Además de ser una gran noticia para los demócratas de este país necesitado, desde hace demasiado, de una paz auténtica en Euskadi, es una premonición acerca de cómo pueden tomar conciencia los ciudadanos y decidirse por ejercer el noble derecho que la democracia nos trajo:  depositar en las urnas su confianza en aquell@s dirigentes que vayan limpios de corrupción y curados de mentiras.

Los que 'han choriceado' grosera y obscenamente el dinero ganado con el sudor y el esfuerzo noble de tantos ciudadanos honrados, esos y no otros, son los que no merecen recibir el premio gratuito de verse encumbrados en el poder, pues sería el peor de los ejemplos que un pueblo puede dejar en herencia a sus hijos.

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