Encaramos la recta final de la Feria del Libro de Madrid. Quien no la conozca se pierde uno de los eventos, alrededor del libro, los escritores y los lectores, más insólitos del mundo. Considerada la segunda más grande a nivel internacional, en su categoría e importancia, sólo detrás de la de Guadalajara en México, supone todo un acontecimiento anual de intercambio entre editores, autores, librerías y, sobre todo, lectores. Digo esto porque, a pesar de los complejos nacionales, resulta que, dos de los fenómenos literarios más importantes a escala mundial suceden en español. Lejos de otras ferias, como la de Frankfurt, o la de Miami, más enfocadas a los agentes literarios y las editoriales, la de Madrid se ha convertido en una tradición para que los madrileños y los foráneos que ya la conocen o la descubren, acudan a encontrarse con sus escritores favoritos, o a conocer nuevos. Digo esto porque esta Feria, con el mundo de la escritura en su centro, se ha convertido en una fiesta de la ciudadanía, del pueblo de Madrid, especialmente, y sus visitantes, como las Fiestas de san Isidro o la Paloma.
Esta edición ha tenido el lema “entrena tu mente, lee tu cuerpo”. Un intento de volver al ideal clásico de equilibrio entre cuerpo y mente “mens sana in corpore sano”, que nos comunicó su directora, la periodista y activista Eva Orúe que, además de experiencia y profesionalidad, le ha puesto sentido del humor y una sonrisa a todo, que no está mal con el panorama sociopolítico que estamos viviendo. Entre tantos egos, sobre todo de algún jovenzuelo recién llegado que cree que con dos premiecitos y alguna entrevista ya es Hemingway reencarnado, quiero recordar a los maestros, a aquellos que con su compromiso ético e intelectual construyeron nuestro país, y firmaron en las mismas casetas del parque del retiro donde algunos tratamos de no avergonzarlos. Quiero recordar a Rafael Alberti, que viniera en plena Transición, y que hiciera de sus veros cantados por Paco Ibáñez, bandera de libertades con la poesía como hilván. Esta Feria su última mujer, la escritora María Asunción Mateo, firma sus memorias, “Mi vida con Alberti”, editadas por Berenice-Almuzara, que han puesto con una nutrida documentación algunas cosas en sus sitio, empezando por algunos de los llamados “amigos”, que han hecho de la difamación, por la que alguno está condenado en firme, una nueva forma de infamia literaria. Quiero recordar a Antonio Gala, que antes de ser el autor que más vendía y firmaba en la Feria del Libro de Madrid, se jugara vida durante el tardofranquismo y la Transición, como su amigo Alberti, con obras de teatro muy comprometidas, por la que llegaron a darle una paliza en Murcia en la que lo dieron por muerto. Está presente, de la mano de Planeta y del que fuera su más fiel secretario, Luis Cárdenas, además de la edición crítica del poeta y profesor Pedro J. Plaza, una edición de sus versos inéditos de juventud, con el título de “Poemas de lo Irremediable”. Quiero recordar a la familia Grande-Aguirre, que fue la mía en Madrid, Félix Grande, Paca Aguirre, Guadalupe Grande, que fueron cobijo de jóvenes poetas, especialmente hispanoamericanos, teniendo en cuenta los años que Félix dirigió, por deseo de su maestro Luis Rosales, Cuadernos Hispanoamericanos. Quiero recordar a Gloria Fuertes, José Miguel Santiago Castelo, y a Rafael Montesinos; a José Hierro, a Diego Jesús Jiménez, Pilar Paz Pasamar, Francisco Brines, y a tantos y tantos referentes que han ido desapareciendo y dejándonos huérfanos y con algunos pretendientes a Popes que no están a la altura.
Hay, afortunadamente, autores y editores hoy que tratan de ser fieles a estas enseñanzas. Autores que pelean por su voz y su espacio como los jóvenes Jorge Pozo Soriano, Marina Casado, Olira Blesa, Andrés París, Paula Díaz Altozano, Eric Sanabria, que además de defender su propia obra, en algunos casos ya importante, se han constituido en grupo poético de amigos, “Los Bardos”, y han publicado una antología, “Si el amor fura un ala", en homenaje a Cernuda, por gentileza de la librería, con caseta en la Feria de “La Imprenta”. Entre los jóvenes autores interesantes, Jota Santatecla y su “Año de la Grava”, Antonio Díaz Mola con su “El Aire dividido” accésit del último Premio Adonáis, la consolidada Raquel Lanseros con “El sol y las otras estrellas”, último premio Generación del 27 de poesía, y otros muchos autores interesantes. Frente al virus de estulticia ha pululado por muchas casetas entre televisivos, no me refiero a los que escriben sus propios libros sino a los que ponen la cara a los que les escriben otros, youtubers, instagrammers, influencers y fauna varia de la mentecatería contemporánea, que está degradando el ecosistema literario. Epidemia de no-literatura que engordan las grandes editoriales e incluso algunas que tuvieron prestigio. Ante esta corriente de anti-intelectualismo, de anti-literatura que está gangrenando el tejido artístico y literario de nuestra sociedad, además de los egos revueltos de los vanidosos de siempre, quiero fijarme en pequeñas editoriales que ocupan el espacio de la literatura real, apostando por escritores, descubriéndolos o apoyándolos. Me refiero a editoriales como Ediciones La Palma, que lleva décadas reeditando los primeros libros de maestros como José Hierro, Pablo García Baena, Francisco Brines, Rafael Morales o Antonio Gala, editorial fundada por la poeta y antropóloga palmera Elsa López, que recibió el premio Canarias de Las Letras. Dirigida ahora por su hijo, David Cabrera, y con otro nuevo sello Ediciones el Drago, apostaron por el joven escritor Marcos Dosantos, que ha sido otra de las sensaciones de la Feria con su biografía sobre Carla Antonelli. Cuadernos del Laberinto con su fundadora y editora al frente, Alicia Arés, es otro de esos sellos que, en narrativa y poesía está abriendo camino. Apostando por literatura, incluso la hispanoamericana, con propuestas como Las locas piedras de Alejandra del poeta cubano Eduardo Herrera Baullosa, último premio Diputación de Guadalajara “José Antonio Ochaíta”, estrena nuevo sello de contemporáneos la editorial Poéticas ediciones, con el escritor José Sarria al frente, y que presentará este libro en el espacio “Talento a Bordo” de la Feria. Sirvan estas breves nombradías para apoyar el trabajo de algunos sellos y editores, así como de autores, que siguen manteniendo viva la llama del talento y la inteligencia frente a tanta conjura de necios. Yo celebro, siempre, que en primavera Madrid es una Feria del Libro. También que los jóvenes autores, y los que no lo somos tanto, no olvidemos a los ausentes, a los maestros, que hicieron esta Feria y otras tantas cosas importantes en nuestro país, y los honremos.