Hoy voy a faltar a una de mis reglas no escritas. Ni suelo comentar sentencias sin leerlas completas, y menos aún si se trata de sentencias de tribunales extranjeros. Pero este no es un artículo jurídico sino de opinión, y esta no es una ocasión cualquiera. Y toda regla tiene una excepción.

Hablo de una sentencia que ha hecho correr ríos de tinta y ha provocado la indignación colectiva en Italia. El conserje de un instituto era absuelto del delito sexual consistente en tocar el trasero a una menor por el peregrino argumento de que el tocamiento no duró más de 10 segundos. Como si la lujuria y el reproche pudiera ser medido por las manecillas de un reloj.

No sé de dónde sacaría Su Señoría esa idea de que el tiempo transcurrido tenga algo que ver con la gravedad de estas conductas, pero tampoco me importa demasiado. Porque ni siquiera atendiendo su propio criterio me explico su resolución.

Hagamos una prueba que ya está haciendo mucha gente en redes. Probemos a permanecer diez segundos tocándonos, o haciendo cualquier otra cosa. No es un roce instantáneo, precisamente. Hay que saber lo que se está haciendo y querer hacerlo, que precisamente lo que se exige para ser responsable de la comisión de un delito, inteligencia y voluntad.

Pero parece que cuando de delitos sexuales se trata, especialmente cometidos contra mujeres, los parámetros cambian. ¿Alguien se imagina que absolvieran de un robo porque han tardado menos de diez segundos en arrancar la cartera? ¿O que un asesino no sea tal porque la bala homicida se disparó en menos de diez segundos?  Los ejemplos podrían ser muchos, y tan absurdos como estos, pero no creo necesario buscar más. Es más que evidente.

Tampoco sé si se trata de alguna regla no escrita, de un criterio jurisprudencial, o de un invento -me niego a decir genialidad- del magistrado, pero, sea lo que sea, me parece una barbaridad. Más le hubiera valido emplear más de ese tiempo en pensar su decisión, porque estoy segura de que la indignación nos durará más de esos malditos diez segundos

No sé qué pasa cuando de delitos cometidos contra las mujeres se trata, ocurra donde ocurra, pero tendríamos que hacérnoslo ver. Y mucho. Porque, o estoy muy equivocada en mi percepción, o vamos hacia atrás como los cangrejos. O como algo peor.

Y, aunque no me gusta equivocarme, me encantaría en este caso estar en un error. Y que me lo hicieran ver más pronto que tarde.

SUSANA GISBERT

Fiscal (twitter @gisb_sus)