La tormenta desatada por las acciones y manifestaciones lamentables del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, RFER, Luis Rubiales, no es más que la evidencia de que este deporte y toda su organización es machista, homófoba y corrupta. Nada va a empañar el logro de este puñado de mujeres deportistas, que han conseguido un hito histórico en nuestro deporte, ganando el Mundial con ese gol de Olga Carmona que ya ha quedado en nuestra retina para siempre. El logro es de ellas que, en momentos de desilusión e incertidumbres sociales y políticas, aunaron el ánimo y el espíritu de todo un país. Todo esto a pesar de la falta de apoyos reales, empezando por la Federación, que luego se ha apropiado de su triunfo, y ha salpicado su actuación de oro con el fango de su machismo en la figura de Jenni Hermoso. Besarla en la entrega de los premios, con o sin su consentimiento-y no pongo en duda lo que la misma deportista ha dicho en un comunicado de prensa-, es un acto de prevalencia, en la que el impresentable Rubiales hace valer su cargo y poder, para marcar, desde el machismo que tiene tan interiorizado, su autoridad sobre la deportista. Contraviene todas las leyes, los códigos deontológicos del deporte, el buen gusto y la educación. Si tan normal le parece este gesto, ¿por qué no hemos visto lo mismo cuando han ganado los hombres? Es decir, ¿por qué no le hemos visto “darle un piquito” a su amigo Gerard Piqué, con quien tantos negocios por esclarecer han hecho? La respuesta es obvia: porque es un hombre, y no tiene que marcar su poder sexual sobre él, amén de que la homofobia y el fútbol son también marcas distintivas de esta disciplina. El problema de fondo es que el fútbol es una testiculocracia. Es un ejemplo claro de “pormishuevismo”, si se me permite el concepto, aunque se me ocurren otros más malsonantes. Lo avala, entre otras cosas, el aplauso de sus zafios comentarios en la Asamblea General Extraordinaria de la RFEF en la que dejó claro, hasta en cinco ocasiones, que no iba a dimitir. El problema del fútbol en España no se soluciona con el cese fulminante de Rubiales y, de ser posible, con su encausamiento por sus comentarios que debieran ser considerados delitos de odio contra las mujeres, las feministas, los periodistas, entre otros blancos de sus disparates e insultos. Toda esa directiva de la Real Federación Española de Fútbol que han aplaudido tan repugnante chulería, debe ser cesada e inhabilitada con Rubiales. Son cómplices de lo que ha sucedido, responsabilizando a la víctima, a Jenni Hermoso, de lo que ha hecho el máximo responsable de la Federación. Lo sucedido en esa Asamblea, es una forma más de manada mediática, en la que el reaccionario machismo antropológico se refuerza, cargando la responsabilidad del delito contra la mujer. A Rubiales, aplaudido por sus correligionarios de la RFEF, le faltó decir lo que han dicho muchos condenados por agresiones o abusos sexuales: que la culpa era de ella porque iba muy corta, u otras expresiones peores que no me da la gana ni de escribir. Es más o menos lo que dice Rubiales cuando en su relato de serie b cuenta que es la deportista la que “acerca su cuerpo al suyo”, “la que lo alza”-hemos visto otra realidad todos-, en definitiva, la culpable de lo sucedido, como todas las mujeres, que son, a ojos de estos machirulos desfasados y sus compañeros de juergas, las provocadoras, las culpables de todo. El mismo gesto de genitalidad durante la entrega, con la presencia de la Casa Real, en las  figuras de la Reina Letizia y la infanta Sofía, por mucho que haya sido lo único de lo que se ha disculpado, es la imagen gráfica de lo que es Rubiales, su directiva, y el alma del fútbol en España y en el mundo. Un reducto de machismo violento e infantil, que confunde la identidad masculina con el acto compulsivo y reafirmativo, de tocarse la entrepierna. Como español me da vergüenza ajena que esa sea la imagen de tan importante logro deportivo internacional, aunque, no nos engañemos, estos pecados y otros tan graves o más, son comunes a todas las federaciones de futbol internacionales.

