Nueva cita en Francia con las urnas para poner punto y final a un ciclo electoral que se barrunta dramático para el presidente galo, Emmanuel Macron. La unidad de la izquierda, encabezada por Jean-Luc Melénchon, la incertidumbre y la más que posible pérdida de apoyos ponen en jaque la mayoría absoluta liberal en la Asamblea Nacional.

Los franceses acuden a las urnas este domingo en la segunda vuelta de las elecciones legislativas. Tras un primer envite que dejó prácticamente empatados a la coalición de Macron y a la alianza de izquierdas liderada por Melénchon, el grupo presidencial camina sobre la cuerda floja y sin red. El mandatario liberal no tiene asegurado aglutinar los respaldos suficientes para preservar el poder y mantener su gabinete intacto.

De hecho, Macron ya ha advertido a sus ministros de que si no renuevan sus escaños se quedarán fuera del Gobierno. Este aviso ha puesto en peligro a una quincena de altos cargos que optan a un asiento y que no han podido cerrarlo en la primera vuelta electoral. La primera ministra, Elisabeth Borne; el ministro de Solidaridad, Autonomía y Personas con Discapacidad, Damien Abad; el ministro de Función Pública, Stanislas Guerini, y la de Transición Ecológica, Amélie Montchalin, son algunas de las figuras que viven este domingo con la espada de Damocles sobre sus cuellos.

La recién fraguada alianza de izquierdas sigue en su sendero hacia la consolidación, a pesar de que los resultados arrojan ciertas dudas. Melénchon y sus adláteres han vertido acusaciones hacia el Ministerio del Interior por “manipular” presuntamente los resultados. Consideran en la gran coalición de izquierdas que, al menos, existen tres casos susceptibles de polémica después de que no se contabilizara como candidatos a algunos políticos (en territorios de ultramar y Córcega) que se sumarán al bloque parlamentario en caso de alzarse con el triunfo.

Pese a todo, la alianza de Melénchon obtuvo un 25,6% de los sufragios en la primera vuelta, echando su aliento en el cogote de Emmanuel Macron, cuyo grupo aglutinó el 25,75% de los apoyos, según datos oficiales. Con estos resultados encima de la mesa, se dibuja una segunda vuelta de infarto y que amenaza la hegemonía parlamentaria del presidente.

La abstención, el gran enemigo

El pasado fin de semana, la participación se antojó como un factor clave. Los índices de abstención se dispararon a guarismos históricos (más del 52%), superando los datos de 2017, que ya fueron bastante bajos. Estos registros evidencian la “apatía” del electorado galo, que ha perdido la confianza en el jefe del Estado, así como en que la alianza de izquierdas obtenga éxitos donde el Gobierno cuenta fracasos.

Melénchon: "El lunes por la mañana estaré en casa y esperaré la llamada telefónica del presidente de la República para pedirme que forme gobierno"

Los últimos sondeos apuntan directamente a la población joven. De hecho, según datos ofrecidos por el Ministerio del Interior galo, al menos el 70% de los menores de 35 años no acudieron a votar el pasado fin de semana, favoreciendo directamente a la coalición presidencial, cuyo electorado lo conforman en su mayoría personas de mayor rango de edad.

El Gobierno francés lamentó la baja participación en la primera vuelta y llamaron a la “reflexión”. En este sentido, Macron apeló una mayoría “sólida” para los partidos que le apoyan en aras del “interés de la nación” e insistiendo en que “nada será peor que añadir el desorden francés al desorden mundial”.

La amenaza de una Francia ingobernable

Las encuestas de intención voto dibujan un escenario favorable para Macron, que se haría con la mayoría de las circunscripciones en juego. El presidente francés necesita 289 diputados para mantener la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, un hito que en estos momentos, a juzgar por el crecimiento y consolidación de la izquierda, se presume harto improbable.

Melénchon sustentó los últimos coletazos de la campaña en la equiparación del viaje de Macron a Moldavia y Rumanía como alegoría de quienes abandonan el barco “cuando se hunde”. A su juicio, la actitud del presidente evidencia que la votación supondría para él un “mero trámite” para seguir gobernando.

No obstante, Macron justificó su decisión y subrayó que, además de jefe del Estado también lo es del Ejército, por lo que catalogó su viaje como “necesario”, sobre todo ante el avance de la contienda en Ucrania.

Entre cruces de declaraciones, Melénchon se ha mostrado confiado de que recibirá una llamada de Macron tras conocerse los resultados finales. “El lunes por la mañana estaré en casa y esperaré la llamada telefónica del presidente de la República para pedirme que forme gobierno”, sostuvo el líder de la izquierda francesa ante la cadena BFMTV. Estas palabras no hacen sino evidenciar el deseo del dirigente de Francia Insumisa de convertirse en primer ministro, aunque la situación derive en una convivencia entre presidente y jefe de Gobierno de distinto signo.

Esta cohabitación de fuerzas se ha producido en tres ocasiones en tiempos de la V República francesa. De hecho, para la última habría que viajar a finales del siglo XX y principios del XXI. En el hipotético caso de que se repita la historia, Macron se vería obligado a unir fuerzas con la alianza de izquierdas para sacar adelante sus proyectos, o bien mediante la vía de la coalición o la obtención de los votos necesarios según la ocasión.