Mark Rylance es uno de esos actores que parece que no hace ruido, pero cada paso que da es como un puñetazo en el estómago. En 2015, sin ir más lejos, consiguió un Oscar de Hollywood con un personaje de perfil bajo pero transcendencia infinita en la película El Puente de los Espías.

El actor británico llevaba desde hace tres décadas colaborando con la institución más importante de la dramaturgia en lengua inglesa, la Royal Shakespeare Company. Rylance ha decidido cesar esa colaboración y lo ha hecho dando un portazo.

El detonante ha sido la entrada como patrocinador de la compañía de una conocida empresa petrolera del país británico. Una empresa que ha sido responsable de algunos de los desastres medioambientales más graves de la historia, como el del Delta del Níger, por ejemplo. 


Ni armas ni tabaco

Rylance ha hecho pública su carta de renuncia. En ella argumenta que no puede colaborar de ninguna manera con compañías petroleras, armamentísticas o tabaqueras. Empresas que hacen negocio, argumenta, con la vida de las personas. Que destruyen el entorno y los medios de los vivos y de los que están por nacer. Y concluye con un lapidario “No creo que ni William Shakespeare estuviera de acuerdo”.

El actor considera hipócrita los términos del acuerdo de la petrolera con la compañía. En principio se trata de subvencionar las entradas de los más jóvenes. Rylance se pregunta por el sentido de este tipo de iniciativas cuando se trata de una empresa que precisamente está poniendo el peligro el futuro de esos jóvenes a los que pretende acercar a la cultura.