Si alguien hubiese querido imaginar una campaña para acabar con el poder público frente al  privado, nadie, absolutamente nadie, hubiese soñado con la situación actual. Ni en el sector bancario ni en la derecha en general nunca fueron bien vistos esos logros de la socialdemocracia  europea de dar sanidad gratuita para todos, escolarización o ayudas sociales a los que por diferentes razones no han tenido acceso a grandes ganancias.

Pero por fin se unieron, se coordinaron y aprovechando sus propios fallos y vergüenzas (créditos basura, Lehman Brothers, burbuja inmobiliaria) decidieron dar la batalla. Cogían a esos socialdemócratas europeos debilitados, fuera del poder en muchos países y miedosos por el estallido económico.

Estaba claro que era el momento de atacar al eterno enemigo. Su objetivo: debilitar a los estados y a los servicios que estos facilitan para regalar la tarta de la educación, sanidad y demás a lo privado, al negocio.  Devolver los poderes públicos que redistribuyen la riqueza de un país a los propios mercados. Eso ha ocurrido en Europa pero también con la sanidad que quería generalizar el Presidente Obama.

Era el momento. Los pocos gobiernos socialdemócratas que había en Europa  estaban en países periféricos, debilitados por el tsunami económico.  Y ahí nos encontramos con un Papandreu  desbordado, un Sócrates desconcertado y un Zapatero muy ingenuo que no supo  enfrentarse al oleaje.

Tanto se asustó el presidente español que negó la evidencia, se mintió a sí mismo y quiso pensar que era un vendaval pasajero y ese ha sido su desmoronamiento. Por si esto  fuese poco, se encontró en pleno naufragio con una oposición poco o nada  leal a los intereses generales  que en vez de colaborar, intentaban hundirle más.

Toda la clase política desde la extrema derecha de Aguirre a la izquierda de Llamazares, pasando por el 15-M le tiraron piedras, le hundieron la barca y le arrancaron el chaleco salvavidas. El resumen es que acabamos una legislatura exhaustos, sin aliento y lo que es peor sin esperanza.

Eso sí, con una derecha que se ve ganadora, potente y prepotente, unos nacionalistas catalanes que se han sumado al  vendaval  privatizador, además de dejar de pagar a médicos y residencias de ancianos  y que cada vez se sienten más  cómodos con el Partido Popular, una Izquierda Unida que protesta pero no ofrece alternativas y un 15-M que dice que esta guerra no va con ellos. Y en medio de este magma, un candidato socialista moderado  y responsable pero que no sabemos si es capaz de despertar pasiones.

¡Vaya panorama! Descorazonador. Pero lo más triste de todo es que esa derecha bronca que grita más que reflexiona, es la que va a desmontar la España que habían ido construyendo Suárez,  Gonzalez y Zapatero en su primera legislatura, la que había avanzado socialmente años en tan sólo unas décadas, la que era más justa y equitativa, aunque quedase mucho por hacer. Una España en donde la palabra consenso formaba parte del paisaje.

Y ahora que la señora Merkel pierde todas las elecciones de los landers, que Sarkozy tiene la puntuación más baja nunca vista y ha visto como los socialistas ganaban por mayoría absoluta el Senado o que el primer ministro británico sufre el descontento de  los que le votaron, ahora tenemos que ver triunfantes y prepotentes a lo más conservador de éste país.

A esos que de aperitivo quieren la censura previa (ver decisión del Consejo de RTVE) , de plato fuerte cortan servicios sanitarios y  despiden maestros de la enseñanza pública (ver Esperanza Aguirre) y de postre, para endulzarnos, la Comunidad de Madrid da ochenta millones de euros a los colegios privados del Opus Dei y de los Legionarios de Cristo mientras que con ese dinero tendría suficientes fondos  para readmitir a todos los profesores echados a la calle de la enseñanza pública.

Mercè Rivas Torres es periodista y escritora

PD. “El popular barrio valenciano de Ruzafa, de 25.000 habitantes, lleva una década esperando un colegio público. Los vecinos han salido a la calle en numerosas ocasiones para exigirlo pero, a pesar de la reserva de suelo establecida en el Plan General, la Generalitat Valenciana no ha movido una piedra para su construcción………mientras que en la barriada de Campanar se han cedido 13.400 m2 de suelo público a la Universidad Católica para la construcción de un hospital clínico universitario”.

Página web de Rebelión. Septiembre 2011