Los que me vienen siguiendo en esta nueva temporada como columnista de El Plural saben que he evitado el tema catalán, no por no querer significarme, lo he hecho siempre, sino por no querer repetir lo ya dicho, o no abundar en esta herida absurda, como decía el tango de Aníbal Troilo del que toma título un magnífico poemario de la Premio Nacional de Poesía Francisca Aguirre. Rompo ahora esta decisión por no poder permanecer impasible ante tanta estupidez que nos lleva al desastre, por cuestiones cortoplacistas y espurias, y por no querer dejar de ser un testigo que opina ante una dolorosa realidad histórica contemporánea.

Decía el ilustrado y parlamentario inglés de origen irlandés, Edmund Burke que "lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”. Me ahorraría no pocos conflictos hablando exclusivamente de libros, de estrenos y de premios, pero la estirpe socrática por un lado, y la orteguiana, por otro, obligan a un sentido comprometido de la cultura que no voy a eludir. Quizá porque desde el “dolor de España” que esbozaron los pensadores y escritores de la Generación del 98, hay cosas que, por falta de madurez democrática y de responsabilidad histórica, siguen sin resolverse.

Vivimos tiempos cruciales en la historia de la democracia española; es tan evidente, como la falta de compromiso y madurez de algunas fuerzas que conforman los activos constitucionales del país, por no hablar de las bastardía ideológica de algunos que se creen iluminados desde ciertos medios de comunicación. No es que yo esté en contra de la disensión o la discrepancia, todo lo contrario: enriquecen social e intelectualmente a las naciones, pero la sociedad española habla con claridad al respecto, desde sus manifestaciones en las calles, en las que nadie pregunta al otro a quien vota, sino por qué no están todos. En eso la ciudadanía sigue adelantando a la clase política, aunque, los intereses partidistas, cuando no personales, están generando en Cataluña fracturas sociales ahora, incluso familiares, que nos retrotraen a períodos de la historia que deberíamos haber tenido ya como escarmiento para siempre.

Vivimos tiempos cruciales; es tan evidente, como la falta de compromiso y madurez de algunas fuerzas que conforman los activos constitucionales del país

Las responsabilidades están repartidas y compartidas, y no se salva nadie. Empezando por el partido del Gobierno, el PP, como destaca en su libro'Sociedad y Valores', editado hace unos años por Planeta, Manuel Fraga Iribarne. Siendo como es uno de los personajes clave de la historia reciente de España, y ponente de la Constitución de 1978, el político describe en estas páginas los valores que siempre ha defendido y su reflejo en la sociedad española, que siendo compartidos o no, merecen todo el respeto de alguien que ha vivido, asumido y evolucionado. Como él mismo afirma: “Las Constituciones son el cimiento desde el cual se organiza el sistema institucional de una sociedad moderna”. El libro es una síntesis de su pensamiento político que nos desvela su visión de los inicios de nuestra sociedad democrática y su posterior consolidación ante la amenaza del terrorismo, a pesar de lo cual, no elude llamar la atención de su propio grupo cuando advierte a los miembros de la cúpula de su partido que“hay que recuperar la vocación de centro del PP”.

Fraga se dirigió a sus compañeros de partido en la reunión a puerta cerrada de un Comité Ejecutivo Nacional y pidió “flexibilidad a los principales dirigentes del PP”, incluido Mariano Rajoy. Fraga destacó que en la sociedad española existe un amplísimo “deseo de paz” y recalcó que “el objetivo del partido debe ser el centro político”. Desafortunadamente, ya fallecido hace años Fraga, el modus operandi del señor Rajoy es el de dejar pudrir las cosas y, esa, no ha sido nunca una opción cuando, algunos pudrideros pueden llevarnos a la fractura geopolítica por inacción.