La igualdad de Rubiales

Me he cansado de decirlo, escribirlo y repetirlo: el fútbol es, digámoslo a las claras, un deporte machista, homófobo, corrupto en sus instituciones, opaco en sus negocios, y abonado a una masculinidad arcaica, tóxica e interesada. Si no fuera así, no habríamos tenido ese sospechoso y vergonzante mundial en Catar donde tan indignados presidentes de los clubes han sacado un dineral, empezando por Rubiales y los suyos... El Mundo del fútbol es un universo al margen del mundo, y de la ley, según parece. Eso sí, hay que reñir a los jugadores y equipos que lucían brazaletes en apoyo del colectivo LGTBI+ y de las mujeres, porque el fútbol no debe ser politizado, dicen, y se quedan tan panchos. Si algo es el fútbol, hace mucho, es política y negocio. Por eso no se atreven a tocarlo. Todas sus organizaciones trufan de corrupción sociedad, empresas, banca y medios de comunicación. Ya pasó también con la UEFA. El racismo y la homofobia institucional no es, desgraciadamente, una realidad nueva, aunque pensábamos que había quedado reducida a los infiernos de regímenes dictatoriales o subdesarrollados. Ejemplos como en el que se mira Orbán, la Rusia de Putin, nos devuelve una realidad más perversa. También que instituciones corruptas y multimillonarias, como la UEFA, que ha sido investigada en múltiples ocasiones por tramas de corrupción económica, tráfico de influencias, tratos de favor y negocios turbios, como los procesos abiertos por el gobierno suizo en 2011 por corruptelas varias de esta institución, se alinearan con la homofobia de Hungría, en vez de con los derechos humanos.

El historial de sombras y corruptelas sobre Rubiales es largo. En este mismo diario pueden encontrar un detallado corolario del mismo, y hace menos de un año un grupo de jugadores se negaron a acudir a la convocatoria si permanecía Rubiales y la directiva actual de RFEF. No quedó en más que una anécdota y breve titular de prensa, aunque ahora la realidad les ha dado la razón. Hoy se unen a sus compañeras en un manifiesto de apoyo a Jenni Hermoso,  Athenea del Castillo, jugadora de la Selección de fútbol femenino Aitana Bonmartí, jugadora de la Selección de fútbol femenino Alexia Putellas, jugadora de la Selección de fútbol femenino Catalina Coll, portera de la Selección de fútbol femenino Virginia Torrecilla, jugadora profesional del Villareal CF, entre otras, asegurándose que no acudirán a la convocatoria de la selección si no se toman medidas reales contra el actual presidente y su directiva. Lo sucedido ha conseguido aunar a todos los partidos, menos al de siempre, que supongo que acabará metiendo a Rubiales en sus listas. Ha concitado los apoyos de personalidades de la cultura, la política y el deporte, aunque algunos también han sido salpicados por cuestiones poco edificantes, como “las bromitas homófobas” en redes de Casillas, o la investigación de De Gea en un caso con menores muy turbio. Hay apoyos que podríamos ahorrarnos.   No nos engañemos, esto es un punto de inflexión, histórico, no sólo por el triunfo de nuestras deportistas, sino porque, además, lo sucedido alrededor de ese triunfo ha puesto de manifiesto una realidad asumida por la sociedad de abuso y machismo que no puede permanecer más. O se cambia de verdad todo, estructuras, fórmulas, leyes, directivas, o el cese de Rubiales, que como digo debe ir acompañada del cese de toda su corte de aplaudidores cómplices, o no servirá de nada. O se cambia de verdad la raíz del problema, o en este reducto de machismo, homofobia y corrupción que es el fútbol, todo cambiará de nombre y hombres, para seguir siendo igual.

Manuel Francisco Reina (@manuelrreina), es escritor y Crítico Literario.