Por supuesto, no me refiero a ningún exceso, desenfreno, liviandad ni a nada que pueda dañar al prójimo ni a uno mismo, porque esta derecha española tradicional, que no liberal, es muy dada a enredar al personal haciendo confundir en las mentes ajenas, que no en las propias, libertad con libertinaje, derechos con privilegios, justicia con caridad y razón con devoción. Y ella, la derecha, sabe, por cierto, muy bien, de abusos, excesos y acciones que dañan al prójimo, pero eso sí, en aras siempre del interés propio.

De tal manera que tradicionalmente, a lo largo de muchos siglos, la derecha, junto a sus consejeros “espirituales”, han sabido muy bien cambiar los términos, y hacer considerar por el inconsciente colectivo el bien como el mal, y el mal como el bien. Que me digan si no cómo han sido capaces de vender la libertad, la solidaridad, el respeto al pluralismo, el desarrollo cultural y científico, la racionalidad o el librepensamiento como “lo demoníaco” o, con palabras más mundanas, “las hordas rojas” o “judeo-masónicas”.

En el tiempo actual, han recuperado su capacidad innata de cinismo y han vuelto a utilizar la fuerza del miedo, ya no invocando a fuerzas sobrenaturales (porque ya no cuela), sino a improperios del tipo “España se rompe”, o “todo es culpa de Zapatero”, o “nos venden Navarra”, o “nos dejan sin valores”, y cientos de sandeces similares, para recuperar la adhesión de los ciudadanos,  que con la fuerza de la decencia y la razón nunca conseguirían. Así, son muy dados a hablar de “moral” y de “valores” para hacerse poseedores y propietarios de los atributos éticos de los que, precisamente, más carecen.

A veces buscamos el árbol hacia el frente sin darnos cuenta de que le tenemos al lado; y esto puede que ocurra con esta derecha trasnochada, perdida y taciturna. Nos hacen temer al fantasma cuando ellos llevan la sábana puesta. Los recortes que están llevando a cabo en sanidad ya están provocando las primeras consecuencias graves; hace pocos días moría una mujer catalana por falta de atención médica. Enfermos graves y ancianos están sufriendo un intolerable retraso en sus consultas médicas; se empiezan a no dispensar medicamentos de primera necesidad para ahorrar gastos.

En política social estamos viendo miles de desahucios en familias humildes. Se están cerrando centros de atención a enfermos de Alzheimer y de tratamiento a enfermos mentales y a discapacitados allá donde la derecha está gobernando. Hace días salía en la prensa el desahucio en Madrid de una anciana de 84 años, enferma terminal, y de su hijo discapacitado por no poder hacer frente a sus gastos. En educación estamos siendo testigos asombrados de cómo la derecha está despreciando la enseñanza pública y traspasando fondos millonarios del erario público a la enseñanza privada, elitista y confesional.

A esas personas vulnerables, marginadas y despreciadas por las políticas indecentes y canallas que la derecha está implantando no hace falta que les hablen del mal, ni del infierno ni el demonio. Los que esconden tras la palabra “valores” su absoluta falta de respeto al bien común y a las capas sociales más vulnerables, los que permanecen en la mayor de la frialdad ante la desdicha y la pobreza de miles de ciudadanos carecen de escrúpulos a la hora de auto atribuirse el monopolio de la moral, cuando, en realidad, a la vista de sus mentiras, sus políticas pre democráticas, voraces y antisociales, la desconocen. La democracia ha sido siempre enemigo a batir por la derecha española; no nos dejemos engañar por sus palabras manipuladoras y vanas.

Coral Bravo es Doctora en Filología