Cocinar con aceite de oliva es una de las costumbres más saludables de la dieta mediterránea. Ahora bien, una vez hemos cocinado los alimentos ¿qué hacemos con el aceite usado sobrante?

Ésta es una pregunta que se hacen muchos consumidores responsables, personas conscientes de que tirar el aceite usado por el desagüe perjudica el medio ambiente y que buscan una alternativa más limpia, sana y ecológica.

Si echamos el aceite sobrante por el desagüe del fregadero llegará -en el mejor de los casos-  a las estaciones depuradoras de aguas residuales, restándoles eficacia y obligándolas a un sobresfuerzo que multiplica su consumo energético.

Pero en el peor de los casos, cuando el municipio carece de este equipamiento medioambiental y el aceite llega directamente a los ríos, no se mezcla con el agua, sino que crea una fina capa superior de materia grasa, una película aislante que impide el intercambio gaseoso.

Es así como tiene lugar uno de los procesos contaminantes más habituales en el medio acuático. Un fenómeno que los científicos llaman eutrofización y que provoca la presencia de algas en el agua, reduciendo la presencia de oxígeno y atrofiando la vida del ecosistema hasta ahogarla.

Por eso lo más correcto es que, una vez usado (el aceite no se puede reutilizar después de que empiece a humear o en más de tres ocasiones) se deje enfriar en la sartén antes de recogerlo aparte y verterlo dentro una garrafa vacía. Las garrafas de plástico rígido (tipo suavizante) son ideales para ello.

Conveniente marcadas para evitar errores, pueden ser rellenadas directamente de la sartén, sin filtrado previo, hasta que se llenen. Entonces se podrán llevar al punto verde o centro de recogida de aceite usado más cercano.

Actualmente buena parte de los municipios españoles disponen de contenedores de reciclaje para el aceite de freír. Situados en mercados, plazas y otros equipamientos municipales, estos depósitos estancos facilitan la recogida selectiva por parte de los consumidores y evitan el vertido incontrolado de este poderoso contaminante a través de los desagües o del inodoro.

También podemos llegar a un acuerdo con el restaurante del barrio o del pueblo. Los establecimientos de hostelería están obligados a tener contratada la recogida selectiva de este residuo, al que podemos aportar el nuestro. Tanto una como otra son una buena manera de garantizar para correcto tratamiento residual y la posterior valorización en la planta de reciclaje.

Cuando el aceite usado llega a las plantas de reciclaje es sometido a un proceso de refinado y eliminación de impurezas del que se obtiene un aceite reciclado de alto valor, una materia prima que se destina a la fabricación de jabones y productos cosméticos o a la producción de biocombustibles.

Lo que jamás debemos hacer es verter el aceite de freír usado por el desagüe o el inodoro. Como última opción lo recogeremos de la sartén impregnando un papel de cocina para tirarlo después  al cubo de la basura orgánica (el marrón) siempre que ésta fracción se recoja a parte en nuestro municipio.