Ayer, José María Bris, ex alcalde de Guadalajara, ex senador del Partido Popular y, en la actualidad, diputado regional de Castilla-La Mancha, ejerció de tahúr o de fullero. Soltó detritos verbales y mintió como un bellaco. Sostuvo que los socialistas son “quienes han resucitado la guerra civil”, “quienes han crispado la vida social con desprecio absoluto a nuestras tradiciones, entre ellas las religiosas” y son “los candidatos del PSOE quienes están pactando con ETA”.

El tal Bris
Pero que nadie se sorprenda ni se enoje. El tal Bris tiene en María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP y aspirante a ser presidenta de Castilla-La Mancha a una acreditada maestra en el arte del engaño sistemático. Y siempre, naturalmente, sin pruebas. Sienten no pocos derechistas una atracción fatal por la mentira y, sin duda, por Joseph Goebbels. El sábado pasado, en La Noria, la diputada Celia Villalobos –exministra de Sanidad y ex alcaldesa de Málaga- acusó a los responsables del debate político que se hubiera hablado del juez Garzón y de la Gürtel y no de los desmanes, ni siquiera presuntos, que, según ella, cometen Manuel Chaves y otros dirigentes socialistas.

Enfado lógico
Pues bien, el moderador, Jordi González, se vio obligado a recordarle, airado y con enfado lógico, que ella misma había estado en el programa del anterior sábado, que estuvo dedicado a los supuestos asuntos de corrupción en el PSOE andaluz. O sea, que o insultan o mienten. O hacen ambas cosas a la vez, además de lanzar amenazas a sus adversarios. Actúan como cuatreros estos manipuladores de la realidad. En el ámbito mediático genovés, la mayoría de sus integrantes –que son legión- practican el oficio de despotricar, injuriar, ultrajar y vejar.

Estómagos agradecidos
Fernando Sánchez Dragó, perteneciente a la camarilla de los numerosos estómagos agradecidos a la lideresa Aguirre, insultó en su artículo de El Mundo –uno de los muchos bastiones periodísticos de la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid- a la periodista y escritora Pilar Rahola. La llamó “fantoche”, mientras cargaba contra Barcelona y Cataluña, que es plato de predilección de la extrema derecha española, donde se ubicó ya hace muchos años este tipo faltón, grotesco y chulesco. Rahola le devolvió ayer su andanada y lo dejó frito. Dragó presume de ser anarco, pero la verdad es que es un reaccionario de tomo y lomo. Al facherío –cada vez más crecido en España y en toda Europa- hay que frenarlo.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM