE, abrumada con historias judiciales nunca bien explicadas y sin ser capaz de reaccionar.

La victoria del PP, que hace innecesario que Vox entre en el Gobierno de San Telmo, es un alivio para los demócratas. Pero, no lo es menos para los populares porque evitan tener que retratarse si hubieran tenido necesidad de pactar con la ultraderecha como ha ocurrido en la Comunidad de Castilla y León. En todo caso, habrá que ver si el partido de la candidata Macarena Olona ha tocado o no techo en Andalucía.

Por otra parte, en Francia, su partido hermano, el de la ultraderechista Marine Le Pen, pasaba este domingo de 6 a 89 escaños y el presidente Emmanuel Macron sufría un severo castigo, perdiendo la mayoría absoluta. Esto pondrá severos límites a su capacidad para gobernar. A la izquierda, Jean Luc Melenchon, se ha convertido en la segunda fuerza. No será fácil que la dinámica política francesa se adapte a los resultados electorales de este domingo. Los tiempos nuevos requerirán nuevas formas de hacer política en Francia.