La trufa negra también conocida como trufa de Périgord, uno de los ingredientes más valiosos en la gastronomía por su aroma y por su elevado valor económico, se ha cultivado con éxito por primera vez en el Reino Unido. Hace casi diez años que comenzó su cultivo en el Reino Unido, como parte de un programa dirigido por investigadores de la Universidad de Cambridge y en colaboración con agricultores locales. Los resultados del programa, publicados en la revista Climate Research, han demostrado que el cultivo de trufas es posible en muchas partes del Reino Unido.

En el año 2015, se cultivó con éxito una trufa de Borgoña, autóctona del Reino Unido, pero esta es la primera vez que se logra cosechar la trufa negra de Périgord.

Manjar de la tierra

Las trufa negra es tan apreciada por su sabor y su aroma intenso, pero su cultivo se limita a regiones con clima mediterráneo y es un proceso difícil y lento. Además, su hábitat mediterráneo se ha visto afectado el cambio climático. Su crecimiento bajo tierra en una relación simbiótica con el sistema de raíces de los árboles en suelos con alto contenido de caliza. Se encuentran principalmente en el norte de España, el norte de Italia y sur de Francia y para su cosecha se utilizan perros o cerdos entrenados para olfatear el hongo. La primera cosecha del Reino Unido ha llegado este año y ha sido encontrada dentro del sistema de raíces de un roble mediterráneo que había sido tratado para estimular la producción de trufa. El profesor Ulf Büntgen, del Departamento de Geografía de Cambridge, explicó que cultivar trufa, es una inversión muy arriesgada para los agricultores: aunque los humanos han estado comiendo trufas durante siglos, sabemos muy poco sobre cómo crecen y cómo interactúan con sus árboles huéspedes.

El sistema de cultivo es subterráneo y no podemos ver cómo le afectan las condiciones ambientales o cuál es el mejor momento para regarlas. Hasta ahora no había ciencia detrás, por lo que el progreso es lento.

La influencia del cambio climático

Según os investigadores, uno de los factores que han podido contribuir al hecho de que las trufas negras puedan crecer tan lejos de su hábitat nativo mediterráneo, ha sido el cambio climático. Y explicaron que las diferentes especies responden al cambio climático en diferentes escalas y a diferentes velocidades. Plantaron los árboles solo para monitorear su supervivencia, pero nunca pensaron que esta especie mediterránea podría crecer realmente en el Reino Unido. Para ellos ha supuesto un desarrollo increíble y emocionante.

La primera trufa cosechada, que pesaba 16 gramos, se ha conservado para la posteridad, pero en el futuro, las trufas se distribuirán en los restaurantes del Reino Unido.

Fuente: Universidad de Cambridge