La revista Forbes ha elegido a Málaga como una de las mejores ciudades para vivir. Lástima que el alcalde Francisco De la Torre solo quiera que en ella vivan turistas y millonarios. ¿Y qué pasa con los malagueños y malagueñas? Esos no le importan al alcalde del PP, que ve incluso con buenos ojos que quienes no tengan dinero para comprar o alquilar, se marchen a otro municipio a vivir, expulsándolos de la ciudad que los vió nacer.

Las políticas de vivienda del PP impulsadas por el Alcalde de Málaga y por Moreno Bonilla hacen los precios se disparen, creciendo un 24,66% en el último año, mientras el coste del alquiler aumenta un 35% en los últimos tres años. Y, ¿qué pasa con los que vienen a trabajar a nuestra ciudad. ¿Dónde podrán vivir a estos precios esos sanitarios, profesores, trabajadores de hostelería, universitarios o ingenieros y profesionales tecnológicos? En ningún lugar. Por todo ello, Málaga volverá a salir a la calle por tercera vez en menos de un año el próximo 5 de abril contra la especulación y el rentismo.

Idealista publicaba estos días un anuncio: “Oportunidad única de inversión en el corazón de Málaga”. ¿Y cuál era esa oportunidad? Era un piso de 10 metros cuadrados por 125.000 euros. Otro “minipiso” en Málaga, en el Barrio de La Florida (Parque Norte) con 20 metros cuadrados, y sin habitación, costaba 139.000 euros. Otro de 38 metros cuadrados en Carretera de Cádiz alcanzaba los 320.000 euros. ¿Cuántas familias de clase media trabajadora pueden pagarlos?

El alcalde, Francisco de la Torre, insiste en que “no deben toparse los alquileres ni regular el mercado, porque desincentivaría la oferta”; o sea, rechaza que los precios bajen. Hay malagueños que no llegan a fin de mes por los alquileres, pero que siguen dispuestos a seguir votándolo a él y al PP.

De la Torre miente y lo sabe. En Cataluña sí se cumple con la Ley de Vivienda del Gobierno de Pedro Sánchez. Se aplican los topes de alquiler y los precios bajan. En Málaga no se reducen porque, ni quiere el alcalde del PP ni quiere Moreno Bonilla.

En la Málaga actual, la oferta de vivienda se reduce a dos categorías: pisos turísticos y viviendas de lujo a más de dos millones de euros. Mientras el alcalde del PP presume de un mercado inmobiliario en auge, los malagueños, cuyo salario medio es de 19.449 euros brutos al año, tienen muy difícil, cuando no imposible, acceder a una vivienda digna.

Si paseas por el Paseo Marítimo, el Muelle Uno o el centro histórico, verás más turistas que malagueños, los cuáles residen en pisos turísticos, cuyo número ha crecido un 10% el último año. Ya son más de 14.000. Este aumento incrementa el precio de los alquileres. Y el responsable de esta “disparatada” política se llama Francisco de la Torre, alcalde de esta ciudad.

Luego están los proyectos urbanísticos de “alto standing”, en los que está empeñado el alcalde del PP de Málaga, como el rascacielos en el puerto o los lujosos complejos residenciales en el litoral. Pisos como la nueva promoción de la Térmica, que si son de una habitación valen 550.000 euros y si son de cuatro, alcanzan los 2,6 millones (más IVA) ¿Quién puede pagar estos precios?

Esta política de vivienda tan “elitista” de De la Torre tiene consecuencias devastadoras. Más de 40.000 malagueños han tenido que abandonar la ciudad en los últimos cinco años, según un informe del Instituto Nacional de Estadística (INE). Málaga, la ciudad donde nacieron y crecieron, ya no es económicamente viable para ellos y ellas.

El PP ha conseguido que Málaga se configure como un espacio exclusivo para ricos y turistas. Son terribles las declaraciones del alcalde cuando afirmó que: “el hecho de que algunos ciudadanos tengan que vivir fuera de la ciudad tiene una importancia relativa”. ¿Cómo puede ser “relativo” que una familia malagueña no pueda permitirse vivir en su propia ciudad? Por desgracia, esto es lo que piensa y siente De la Torre, que, “quien pueda pagar, que pague, y el que no, que se vaya a otro sitio y no moleste”.

Felipe Romera, director del Parque Tecnológico de Málaga (PTA), ha alzado la voz ante esta situación: “Los ingenieros del PTA no pueden alquilar un piso y eso es una tragedia”. El Parque Tecnológico es el Silicon Valley del sur de Europa con más de 700 empresas tecnológicas, una facturación anual de 4.181 millones y casi 28.000 trabajadores. A este buque insignia de la Málaga tecnológica, se une el centro de ciberseguridad del Google, el centro de innovación de Vodafone, la sede de Freepik o EPAM. A pesar que muchos de estos trabajadores son de élite, cada día les resulta más difícil alquilar un piso.

Y no hablemos de los trabajadores de la hostelería. En una ciudad donde el turismo es motor económico, los trabajadores del sector se enfrentan a la imposibilidad de encontrar viviendas accesibles. Según un estudio de la Confederación de Empresarios de Andalucía, el 30% de los trabajadores de la hostelería en Málaga dedican más del 50% de su salario mensual al alquiler de una vivienda. Esta situación lleva a muchos a abandonar la ciudad o a vivir en condiciones precarias. ¿Pretende el alcalde de Málaga cargarse nuestro sector turístico?

Por otro lado, los profesionales de la educación y la sanidad también se enfrentan a una realidad complicada. Un informe de la Universidad de Málaga indica que, el 40% de los docentes nuevos deben residir fuera de la ciudad, ante los altos alquileres, lo que afecta a la calidad educativa. Muchos profesores deben desplazarse largas distancias para llegar a sus centros de trabajo. Lo mismo ocurre con los sanitarios, cuyos salarios tampoco alcanzan para cubrir el elevado coste de los alquileres.

Málaga tiene un potencial enorme para ser una ciudad próspera, inclusiva y diversa. Sin embargo, la apuesta especulativa del PP condena a la ciudad a un futuro, donde solo los más ricos, podrán vivir aquí. El futuro de Málaga cada día se aleja más de los ciudadanos y se acerca más a un modelo para turistas y millonarios.

Paco De la Torre, que siempre ha presumido de su cercanía, hoy ya no es Paco. Ahora habrá que llamarle Don Francisco de la Torre, el alcalde que expulsa a los malagueños de la ciudad que los vió nacer y que solo gobierna para élites y ricos.

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