La capacidad para asimilar información por las personas, es limitada. Al final se suele resumir en alguna idea y/o percepción, incluso hay algunos que dicen que para que un mensaje llegue hay que repetirlo hasta siete veces.

Pero lo que está ocurriendo en estos días sobrepasa todas estas teorías, aunque bien es cierto que es un único mensaje: la corrupción del PP. Eso sí, con diferentes variantes, unas más sofisticadas y otras al estilo tradicional de sobre en mano.

La indignación alcanza grados supinos, ya que todo el esfuerzo de los recortes y el sacrificio ha recaído en las familias, pequeñas empresas y trabajadores públicos.  Y sin embargo, día a día nos insultan con sueldos escandalosos como el de Cospedal, que mientras gana más de 160.000 euros (en blanco) se dedica a dejar sin servicio médico de urgencias a los pequeños pueblos de su Comunidad.

Policías de Huelva patrullando en autobús y huelgas en los servicios de recogida de basuras ante nuevos recortes, contrastan con el derroche de Esperanza Oña en Fuengirola o Teófila en Cádiz, donde no se privan de cochazos oficiales, asesores y televisiones a su servicio o campañas de publicidad de autobombo.

O poblaciones como Écija, dónde el PP pacta un año después de las municipales con una facción del PA y le paga con contratar en el Ayuntamiento a varios militantes, con cargo al presupuesto y a la subida de impuestos a la que somete a la ciudad.

Bárcenas sigue libre y viviendo en una de sus lujosas casas, pero su sombra está llegando a todos los rincones de este país. Muchos militantes y cargos públicos del PP están sufriendo esta ola de corrupción que los mete en el mismo saco que a los que salen en los papeles. Seguramente militantes, concejales y alcaldes del PP, que son honrados y trabajadores, están probando su propia medicina.

Y como no, el señorito Arenas aparece en los papeles. Con su amigo Bárcenas, con el que jugaba a pádel en Marbella en aquellos años en que Luis no era el cabrón, sino el hombre de Aznar y luego de Rajoy, con el que los señoritos andaluces querían hacerse la foto.

El bombero Zoido anda desaparecido estos días entre tanta basura, la de las calles de Sevilla me refiero, y ha optado por seguir con la cabeza debajo del ala y adoptar la frase oficial, “no me consta”.

Esta situación SOBRE pasa a los ciudadanos y hace que la indignación llegue a límites insoportables.

 

* José Joaquín González es  Master en Dirección de Comunicación y en Comunicación Corporativa