Primera conclusión: una Nación que entrega toda su fuerza a un colectivo, no puede aceptar que ese colectivo se manifieste igual que aquel que no tiene la fuerza. Claro que puede pasar (y alguna vez ha pasado) pero eso no será dentro de un sistema democrático de convivencia, eso pasa en dictaduras procedentes de golpes de Estado (inducidos precisamente por esa fuerza cedida a los militares).
Segunda conclusión: ¿tienen que ser los militares “los grandes mudos” como se denominaron en otros tiempos? De ninguna manera. Tienen que poder exponer sus ideas y preocupaciones sobre los asuntos que les afectan.
Entonces ¿qué hacemos? Pues ordenar tanto el asociacionismo militar como su libertad de expresión. Y esto se ha hecho ya por el anterior gobierno y está empezando a ponerse en marcha por el actual. Perfecto eso de coordinar gobiernos de distinto signo en asuntos de Defensa.
Lo que pasa es que existen asociaciones que quieren llevar sus opiniones tanto políticas como sociales hasta más allá de las disposiciones recientes. O, más preocupante, han empezado a opinar, vestidos de uniforme, militares jubilados a los que estas leyes no les alcanzan (lógicamente).
A los militares retirados les encanta seguir siendo considerados militares: es una profesión que imprime carácter. Incluso en los grandes desfiles militares suelen tener unos minutos de gloria y aplausos. Me parece magnífico: pero que no quieran utilizar los aplausos a los militares y los derechos de los civiles al mismo tiempo. Hay que saber ayudar a un equilibrio ciertamente todavía muy difícil en España. Digo en España: este debate en países con Ejércitos de años y años de democracia ni se plantea.
Quiero que el Ministerio de Defensa escuche a los portavoces de las asociaciones de militares y dialogue con ellos. Pero no podría soportar una manifestación de funcionarios públicos con militares o guardias civiles entre ellos protestando por decisiones del gobierno de España. El sistema de equilibrios democráticos tendría que pensar qué hacer ante semejante situación. Y conste que ya, la mera protesta genérica, me preocupa.
Es que yo no tengo tanques y ellos sí.
Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
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