Frente a él, una clase política catalana que en su huida hacia adelante ha hecho que, para tratar de indultarse-está recogido entre los puntos de la declaración unilateral de independencia- de las causas abiertas contra muchos de sus dirigentes por corrupción, la antigua CIU, no sé cómo diablos se llama ahora, un partido burgués catalán de centroderecha, se volviese más independentistas que los independentistas de ESQUERRA o la CUP que arden en sus propios delirios incendiarios.

PODEMOS sigue jugando con irresponsabilidad a estar dentro y fuera del sistema, y parece estar más empeñado, en especial su líder, el politólogo Pablo Iglesias, en ser palanganero internacional de los secesionistas que en articular opciones de puente y diálogo desde posiciones de izquierda. CIUDADANOS gana enteros frente a los ataques extremistas y declaraciones constitucionalistas, al igual que el PSOE, muchos de cuyos alcaldes y dirigentes catalanes han sido acosados, insultados y marcados, aunque la actitud del secretario general, el señor Pedro Sánchez, sigue siendo dubitativa y desconcertante, en este nuevo momento “Podemosfriendly”. La Transición española, tan denostada por los adalides de la “nueva política” fue posible porque los contrarios, incluso enemigos, como el citado Fraga, Santiago Carrillo, Adolfo Suárez, Alfonso Guerra, entre otros, fueron capaces de sentarse a hablar, ceder, perder y ganar, para que ganase el interés general del pueblo español. Probablemente no fue perfecto, ni ellos dioses de la dialéctica política, pero hicieron posible la construcción de una sociedad democrática después de una dictadura, y décadas de prosperidad y convivencia de todos.

A todo esto, elevamos a categoría de mártir a un señor en pantalones cortos llamado Piqué

Lo terrorífico, que lo es, no es sólo que ahora estemos enredados en los sentimientos, las exaltaciones patrióticas, todas reaccionarias y decimonónicas, y en el cortoplacismo de hacer contabilidad electoral miserable para ver si eso sale rentable en unos escaños más o menos; lo lamentable es que, entretanto, nos vamos a dejar un jirón en nuestra historia, en nuestra realidad, en nuestras vidas, imposible de sanar.

A todo esto, elevamos a categoría de mártir a un señor en pantalones cortos llamado Piqué, infantilizado, como la mayoría de los jugadores de fútbol a los que se les ha consentido demasiado por tener unas habilidades con el balón, que llora por su propia incongruencia. Sólo faltaba que en un país democrático uno no pudiese expresar sus opiniones como él ha hecho, pero estaría bien que se manifestase del mismo modo por la gente que no piensa como él y está siendo excluida de sus derechos democráticos, en consultas y procesos inconstitucionales, y a las que se les empuja por el estigma al exilio de sus patrias, que son Cataluña y España.

Por otra parte, no debería poner su inclusión en la Selección Nacional en manos del seleccionador pues no se siente concernido como español; si fuese coherente, reusaría jugar con los colores de la roja pero, claro, le pagan mucho dinero, su cotización internacional se dispara, y ahí, los sentimientos independentistas se diluyen en la cuenta corriente…

Tampoco es una broma que se ataque al Rey Felipe VI, jefe del estado, por si se les olvida. Sus declaraciones institucionales recientes son prueba innegable del estado de excepcionalidad que se está viviendo. ¿Se imaginan si esto sucediera en reino Unido? ¿si alguien hiciera este tipo de declaraciones sobre la Reina? Claro que no se lo imaginan porque no sucede; porque nos tienen muchos siglos de ventaja en madurez democrática y parlamentaria. Incluso para derogar la monarquía, para proclamar la República, para efectuar una consulta o un referéndum con garantías en Cataluña, o donde fuese, la Carta Magna recoge las vías y procedimientos que ahora se vulneran. Frente a los malvados, la unidad de la sociedad, el compromiso de los intelectuales, y la seriedad institucional. Voz a los sensatos y silencio a los falsos profetas del error, muy lejos de ser “santos” y mucho menos “muy honorables”.