Pese a que Fabra, que en la actualidad ocupa el cargo de presidente del PP en Castellón, ha visto como los procesos judiciales en los que ha estado incurso se dilataban escandalosamente en el tiempo, incluso pasaban por las manos de varios jueces que cambiaban de juzgado sin resolver la cuestión, ahora ve como las tornas cambian radicalmente.
La Fiscalía Anticorrupción pide quinde años de cárcel para el ex presidente de la Diputación y la acusación popular lo eleva a veinte años y nueve meses. Fabra, que sigue siendo el hombre fuerte del PP en Castellón, el hacedor de favores, está además imputado por tráfico de influencias y cohecho desde hace más de siete años.
Su peripecia judicial refleja a la perfección las lacras y las disfunciones de la justicia en nuestro país que permiten, cuando no hay interés político o vendetta profesional o corporativa por medio, dilatar los procesos hasta rozar la prescripción o caer en ella. Esa era la esperanza de Carlos Fabra que confundió prescripción con absolución. Y ahora, cuando los suyos tienen todo el poder, cuando incluso Rajoy ha conseguido llegar a La Moncloa - y allí estaba él, animando en el último mitin de Valencia en primera fila, como un dirigente de la vieja guardia- si Dios no lo remedia, va a verse ante el tribunal, sentado en el banquillo de los acusados. Él, que creía manejar todos los hilos y todos los resortes del poder porque había tanta gente que le debía tanto...
Victoria Lafora es periodista y analista política