Andalucía bate récords en exportaciones agrícolas y en número de turistas. Agricultura intensiva y turismo han sido las bases de nuestro crecimiento en las últimas décadas, pero estos dos sectores son grandes consumidores de agua en un contexto como el actual, caracterizado por el calentamiento global, la falta de precipitaciones y la sequía de nuestros cauces superficiales y subterráneos.

En el nuevo organigrama del Gobierno de la Junta las competencias de agua pasan a depender de la Consejería de Agricultura. La gallina en manos del zorro. Un cambio coherente, desde luego, con la promesa de Juan Manuel Moreno Bonilla en su discurso de investidura de legalizar y ampliar los regadíos irregulares en el entorno de Doñana. “El nuevo Gobierno buscará una solución definitiva, clara y legal para los agricultores de la Corona Norte de Doñana. Creemos que la inacción no es el camino para resolver un problema que lleva enquistado demasiados años”, dijo.

Ahí lleva la razón, es urgente actuar, pero precisamente la solución de la escasez de agua no es aumentar su consumo, con nuevos regadíos, sino más bien lo contrario.

Con el agua embalsada en mínimos históricos (25,6% en la cuenca del Guadalquivir frente al 57,85 de la media de los últimos 10 años), los acuíferos sobreexplotados (en muchos casos, agotados), y sin agua que trasvasar porque fuera tampoco hay, solo nos queda la esperanza en otra promesa de la investidura, “un segundo 'Plan Andaluz de Aguas Regeneradas de Andalucía' para uso agrario, turístico e industrial, mediante nuevas infraestructuras hidráulicas  que permitan alcanzar la generación de 100 hectómetros cúbicos de nuevos recursos hídricos.”

Al meter el agua en la Consejería de Agricultura se confirma el peso del lobby agrario, que basa su estrategia en más agricultura intensiva sin aprender de los problemas ya creados en Almería, Huelva, Murcia y otras zonas de Málaga y Granada, y el abandono de la agricultura y ganadería extensivas en las zonas de montaña y del interior.

Las patronales agrarias andaluzas, que integran a empresas con grandes inversiones en Marruecos, deben saber que nuestro vecino del sur sufre también la sequía más grave en tres décadas como consecuencia de destinar el agua a cultivos que se iban a exportar en su totalidad, sin proporcionar un nivel mínimo de autoabastecimiento y seguridad para los marroquíes, como ha denunciado en el Parlamento de Rabat Mbarek Sibai, titular del grupo parlamentario del Partido del Movimiento Popular.

 

Las pocas aguas que nos quedan no pueden ser arriesgadas más de lo que están en aras de atender a unas demandas inviables en el actual contexto de calentamiento global. Andalucía está en emergencia hídrica y climática. Consumir más no es una alternativa.