Todo el mundo ha escuchado alguna vez eso de que la mujer del césar no solo ha de ser honrada, sino que también ha de parecerlo. Incluso me atrevo a decir que todo el mundo ha usado alguna vez esa expresión sin ser demasiado consciente de lo que conlleva. Y, de aquellos polvos, estos lodos.

En realidad, se trata de un dicho machista hasta decir basta. Quien debería importar que fuera honrado es el césar. Y quien, en todo caso, ha de parecerlo, también es el césar. Lo que haga su mujer debería traer sin cuidado al imperio romano siempre que el césar gobernara bien y eficazmente.

Además, también se trata de una frase que entraña una hipocresía considerable. A su autor parecen importarle más las apariencias. Y, con todo, ha llegado hasta nuestros días. Y así nos va.

Vivimos días difíciles. Ya desde hace tiempo, se ha adoptado la táctica de pegar la patada al político de que se trate en el trasero de su familia, sea mujer, marido, padres, hijos o hijas. Parece que todo vale con tal de desacreditar al oponente. Y, aunque el dicho con el que empezaba este artículo sea machista, la cosa se amplía y aquí vale todo. Todo, con tal de destruir. Lo de construir, ya para otro momento, si es que llega.

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Y, en este carrusel de sinsentidos, se introduce un elemento como cómplice necesario, incluso contra su voluntad. Los juzgados. Se da un paso más al “injuria, que algo queda” -otro dicho que ha pervivido a lo largo del tiempo- y se convierte en un “denuncia, que algo queda”. No contentos con esparcir lo que sea a los cuatro vientos, se lleva hasta las puertas de juzgados y tribunales, donde cualquier decisión quema. Convendría recordar, en este punto, la cantidad de denuncias que quedan en nada, y que admitir a trámite una denuncia es poco más que dar forma jurídica a una solicitud, y no implica una condena ni un proceso, ni siquiera una sospecha. Pero se ha jugado tanto, de uno y otro lado, con las líneas rojas, que la bomba ha acabado estallando en nuestras manos.

Quede claro que no me refiero solo al caso que ha copado la atención informativa estos últimos días. Me refiero a todos esos casos, cada vez más frecuentes, es que se utiliza a la familia, o a los seres queridos, para hundir al adversario. Con razón o sin ella. Y eso es lo malo.

SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (@gisb_sus)